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En la habitación de los horrores, donde el gurú violaba a niñas de doce y trece años, había un mural con secuencias de Peter Pan. ... A esa estancia subió la niña O, obedeciendo a su madre, donde la desnudaron. Antonio G. L., el líder de la secta de Vistabella, le dijo que debía aplicarle una de sus terapias de curación, para «darle luz a los ovarios», y abusó sexualmente de ella, según el escrito de acusación que la Fiscalía ha remitido a la Audiencia Provincial de Castellón (Comunidad Valenciana), a la espera de un juicio que se celebrará en abril. Desde los cuatro años, O vivía en la casa de la secta, cuando su madre la llevó consigo. Nueve años después, el Tío Toni la comenzó a violar.
La madre de O era una de las mujeres «con preocupaciones o problemas de salud» que había sido captada por la secta «atraídas por el poder sanador» de la «imposición de manos, hasta prometer la sanación física de padecimientos y enfermedades», indica el documento, al que ha tenido acceso este periódico. El Tío Toni, nacido en 1957 y casado con una de las acusadas, «aplicaba en los genitales de las asistentes vibradores o consoladores hasta alcanzar el orgasmo, introducción de objetos o dedos y penetraciones vaginales».
A partir de ese día, en que fue señalada por el gurú, la niña O comenzó a tomar anticonceptivos. Unos años después, cuando ella tenía 16 años, la sometió a otra de sus prácticas de coacción y corrupción: la obligó a «quitarse la camiseta porque estaba cargada de negatividad y enseñar los pechos a todos los presentes, incluidos mayores de edad». Era una de sus prácticas habituales para «despertar la lascivia de los miembros de la comunidad, imponía la realización de actividades conjuntas en la que exigía a las mujeres que mostraran sus pechos a los hombres», mantiene la Fiscalía Provincial de Castellón. Para O, llamada así en el escrito, comenzó otra fase de las violaciones, «incluso en prácticas compartidas con otras mujeres».
Como O, que ahora tiene 35 años y presenta estrés postraumático y psicosomático, según los psicólogos del caso, otros siete menores que vivían en aquella casa de Vistabella del Maestrat (Castellón) sufrieron este tipo de agresiones sexuales y se les «preguntaba con trece o catorce años si ya se masturbaban». Sus testimonios representan la base de la acusación con las responsables de la secta, excepto el líder, Antonio G. L., que murió en prisión dos años después de su captura, en mayo de 2022. Tenía 65 años y estaba en el centro penitenciario de Castellón I. Desde 1990 había creado un «grupo pseudo-religioso y sectario» y se había atribuido «poderes especiales (...), valiéndose de la abducción psicológica de sus fieles» con el fin de «satisfacer sus deseos sexuales».
Las niñas, con escasa edad, apenas menstruaban eran sometieron a violaciones en las que las mujeres acusadas las sujetaban «con las dos manos encima de la cabeza para que no se moviera» o para que no pudiera «cerrar las piernas» (se narra en el caso de la víctima identificada como T, nacida en 1994 y agredida en 2007, y Q, nacida en 1995 y abusada hasta que cumplió 22). otra víctima, llamada Z, contó a su madre lo que sufría y ella no sólo la obligó a seguir, sino que obligó a su otra hija menor, que terminó bajo tutela estatal a los 14 años, cuando la Policía Nacional intervino.
En esa casa vivieron al menos once menores, entre ellos cinco hijos del gurú, concebidos dentro de esa «comunidad con una doctrina dogmática y totalitaria, basada en la fijación de pautas conductuales y actitudes fuertemente disciplinadas». También fueron víctimas dos niños. Uno, identificado como W, era hijo del gurú, que entabló con él «una relación sentimental y sexual»; y el segundo sufrió abusos por parte de otro de los acusados, el único hombre que sigue en la causa.
Muerto el líder de la secta cuando estaba en prisión provisional, desapareció también su «responsabilidad penal», pero prosigue la de sus secuaces en las violaciones de menores. Ellas son cinco mujeres, entre 73 años y 47 años, y un hombre de 56. Desde enero del año pasado, las dos principales encausadas, una de ellas esposa legal del gurú, están en libertad provisional, mientras que los demás estuvieron detenidos un par de días. Todos tienen orden de alejamiento de las víctimas.
En las «conclusiones» del Ministerio Fiscal se asegura que las mujeres «con pleno conocimiento del fin lujurioso se encargaban de manera principal de conducir a las niñas». «Primero hacían uso de dichos artilugios (de índole sexual) de forma superficial, posteriormente los introducían en la vagina de las jóvenes hasta que con el tiempo mantenían relaciones sexuales con introducción del pene en la vagina y práctica de felaciones recíprocas». Por los delitos de abuso sexual continuado con acceso carnal a menores de 13 y 16 años, asociación ilícita y cooperación necesaria, la Fiscalía pide penas de prisión que rondan los 60 años por persona.
Todas las víctimas, ya mayores menos una, presentan ansiedad, depresión, alteraciones del sueño, «problemas somáticos, pensamientos intrusivos, labilidad emocional», malestar psicológico, «retraimiento social, pensamientos obsesivos recurrentes y un estado de ánimo negativo», debido a un «desarrollo vivencial anormal reactivo a los hechos». De «forma irregular pero con frecuencia semanal», eran sometidos a estas agresiones. En las pesadillas, el mural de Peter Pan.
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Ana del Castillo
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