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Cinco hombres irrumpieron en el Palacio de Blenheim, al norte de Oxford (Reino Unido) después de una fiesta y se llevaron un váter. No era ... cualquier inodoro. Estaba hecho de oro de 18 quilates, valorado en unos seis millones de euros, y se consideraba una obra de arte, firmada por el italiano Maurizio Cattelan. Titulada, con intención satírica, 'América', estaba instalada en la casa natal de Winston Churchill y a los visitantes se les permitía utilizarlo.
Cuando los invitados se marcharon de la inauguración de la expo, a las 4.50 de la madrugada los hombres embistieron contra las puertas del edificio, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco, entraron con mazos y palancas, arrancaron el dorado váter y se lo llevaron en el maletero de un VW Golf.
Todo duró tres minutos y las medidas de seguridad resultaron insuficientes. Desde entonces, septiembre de 2019, no se volvió a ver aquella rara joya. La policía inglesa aseguró que la escultura se fundió y la materia prima se vendió al peso, sin que se pudiera recuperar ni un gramo de oro del total de 98 kilos.
El precio en el mercado negro alcanzó los 30.000 euros por kilo en los días siguientes. La venta se habría cerrado, aunque sólo se trata de una suposición expuesta en el juicio de la semana pasada, en unos tres millones de euros.
En la escena del crimen, un habitáculo donde estaba la pieza, los investigadores encontraron ADN en una de las herramientas usadas para arrancarlo, y que se relacionó con un sospechoso habitual, James Sheen.
Con «pruebas insuficientes» para detenerle hasta el año pasado, Sheen, natural de Oxford, con 40 años y detenido por volar cajeros automáticos para robarlos, reconoció su crimen, y la semana pasada se juzgó a tres de sus cómplices, Michael Jones, Fred Doe y Bora Guccuk. Los dos primeros fueron condenados y el tercero, absuelto.
Los otros tres participantes en el allanamiento (entraron cinco) siguen sueltos. Al igual que Sheen, Jones se enfrenta a varios años de prisión (todavía no se ha fijado la pena). De 39 años y empleado de Sheen, Jones fue grabado por las cámaras de seguridad el día antes del robo haciendo fotos al inodoro en el Palacio de Blenheim. El otro condenado en el juicio, Doe, fungió como vendedor del oro robado. O al menos lo intentó.
Aunque no se pudo seguir su rastro, o tal vez por esa ausencia de indicios, la policía del Valle de Támesis tuvo la certeza de que la fundición del váter se realizó en varios lugares, después de trocearlo. En uno de los móviles incautados hallaron una fotografía de más de medio millón de libras en efectivo, que habría pagado un joyero de Birmingham.
De alguna forma, la sentencia de la semana pasada ha sido el final de aquella primera exposición de Cattelan en Reino Unido, y de una banda, encabezada por Sheen, que cometía robos de película.
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