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La globalización impulsó su industrialización y venta indiscriminada y con ello dio comienzo un mercado que en la actualidad mueve más de 150.000 millones ... de dólares al año, de los que el 25% quedan en manos de los traficantes o mafias.
Se abrió así una nueva etapa de adulteración y abuso universalizado de sus efectos perniciosos sobre la salud individual y colectiva por su capacidad adictiva, además de por ocasionar brotes psicóticos. Crecen las mafias, se multiplican los traficantes, se desarrolla la industrialización y comercialización y, todo ello, despreciando los graves efectos sobre la salud. A pesar de los permanentes controles y vigilancias encaminadas a limitar sus efectos sobre la salud pública, la producción mundial de cannabis ha aumentado en los últimos años más de un 20%, suponiendo en EE UU una producción total, mayor que la del trigo y el maíz juntas.
Los datos que se manejan indican que es el cultivo más rentable. Esa rentabilidad, junto a los efectos terapéuticos de la sustancia en algunas patologías y los ingresos que recaudaría el Estado en concepto de impuestos, por producción, comercialización, venta, etc. son todos argumentos que, en su conjunto, exigen de una reflexión a propósito de su legalización, tanto para fines terapéuticos, como recreativos.
En este momento, son más de veinte países los que disponen de un plan avanzado de legalización de su consumo. Holanda ha dado un paso importante, con la apertura hace algunos años de clubs cannabinoides. Uruguay ha sido el único país que ha procedido a su total legalización, bajo el control de la Asociación de Estudios Cannabinoides de Uruguay, disponiendo de más de 100.000 cultivadores de cannabis y más de 500 clubs cannabinoides. Se pueden cultivar hasta 6 plantas y comprar 40 gramos individualmente en farmacia, otros países han decidido la legalización con fines terapéuticos para algunos procesos patológicos y algunos han ido más allá legalizando el cultivo y venta, con fines recreativos.
Todo debe canalizarse desde la prudencia, sabiendo compatibilizar los efectos sobre la salud, y la rentabilidad social y económica, porque el objetivo de la legalización no es el de favorecer el consumo, sino el de descriminalizarle. El temor que provoca su legalización se suscita por el potencial incremento del consumo, al ser percibida como menos perniciosa.
En España se ha acordado la creación de una subcomisión para el estudio de su uso terapéutico, permitiéndose la existencia de clubs sociales de cannabis, pero se persiste en la ilegalización, por lo que los pacientes que se están beneficiando de su consumo, viven entre la incertidumbre y el limbo.
Los efectos negativos son de peso: adicción, y por ello tendencia a la cronicidad, presencia de brotes psicóticos, grave incremento de los accidentes de circulación al disminuir las capacidades de concentración y atención por sus efectos sedantes, a lo que hemos de sumar las consecuencias sociales de su criminalización, como fruto del tráfico ilegal, con la consiguiente proliferación de las mafias.
La legalización a nivel terapéutico primero, y recreativo después, permitiría una mejoría de determinados procesos en los que el dolor, insomnio, disminución del apetito, astenia, náuseas etc., son los síntomas esenciales. Desaparecerían las mafias, organizaciones criminales, lavados de dinero... y disminuiría la presión en juzgados y cárceles, liberándose un buen número de agentes del orden. Por otra parte no aumentaría el número de consumidores que algunos relacionan con la legalización. Algo similar ocurrió en EE UU con la instauración de la pena de muerte, que no cambió los índices de criminalidad.
En EE UU, hasta el año 1990 el consumo era ilegal, ahora ya es legal en 18 estados, lo que representa el 35% de la población total, observándose con esta medida un ligero incremento en el consumo en estos estados que bien pudiera estar en relación con la incorporación de sus pacientes al colectivo de consumidores.
La utilización con fines terapéuticos en ciertas patologías llevaría implícito que una parte de la población reumática, parkinsoniana, epiléptica, con insomnio, con cuadros dolorosos, etc. se habría incorporado al consumo habitual, por los efectos beneficiosos de la droga, respondiendo así a la observación de una mayor incidencia en el consumo.
Este mismo efecto terapéutico, se haría extensivo a la totalidad de la población sana. La miseria, sufrimiento, extorsión y muerte que provoca el tráfico ilegal podrían desaparecer con el final de la criminalización de los grupos de mafia organizados, del blanqueo de capitales que en su conjunto desprecian o burlan las leyes y deterioran e hipotecan a la autoridad de turno, suscitándose un temple social de anarquía.
La guerra contra este frente de destrucción tiene sus peculiaridades en algunos países de América Latina, donde determinados gobiernos se siente extorsionados por las mafias. Hemos de apostar porque la putrefacción no nos llegue a impregnar mediante la elaboración de un ordenamiento jurídico-legal, con aspiraciones europeas, que enmarque su utilización a la vez que, de forma simultánea, permita el aprovechamiento de sus efectos beneficiosos, en algunas patologías específicas.
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Ana del Castillo
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