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MARTA SAN MIGUEL
santander.
Lunes, 12 de diciembre 2022, 01:00
Jesús Cintora (Soria, 1977) vuelve a meterse entre las bambalinas de la actualidad para narrar 'No quieren que lo sepas', su nuevo libro que presenta este lunes, a las 19.00 horas, en la Delegación Territorial de ONCE en Santander.
-'No quieren que lo ... sepas' aborda esa práctica del poder tan antigua como es controlar la sociedad controlando la información, ¿cómo ha cambiado ese control?
-Estamos asistiendo a una revolución tecnológica absoluta de las ventanas para informarnos, pero lo importante sigue siendo el mensaje. Evidentemente no se cuenta igual en este país lo que afecta a un constructor como Florentino Pérez que lo que puede afectar a un peón de albañil como era mi abuelo. Al final la gente necesita saber y la gente tiene derecho a saber por qué está subiendo la cesta de la compra, las hipotecas o el recibo de la luz y a la vez la banca o las empresas energéticas están presentando beneficios espectaculares. Y en ese sentido, la censura y la autocensura siguen ahí porque sigue molestando lo que se cuenta.
-De todo lo que no quieren que sepamos, ¿qué le gustaría saber como ciudadano y no sabe?
-El periodismo tiene como reto desentrañar lo que afecta a los más poderosos, porque lo sencillo es contar lo que afecta o tiene de chungo un ciudadano medio. Cuando arriesgas es cuando tocas a gente que tiene mucho poder, porque esa gente te puede quitar de en medio y yo lo he sufrido en mis carnes más de una vez. Algunos periodistas o programas de televisión tratan la política de una forma tan superficial que parece 'Pasión de gavilanes', están más centrados en tratar las intrigas dentro de los partidos que en ir, por ejemplo, al fondo de asuntos como por qué tal gran constructora trabaja en un cartel para lucrarse con dinero público o llegar al fondo del asunto de la corrupción del rey emérito.
-¿Cómo se informa Jesús Cintora?
-Tengo en el móvil cabeceras muy diversas tanto nacionales como internacionales o de prensa autonómica, y cada mañana me puedo mirar una veintena de cabeceras. Estoy suscrito a medios muy diversos y de líneas variopintas porque creo firmemente en la pluralidad con respeto siempre a la verdad. Defiendo que haya muchas voces y no se silencie a ninguna, siempre y cuando se respete la verdad. Detesto los bulos: la verdad es la que es, y luego hay opiniones.
-¿Cree que el ciudadano ha dejado de controlar el relato de la realidad en el momento en que solo escucha lo que quiere oír?
-Una parte de la ciudadanía escuchar, lee o ve solo aquello que reafirma lo que piensa, y eso es una pena. Creo firmemente que una sociedad con capacidad de crítica y criterio propio es mucho más vigorosa y libre; hay que tener la capacidad de cuestionar lo que hacen incluso aquellos que has votado, aunque luego les vuelvas a votar, pero lo que está mal, está mal, lo haga Agamenón o su porquero.
-¿Cree que nos hemos vuelto más cínicos o más incrédulos?
-No me gusta generalizar. Por una parte, el grado de teatralización al que se ha llegado con la política afecta bastante a la ciudadanía, y muchas veces desconecta por eso. Pero por otro lado, creo que hay una voluntad entre los que tienen el poder de que la gente esté a otra cosa, consumiendo programas de chismes o karaokes y no estén con programas que le hagan pensar. Y la vida es entretenimiento pero también es tratar nuestras preocupaciones. La teatralización de la política es lamentable, cada vez vivimos precampañas más largas.
-De las investigaciones que lleva a cabo en este libro, ¿cuál es la que más le ha costado?
-La corrupción del rey emérito, hasta el punto de que estuvo a punto de no salir el libro. Cuando el libro estaba ya entregado, se dijo que esa parte no podía salir y yo dije que o salía todo o no publicamos el libro. Agradezco enormemente a la editorial que saliera íntegro, pero se llegó a ese punto. La pregunta es ¿era mentira lo que se contaba? No, no es mentira, pero sabemos que en este país se ha mirado hacia otro lado y se ha pasado de puntillas por la corrupción del rey emérito y se sigue pasando porque falta por despejar una de las grandes incógnitas: ¿dónde está el dinero y cuánto tiene?
-¿Se sigue haciendo esa pregunta?
-Por supuesto, y además estoy convencido de que en otras democracias habría una labor de periodismo continua para desentrañar esas incógnitas. Estamos hablando de la jefatura del estado, dinero fuera de nuestro país, testaferros e impunidad. Desentrañar eso nos haría mejores como país y como democracia. No ha sido condenado por conceptos como la inviolabilidad o las prescripciones, pero se sabe que es un corrupto.
-Es amigo del presidente Revilla, ¿es posible la amistad entre periodistas y políticos?
-A Revilla lo conozco desde que participaba en 'Las mañanas de Cuatro', igual que venía Pedro Sánchez, Pablo Casado, Iglesias o hasta Granados, que un día no llegó porque lo había detenido la Guardia Civil por tener dinero en Suiza. Revilla es político y yo un periodista que no me caso con nadie. De eso hay pruebas porque me han quitado de programas con gobiernos distintos y te aseguro que he molestado a políticos muy diversos simplemente por haber contado las cosas claras, como debe ser.
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