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joseba vázquez
Domingo, 10 de septiembre 2017, 08:38
«Creo que no hay mejor escuela que la curiosidad por conocer mundo», dice Juan Haro Simarro, que trabaja desde hace más de un año en Burundi como oficial de comunicación y fotoperiodista de Unicef. «En gran parte me empujó a salir la situación económica ... de nuestro país», agrega Leticia González, una enfermera madrileña que lleva cuatro años sirviendo en la planta de Pediatría-Neonatología del único hospital existente en la isla caribeña de Aruba, en las Antillas.
Conocimiento y economía. Dos de los grandes motores que tradicionalmente han sacado a las gentes de sus casas. Dos impulsos que a menudo convergen y acaban disueltos el uno en el otro. «No veo que en España salgan ofertas de trabajo interesantes, por lo que de momento no hay planes de regreso», asume Juan Haro, que ha visto coincidir sus «ganas de conocer mundo» con la necesidad. «Vivir a 7.000 kilómetros de casa me ha hecho crecer mucho personalmente y me ha dado momentos únicos que de otra forma nunca hubiera experimentado», agradece Leticia, que goza «del privilegio de vivir» en el paraíso al que la arrastró la crisis.
Aquí y ahora, 2.406.611 ciudadanos de nacionalidad española viven desperdigados por el mundo, según el último Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE) a fecha del pasado 1 de enero y publicado por el INE (Instituto Nacional de Estadística). La cifra arroja un incremento neto de 101.581 expatriados en 2016 con un aumento porcentual del 4,4%, el menor del último decenio. Ese crecimiento llegó a ser, por ejemplo del 8,2% en 2010. Casi el doble. Esos 2,4 millones de personas suponen prácticamente un millón más que las censadas el 1 de enero de 2009, primera vez en que la Administración computó este registro. Entonces, los ciudadanos españoles que vivían fuera del país eran 1.471.691, según la misma fuente. El dato ofrecido por el INE, organismo adscrito al Ministerio de Economía y Hacienda, es el único que cuenta con rango de oficialidad, pero, pese a ello, casi nadie se lo cree.
Ese padrón contabiliza exclusivamente a las personas que se inscriben en el Registro de Matrícula Consular del país correspondiente, cosa que no todo el mundo hace: por dejadez, porque a veces esa oficina se encuentra a kilómetros de distancia o porque, en el caso de estancias no muy prolongadas, formalizar el trámite apenas compensa. «Habría que ver cuántos ciudadanos españoles están residiendo fuera sin haberse registrado en los consulados y embajadas. No sabemos cuántos, pero sabemos que son bastantes. Nos podemos encontrar con una población sustancialmente superior a la que reflejan los datos oficiales», alerta Ander Gurrutxaga, doctor en Sociología. «Hay una población que va y viene y hay que tener en cuenta que registrarte te puede restar derechos aquí. Normalmente, oficializan su situación quienes llevan muchos años residiendo fuera y no tienen en principio intención de moverse», añade.
De la misma opinión es Amand Blanes, investigador del Centro de Estudios Demográficos de Barcelona. Para él, «la estadística subestima el volumen real» de españoles en el extranjero. Remata esta idea Marea Granate, colectivo que se define a sí mismo como «transnacional y apartidista» y «cuyo objetivo es luchar contra las causas y quienes han provocado la crisis económica y social que nos obliga a emigrar». «Hemos desmontado muchas veces las cifras oficiales del INE, que se basa en la información proporcionada por los consulados, pero ignora un segundo tipo de registro, el de los españoles residentes temporales en el extranjero –afirma Virginia San Felipe, una de las integrantes de este movimiento–. También ignora que algunos sólo se inscriben en organismos locales, como la Seguridad Social. Hemos recopilado información de doce países y los datos ofrecidos por el INE están infravalorados en todos y cada uno de ellos, hasta reducirlos a una quinta parte en el caso de Inglaterra».
El Reino Unido es precisamente el destino que contabilizó mayor número de ‘empadronamientos’ de españoles el año pasado. ¿A pesar del ‘Brexit’, o a causa de él? «Quizás ha hecho aparecer cantidad de gente que estaba fuera de los registros. Y se dice que los españoles allí pueden ser más del doble de los inscritos», comenta Ander Gurrutxaga. El economista Mikel Larreina, vicedecano de la Deusto Business School, recuerda que «todavía no hay ningún cambio legislativo que se aplique a los europeos que viven en el Reino Unido y la suya sigue siendo una economía dinámica y abierta donde es relativamente fácil encontrar trabajo».
Los proyectos irrealizados de los que habla el doctor en Ciencias Económicas Mikel Larreina al referirse a los sudamericanos que han retornado a su país tras unos años en España, son parte relevante de una realidad. En base a la estadística oficial publicada por el INE en junio, actualmente viven aquí 978.170 extranjeros menos que en 2010, año en que se alcanzó el tope histórico (5.402.579). Estos ciudadanos representaban entonces el 11,63% de la población española. Ahora son 4.424.409, lo que supone el 9,5% de los 46.528.966 residente actuales. A diferencia de los datos del PERE, ya definitivos, estas cifras serán provisionales hasta diciembre.
En todo caso, el descenso explica en parte la paulatina merma del censo nacional, que creció hasta 2012, pero comenzó a menguar al año siguiente. «El bum de la inmigración a España es casi paralelo a la burbuja inmobiliaria –analiza Larreina–. Ahora hay un trabajo de menor calidad y, por tanto, personas que en su día vinieron ahora se replantean las cosas. Es lógico que como consecuencia de la crisis económica el país sea menos atractivo». Otro factor actúa en este sentido: 769.110 extranjeros han obtenido la nacionalidad española en los últimos seis años.
Cerca de dos millones de foráneos son europeos, liderados por nativos de Rumanía (678.098) y Reino Unido (294.295). Del poco menos del millón de africanos, 667.189 proceden de Marruecos, casi tantos como de toda Sudamérica (748.112). Entre estos destacan ecuatorianos (145.879) y colombianos (139.213).
Gran Bretaña e Irlanda del Norte constituyen de hecho la décima meta preferida como paradero por los españoles en el extranjero. Allí viven en la actualidad 115.779, siempre según los datos del INE. Muy lejos de Argentina, que atendiendo a la misma fuente, acoge a 448.050 y se lleva la palma mundial. En América ha fijado residencia el 62% de estos españoles;un 34,2% ha elegido Europa.
«Las empresas españolas son muy activas en América Latina, con lo que simpre habrá expatriados que se mueven allí por ofertas o necesidades laborales. Pero el grueso de ese colectivo son personas de doble nacionalidad que regresan a su país de origen porque no han prosperado los objetivos que tenían cuando vinieron aquí», valora Mikel Larreina. La excepción en Sudamérica la protagoniza Venezuela, país donde el año pasado se dieron de baja 7.528 ciudadanos españoles.
El último censo determina también que sólo el 33% de esos 2,4 millones de expatriados ha nacido en España. El 67% restante, algo más de 1,6 millones de ciudadanos, integra a hijos de los primeros que nacieron fuera y que cuentan con doble nacionalidad, a quienes la han obtenido por medio del matrimonio y a los inmigrantes con ciudadanía española que han regresado a sus lugares de origen.
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