La mirada sobre un pasado indiano

Más de 90 documentos entre los que se encuentran mapas, carteles de compañías de vapores, pasaportes, cartas y fotografías que «hablan de vidas y pasado y permiten recuperar y reconstruir historias de emigración», explica María Jesús Gil, historiadora, documentalista y directora de la muestra. «Cada documento va asociado a un nombre, un apellido, un pueblo del que salió, un país que lo acogió y donde vivió», añade.

Se trata de un proyecto «importante» en el que han participado la Subdirección General de los Archivos Estatales, el Museo del Pueblo de Asturias, el Archivo Histórico Provincial de Cantabria y La Nacional, Spanish Benevolent Society New York City. Lo cuenta Ana Soberón, directora de la Asociación Navegantes, para quien la exposición supone «un botón de muestra de todo nuestro trabajo. A través de ella, queremos poner en valor la importancia de los archivos y de su conservación», cuenta.

«El objetivo de este proyecto cultural y del archivo digital de la asociación es reconocer a los que marcharon. A todos. Sin excepción. Y a la tierra que los acogió. También a sus descendientes y la impagable contribución que prestaron y prestan al desarrollo de nuestras regiones y su proyección en el mundo», añade Gil. A su juicio, es crucial «poner al servicio de la sociedad una parte muy importante de nuestro patrimonio cultural, es decir, el patrimonio documental ligado a la emigración», comenta.

Una de las historias que les llamó la atención, entre las cientos que han investigado, fue la de Rosendo Aja, natural de Riaño, en Cantabria. Fue un cantero que en 1897 embarcó en el Indiana, en el puerto de Liverpool, rumbo a Estados Unidos. Tenía 23 años. Desempeñó su trabajo en las minas del cobre de Arizona, un empleo que le permitió mandar dinero a casa. También conocidas como remesas, ahorros que ayudaron económicamente a los familiares que se quedaron en su tierra natal. El final de Rosendo llegó pronto. Murió en 1930 a los 54 años en Riotuerto (Cantabria), lugar en el que descansan sus restos.

Como Rosendo, cientos de cántabros, cuyas historias fueron descubiertas gracias a Javier Cachón, colaborador de la Asociación Navegantes. Investigando, Cachón encontró documentos sobre su tatarabuelo. «Precisamente esos documentos nos ayudaron a seguir la huella de los canteros cántabros» , explica Soberón.

De hecho, cree que el hallazgo de Cachón es el claro ejemplo de la importancia que, a su juicio, se debe dar a los detalles. «Un pequeño detalle que aparentemente puede parecer insignificante, es posible que de paso a descubrir nuevas historias», concluye.

Todos los integrantes de la asociación pasan horas buceando por los archivos para evitar que caigan en el olvido los nombres de las personas que decidieron dejar atrás su casa en busca de un futuro mejor. Y la prueba de que el trabajo duro tiene su recompensa, es que la asociación ha conseguido el reconocimiento por parte de la Subdirección de los Archivos Estatales del Ministerio de Cultura, que les ha incorporado a su Portal de Movimientos Migratorios hacia Iberoamérica.