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Funcionarios de la prisión neoyorquina de Sing Sing preparan a un recluso para su ejecución en la silla eléctrica, hacia 1900.
Morir sentado

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Nueva York estrenó la silla eléctrica hace 128 años con William Kemmler. Había asesinado a su amante con un hacha. Su final, contaron los testigos, fue espantoso

icíar ochoa de olano

Lunes, 6 de agosto 2018, 08:24

La humanidad debe a un sacamuelas la sugerencia de emplear la electrocución para liquidar a malhechores. A Albert Southwick se le ocurrió después de ver morir «sin dolor» a un anciano ebrio tras tocar las terminales de un generador eléctrico.

En aquella época, 1881, en ... materia de ejecuciones se llevaba el ahorcamiento, aunque se sabía que los condenados podían sobrevivir con el cuello roto hasta treinta agónicos minutos antes de sucumbir a la asfixia. Ocho años después de la propuesta del odontólogo, Nueva York alumbraba la Ley de Ejecución Eléctrica, inédita en el mundo, y Edwin R. Davis, electricista de la prisión de Auburn, en ese mismo Estado, recibía el encargo de diseñar una silla eléctrica. Su prototipo, bastante similar al de hoy, estaba equipado con dos electrodos confeccionados a base de unos discos de metal unidos con goma y cubiertos con una esponja húmeda que debían colocarse en la cabeza y en la espalda del criminal. Constatar la viabilidad del método costó la vida a unos 50 perros y gatos, una vaca y un caballo.

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