Una mujer que conoce bien el recinto, perfil de la persona que saboteó la bodega de Valladolid

Al día siguiente del asalto a la bodega, Moro describe así su estado de ánimo: «Aparentemente no sientes ni el pulso, tienes un desánimo, un desaliento, piensas que cómo puede haber gente que trate esto de esta manera, es algo increíble». En cualquier caso, insiste en que «no queda más remedio que venirse arriba, aceptar lo que ha pasado, apretar los puños y empezar a coger otra vez la fuerza que nos llega de todo el apoyo que estamos recibiendo».

La respuesta de solidaridad despertada por este suceso y su repercusión mediática auguran una revalorización de la marca y su consolidación futura en el mercado. «Es pronto para valorar eso, pero en el mercado en general estamos viendo las muestras de cariño, de solidaridad, mensajes que te dicen que van a beber más Cepa 21 que nunca, más Malabrigo que nunca… Nos llegan muchas fotos de gente comprando vino o brindando. Eso va a ser bueno para la marca», opina José Moro. En cualquier caso, defiende que ante tan graves circunstancias no se puede parar de trabajar, «no queda otra que salir a vender, ni en estos días dejamos de vender, siempre hay que estar vendiendo una caja».

Tras la pérdida en el sabotaje de toda la añada 2023 de Horcajo, el vino de más alta gama de la bodega, Moro tiene previsto de cara al futuro «intentar ampliar el número de botellas para 2024 y 2025 si vienen buenas añadas para compensar la pérdida» de las 28.000 botellas que se derramaron de los depósitos. De momento, según el bodeguero, está a la venta la añada 2018 y a punto de sacar al mercado la del 19. Es un vino que fluctúa, dependiendo la calidad de la uva, entre las 6.000 y las 28.000 botellas y se vende a un precio aproximado de 90 euros cada unidad.

«Obedece a una tierra determinada, con una orientación más norte, donde se aprecia más la frescura y la expresión de la caliza en Ribera del Duero», apunta. De los otros dos depósitos de acero también se perdieron parte de la cosecha de los vinos Malabrigo y Cepa 21, «propuestas que siguen la perspectiva por la hemos luchado, la calidad desde cada uno de los vinos, que los elaboramos siempre según altitudes y con orientaciones máximas de calidad», recalca Moro.