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A mediados de los años 90, la bióloga norteamericana Camille Parmesan (Texas, 1961) se dio cuenta de que varias especies de mariposas de su país ... y de Europa migraban hacia el norte y hacia altitudes mayores. En realidad, lo que estaban haciendo era huir del calentamiento global. Posteriormente, durante las siguientes tres décadas, comprobó que el cambio climático estaba afectando a miles de otras especies, tanto de animales como de plantas. Su trabajo le ha valido para ser reconocida con el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en la categoría de Cambio Climático y Ciencias del Medio Ambiente.
«Ha sentado las bases de la ecología del cambio climático», ha destacado el jurado, que ha subrayado también su importancia capital en el el diseño de políticas eficaces de conservación «adoptadas por gobiernos y agencias en todo el mundo» como son la creación de corredores para conectar hábitats, las migraciones asistidas y las áreas protegidas que permiten preservar a plantas y animales afectados por el aumento de las temperaturas.
Además, su «estudios pioneros» tienen «importantes implicaciones para la salud pública global, debido a la expansión hacia latitudes más altas de enfermedades tropicales como la malaria y el dengue transmitidas por mosquitos, así como para la agricultura y la pesca, sectores que necesariamente deben adaptarse a los desplazamientos de las especies terrestres y marinas como consecuencia del calentamiento».
En sus inicios, Parmesan se especializó en la relación entre las plantas y los insectos. Cuando se encontraba realizando su doctorado, decidió presentar una «propuesta muy arriesgada» a unas ayudas de investigación concedidas por la Nasa. Esa propuesta pasaba por investigar los efectos del cambio climático en una especie de mariposa que ya se sabía que era sensible a los cambios de temperatura. El riesgo de su propuesta venía dado porque hace tres décadas la comunidad científica creía que el aumento del dióxido de carbono calentaría todo el planeta pero esa huella todavía no se dejaba notar en los termómetros. «¿Y si esta mariposa sirviera de indicador mejor que un termómetro?», se preguntó.
Para demostrar su hipótesis, recorrió toda la costa oeste de América del norte, desde México a Canadá. Mientras que en el primero de los países 'su' mariposa había desaparecido, en Canadá casi todas sobrevivían. El patrón era claro: estos pequeños insectos voladores se habían desplazado al norte y a mayores altitudes. La razón de su marcha, también: tras descartar que sus hábitats se hubieran degradado por otras razones como la contaminación o los fertilizantes, quedaba el cambio climático.
«Creo que este fue un salto auténticamente innovador en la investigación en ecología. No valía con demostrar que el cambio existía. Yo tenía que poder decir que ese cambio se debía sí o sí al cambio climático y no a todo el resto de cosas que estaban haciendo los humanos», explica la galardonada. En ese momento nació una nueva disciplina, la de la ecología del cambio climático.
El siguiente paso fue constatar que esto mismo ocurría con otras especies de mariposa. Lo hizo en Europa. Una vez más, tenía razón, ya que dos tercios de ellas se estaban desplazando hacia el norte. Lo mismo sucedía con otros miles de especies de plantas y de animales, tanto terrestres como marinos. «El cambio climático está muy por encima de cualquier efecto local como las especies invasoras o la destrucción de hábitats. Si lo ignoramos, conseguiremos extinguir todas las especies en los espacios que hemos diseñado para protegerlas», insiste la profesora norteamericana.
Como queda dicho, que miles de especies cambien sus hábitats huyendo del calentamiento global tiene también implicaciones directas en nuestra salud. De la misma manera que se desplazan las mariposas, también lo hacen los mosquitos portadores de enfermedades normalmente tropicales como la malaria o el dengue. «Incluso hay patógenos que resurgen al derretirse el hielo ártico, y entre los renos de los que se alimentan las poblaciones inuit se están documentando casos de ántrax contraídos al emitirse a la atmósfera la bacteria que causa esta enfermedad y que estaba atrapada en la tundra», advierte Parmesan, que sucede en el palmarés de los premios a Gerardo Ceballos y Rodolfo Dirzo.
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