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Uno de los aspectos más valorados en la gastronomía moderna es que el productor primario, de donde todo parte, sea local. De la zona, cuidado, de calidad; es decir, lo que se conoce como kilómetro cero. En la tauromaquia, la materia prima, el toro y ... el torero, llegan desde múltiples lugares, aunque en Cantabria los 'cocineros' de los festejos, los encargados de condimentar buena parte de lo necesario para que un espectáculo salga adelante sí son de kilómetro cero, del corazón de la región. Forman parte de Tudanca Toros, una empresa que este año cumple diez años de vida y que ha devuelto la tauromaquia a su origen.
Su gerente es Eduardo Martínez (Tudanca, 2 de julio de 1987), la cara visible de la gestión, pero uno más a la hora de arrimar el hombro dentro de un grupo de amigos en el que cada uno conoce su papel. «Nos lo pasamos muy bien, somos un grupo de amigos y hemos formado un grupo que tira del carro», asegura. Un conglomerado de chavales del entorno del pueblo que acoge la Casona de José María de Cossío y una actividad que para alguno como Pablo García, ha supuesto un descubrimiento. «Era un mundo desconocido para mí, está lleno de valores como respeto, compañerismo o lealtad».
Y todo empezó, claro, en Tudanca, con una novillada que llenó el pueblo de fiesta y visitantes. «Fue algo mágico», apunta Eduardo. «En invierno no llegamos a las 130 personas y ese día había 1.400 que se emocionaron con la tauromaquia». A partir ahí llegaron Polaciones, Pesagüero, Rozadío o Requejo, entre otros. La tauromaquia de vuelta a su lugar de origen. «En el norte había una falta de acercamiento de los toros a los pueblos, cuando se convierte en algo elitista pierde interés para el grueso de la población», remata.
Trabajando siempre desde un segundo plano («los importantes son el toro y el torero»), Tudanca Toros también gestionó la plaza de Santander de la mano del Consejo de Administración, una experiencia que para Mario González, otro de los integrantes de la empresa, supuso años «de mucho aprendizaje, no sólo a nivel taurino sino a nivel personal». Una plaza, la de Cuatro Caminos, que aspiran a recuperar en 2025. «Conocemos las tradiciones, amamos Cantabria y es quizá lo que nos falta», apunta Martínez.
Conocer la idiosincrasia de una feria, de un festejo, de una zona. Palabras clave en el éxito de una empresa que se suman a la parte fundamental del desarrollo de estos años: el trabajo. «Vamos a pelear para que la afición entre los jóvenes no se pierda», indica Javier Ferrero. De momento, la afición cántabra le debe mucho a un conjunto de chavales que ha llevado la tauromaquia a sitios de los que nunca debió salir. La fiesta del pueblo para el pueblo y en los pueblos. Y todo, desde el corazón de Cantabria.
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