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Cáritas Diocesana de Santander puso en marcha en los años 80 el Proyecto Anjana, un programa nacido para ayudar a las mujeres en situación de vulnerabilidad y riesgo de exclusión. Una coordinadora de área, dos técnicos y cinco voluntarias acompañan a las participantes, que ... reciben una atención integral. Tres de estas voluntarias explican por qué forman parte de este proyecto y la importancia del mismo para que las usuarias mejoren su calidad de vida. Además, dos participantes comparten su experiencia.
Gema Echevarría lleva un año como voluntaria en Anjana, impartiendo el taller de creatividad. «Son personas con las que recibes mucho más de lo que das. Siempre he colaborado con causas solidarias, me falta tiempo para ello», reconoce esta mujer que todos los lunes enseña a cerca de diez mujeres, cada una con una situación personal «difícil», a dar una nueva vida a objetos básicos que suelen terminar en la basura. «Hacemos trabajos manuales de reciclaje a partir de cosas que se desechan. Mi lema es: no usar y tirar, transformar y reutilizar. Todo me sirve para hacer algo diferente y darle otra vida», matiza, destacando que este taller es un punto de encuentro para estas mujeres, donde relajarse y abrir la mente. «Para recuperarse es necesario ver las cosas desde un punto de vista diferente. Toda dificultad se puede superar, hay que acudir a la creatividad. Con la base del reciclaje siempre se puede transformar algo, y esto se puede aplicar a otros campos», concluye.
También es voluntaria en este proyecto María José Trimallez, quien lleva tres años ofreciendo el taller de cocina y nutrición. «Me considero una persona afortunada por poder jubilarme con una edad joven, relativamente, y buena salud. Pensé que podía aportar algo a la sociedad y me surgió esta opción», señala. Así, cada jueves, unas ocho mujeres aprenden sobre alimentación sana, que la comida sana no tiene por qué ser cara, y a cómo se puede aprovechar los alimentos, entre otros conocimientos, pero, lo más importante son los lazos que se establecen en torno a la cocina. «Alrededor de los fogones se desarrollan muchos vínculos, podemos ir contando nuestras cosas, escuchamos las experiencias de los demás, y podemos aportar soluciones. Es un momento donde volcamos nuestro día a día», concluye.
Por su parte, Lourdes, voluntaria desde hace una década en el taller de literatura Comunigando (comunicar jugando), imparte su actividad cada lunes a cerca de diez mujeres. «Comenzamos con una lectura, buscamos temas de actualidad, interpretamos teatro... el objetivo de las actividades es ser un espacio de encuentro, salir de la rutina, compartir experiencias y crear redes», detalla, y explica que se siente «feliz» por formar parte de este proyecto. «Es una forma de adquirir conocimientos. La educación y la cultura es muy importante para sentirnos seguras», apunta.
Estas actividades ayudan a mujeres como Elena López (nombre ficticio) a empezar una nueva vida. «Llegué hace 35 años a Anjana. Estaba en el mundo de la prostitución. Recuerdo que unas monjas me dijeron que me animase a participar en el proyecto y ha sido una de las mejores decisiones de mi vida», cuenta López, y recala en lo importante que es conocer a otras personas. «Salir del círculo para dejar la prostitución me costó un tiempo, pero en Anjana me encontraron otro trabajo. Fue un cambio muy positivo. Son como una familia para mí», reconoce. También ha logrado una oportunidad Sol Castaño. Bajo este nombre ficticio, cuenta que hace dos años contactaron con ella desde Anjana a través de un anuncio de chicas de acompañamiento. «En mi país, Colombia, era profesional en el comercio en negocios internacionales, pero con mi situación irregular no podía encontrar trabajo aquí. Un día, un cliente me amenazó con una pistola, me agredió y me robó. Esto afectó a mi salud mental. En Anjana me ofrecieron servicio psicológico y jurídico para resolver mi situación legal en España y pude encontrar un trabajo en hostelería. Hace unos meses me traje a mi madre y mi hija. Hay muchas chicas que están como estaba yo y quiero que sepan que se puede salir y tener una nueva vida», finaliza.
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