
Putin desafía a Eurovisión
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El Kremlin desempolva 45 años después el festival de música comunista para competir con el europeo, que excluyó a Rusia en 2022Izaskun Errazti
Domingo, 16 de marzo 2025, 00:27
Putin quiere seguir marcando el ritmo. Tal vez por eso ahora se ha propuesto desempolvar Intervisión, la alternativa soviética a Eurovisión, la fiesta europea de ... la música de la que Rusia quedó excluido en 2022 por la invasión de Ucrania. Lo intentó sin éxito en 2009 con China y los países de Asia Central como invitados, y ahora no está dispuesto a cosechar otro fracaso. Con un decreto firmado a principios de enero, ya ha puesto a trabajar en el empeño a su viceprimer ministro Dmitri Chernishenko con la previsión de que la cita se celebre en Moscú el próximo otoño con una veintena de participantes, incluyendo naciones como Azerbaiyán, Belarus, Brasil, China, Cuba y Kazajistán.
El presidente ruso, un entusiasta de la música popular de su país, promete un certamen 'limpio', «sin perversiones». Nada que ver con el festival europeo, que considera degenerado y corrupto. ¿Las razones? Valgan como ejemplos la victoria en 2014 de la drag queen austriaca Conchita Wurst cuando un año antes Putin había aprobado una ley que criminalizaba la «propaganda homosexual», así como el triunfo de Ucrania en la edición de la que su país quedó excluido.
En su origen, en plena Guerra Fría, Intervisión fue concebido como una plataforma para promover la unidad cultural dentro del bloque comunista. Un objetivo que se mantiene 45 años después. Por suerte, lo que ya no será igual es el peculiar sistema de votación que se estableció entonces, porque cuando la Unión Soviética puso en marcha su festival no había teléfonos en los hogares rusos. Así que para mostrar su apoyo o rechazo a una canción los espectadores debían jugar con la luz: encenderla si les gustaba el tema o permanecer con la casa a oscuras si no era así. Al final, la compañía eléctrica determinaba, supuestamente, el ganador en función de los picos de consumo registrados. No era su única peculiaridad, porque las actuaciones podían ser largas, de hasta 30 minutos, y la sede oficial de la cita se mantenía inamovible en la ciudad de Sopot, en Polonia.
En realidad, la idea de Intervisión nació en Checoslovaquia ante la negativa del bloque occidental de admitir en su fiesta de la música a los países de la órbita soviética. Allí se hicieron las primeras ediciones, entre 1965 y 1968, hasta que tuvo lugar la absorción del Festival Internacional de la Canción de Sopot, conocido como el 'San Remo del Bático'. Władysław Szpilman, el músico al que Adrien Brody dio vida en la película 'El pìanista' de Roman Polanski, había fundado aquel certamen en 1961.
La polaca fue, entre 1977 y 1980, la versión más abierta del festival comunista. De hecho, la lista de participantes acogió, además de a la Unión Soviética, a Checoslovaquia, Polonia, Alemania Oriental, Yugoslavia, Bulgaria, Rumanía y Hungría, a otros estados del bloque occidental como Suiza, España, Finlandia o Portugal, e incluso traspasó continentes con la inclusión de Cuba, Nicaragua, Marruecos o Canadá.
Esta vocación global permitió actuaciones como la de Salomé, que representó a la España de Franco y quedó en tercer puesto en 1968, un año antes de ganar Eurovisión con 'Vivo cantando'. En 1977 destacaron también los barceloneses de Rumba Tres con su 'No sé, no sé'. Ellos fueron los culpables de que la rumba catalana llegara al otro lado del telón de acero,
Pero aunque la competición contó con artistas invitados de todo el mundo, desde Cuba hasta Estados Unidos, nunca consiguió establecerse a largo plazo, Y, finalmente, el movimiento 'Solidaridad', pionero de la lucha contra el comunismo, y la ley marcial en Polonia terminaron con ella en 1980.
Cuatro años después, la televisión polaca TVP decidió retomar el Festival de Sopot en su formato original, e Intervisión dejó de celebrarse. Pero en 1991, con la caída del comunismo, los países del Este empezaron a sumarse a la cita europea. Rusia no se dio por vencida y en 2008 volvió a la carga. Sin embargo, la invasión que en aquel momento mantenía sobre Georgia dieron al traste con sus aspiraciones.
Esta vez no hay hueco para el fracaso y el festival de Putin rivalizará con Eurovisión con un estilo propio que celebrará los «valores tradicionales universales, espirituales y familiares». Así, el documento oficial del gobierno ruso aclara que «los artistas no podrán interpretar canciones que llamen a la violencia, ni que humillen la dignidad de la sociedad», según desveló la agencia Reuters. Y, subraya, se excluye por completo cualquier tema político.
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