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óscar beltrán de otálora
Madrid
Martes, 24 de marzo 2020, 01:15
En los últimos días, en varias farmacias españolas hay ciudadanos africanos que han intentado comprar cloroquina o sustancias similares. Esta medicina, creada para luchar contra la malaria, es tremendamente conocida en África pero además, el pasado 21 de marzo, Donald Trump mostraba su apuesta por ... esta sustancia como el arma clave para hacer frente a la pandemia. Un compuesto, sin embargo, lleno de riesgos y preguntas por resolver.
La cloroquina se conoce desde los años cuarenta y ha sido un elemento clave en la lucha contra la malaria, aunque hace doce años dejó de utilizarse al ser sustituido por otras medicinas. Según el experto en malaria y médico investigador de ISGlobal, centro impulsado por La Caixa, Carlos Chaccour, su empleo volvió a la actualidad después de que el centro para el control de las enfermedades de China informase de que lo había utilizado en la lucha contra el coronavirus. «Pero sobre todo, saltó a la palestra después de que se hiciera público un informe de un hospital francés que había probado esta sustancia en un grupo de 24 pacientes», señala Chaccour. «La cloroquina redujo significativamente la presencia del virus en las fosas nasales. En los casos en los que se suministró mezclada con el antibiótico azitromicina, el virus llegó a desaparecer», agrega el experto. A raíz de estos datos, el presidente norteamericano aseguró que llegaría a ser «uno de los mayores puntos de inflexión en la historia de la medicina».
Pese a estos resultados, la comunidad científica no es tan concluyente. «Lo que facilitó Francia son datos preliminares y con una muestra muy reducida. Como poco podemos decir que tenemos unos datos debatibles. Son cifra preliminares que, aunque tienen fallos, hacen interesante investigar más», explica Chaccour. El introducir el factor cloroquina en la lucha contra el virus tiene consecuencias. En Nigeria, donde hay 22 casos detectados de COVID-19 y ningún muerto, dos personas ya se han intoxicado por sobredosis de cloroquina.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha asegurado hoy que la cloroquina es una opción más entre las que está barajando como remedios ante el virus. «Hay algunos indicios de que podría ser útil, pero no hay estudios claros y rigurosos que se hayan realizado para probar o refutar que la cloroquina es efectiva», ha explicado la científica principal de la OMS, Soumya Swaminatha. El mensaje de esta institución es que es necesario realizar todavía más ensayos sobre la utilidad real de esta medicina, sin descartar que en algún momento se puedan encontrar aplicaciones en la batalla contra el coronavirus. No obstante, a raíz de la intoxicación detectada en Nigeria, la OMS ha alertado de los riesgos que supone en estos momento comenzar a ingerir el medicamento como tratamiento contra la pandemia. La sobredosis de cloroquina puede causar problemas que van desde las convulsiones, vómitos, presión arterial baja a la sordera y problemas de visión.
Para comprender el efecto de la cloroquina es necesario entender uno de los efectos más graves del COVID-19. «Al ser un patógeno nuevo, una amenaza que nuestro cuerpo desconocía hasta ahora, el organismo reacciona con una respuesta muy fuerte del sistema inmune. Ello ha supuesto que algunas muertes se hayan producido por esta dura reacción de su sistema inmunológico». «Por el contrario -añade Chaccour-, la cloroquina es inmunomoduladora, es decir reduce la respuesta de nuestro organismo. Por eso se cree que puede ayudar». En cierta forma, es como si nuestro cuerpo arrojase al coronavirus una bomba atómica cuyos efectos dañan también nuestra capacidad de supervivencia. La cloroquina reduce el efecto de esa explosión para que se centre en el virus. Además, lo que todavía no está demostrado es que la sustancia tenga un efecto preventivo, es decir, que se pueda tomar para evitar el contagio del coronavirus.
En cualquier caso, si se llega a demostrar que la cloroquina es eficaz en la lucha contra la pandemia surgirían nuevos problemas que habría que tener en cuenta. «Si de verdad es útil contra el coronavirus, la cloroquina sería oro. No todos tendríamos acceso a esta medicina y habría que estimar muy bien a quién se le proporciona», alerta Chaccour. Pero si se llegan a demostrar los efectos profilácticos, también aparecerían otro tipo de dilemas. «Si evita el contagio se le podría suministrar, por ejemplo, al personal sanitario y a los policías como forma de protección hasta que se desarrolle una vacuna. Lo que esta medida implica es que en los 12 o 18 meses que se tardará en encontrar la vacuna, los grupos de riesgo tendrían que tomar las dosis de forma constante porque en cuanto la dejas de tomar, su cuerpo vuelve a ser vulnerable ante el virus», indica el experto.
Las autoridades indias dieron luz verde ayer a la utilización de la hidroxicloroquina, un medicamento contra la malaria para prevenir el coronavirus entre la «población de alto riesgo», como los trabajadores sanitarios, en un intento por detener el ascenso de casos positivos que ya superan los 400, con siete muertes. «El Grupo de Trabajo Nacional para el COVID-19, constituido por el Consejo Indio de Investigación Médica, recomienda el uso de hidroxicloroquina para la prevención de la infección» por coronavirus, informó el Ministerio indio de Sanidad, que incidió en que solo se debe administrar a personas que luchan contra el COVID-19.
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