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FERMÍN APEZTEGUIA
Miércoles, 27 de abril 2022, 08:37
El uso de aspirina para protegerse de un accidente cardiovascular carece de sentido cuando nunca se ha sufrido uno. Una plataforma independiente que asesora al Gobierno de Estados Unidos, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos USPSTF, publica este martes un informe que deja atrás ... para siempre la recomendación clásica de colocarse bajo la lengua una pastilla de ácido acetilsalicílico cuando se sospecha que se está sufriendo un infarto. Su utilización en personas mayores de 60 años no se justifica porque, según dicen, su toma expone a este tipo de pacientes a un mayor riesgo de hemorragias. Por debajo de esa edad, el beneficio obtenido es «tan pequeño» que la medida tampoco puede recomendarse de manera general, sino individualizada, caso por caso.
Estas recomendaciones se dirigen exclusivamente a los pacientes que participan en programas de lo que los médicos llaman prevención primaria. Están pensadas, por tanto, para personas que nunca han sufrido un ataque cardíaco, un ictus o una trombosis, pero que por sus condiciones de salud afrontan un mayor riesgo de padecerlo. Con supervisión médica, la aspirina sí seguirá utilizándose a dosis bajas en personas con antecedentes vasculares, que es lo que se conoce como prevención secundaria. En este supuesto, según explican, la medida se justifica porque el beneficio que se obtiene resulta mayor que el riesgo que se corre.
Primera causa de muerte
El Grupo de Trabajo de los Servicios Preventivos de Estados Unidos es una plataforma profesional e independiente, que está considerada como la principal referencia del país en torno a pruebas de detección, uso de medicamentos y asesoría psicológica. Su palabra no genera dudas entre los profesionales del mundo occidental, porque se sostiene sobre los pilares de la evidencia científica. La plataforma elabora de manera periódica rigurosos análisis de los diferentes estudios publicados en el mundo sobre diferentes cuestiones de salud para verificar sus conclusiones y establecer criterios definitivos.
El referido al uso de la aspirina llega tras el estudio de trece ensayos clínicos elegidos de forma aleatoria en los que participaron 161.680 pacientes de más de 40 años. Todos ellos tomaban unos 100 miligramos diarios de media como medida de prevención primaria. Las conclusiones de la investigación resultan tan contundentes que se publican hoy en la reconocida revista internacional 'JAMA', de la Asociación Médica Estadounidense.
Las enfermedades del sistema circulatorio representan la principal causa de muerte en Estados Unidos y son responsables de una de cada cuatro muertes. La situación es prácticamente igual en España. La mayoría de los ciudadanos de nuestro país fallece por este tipo de patologías, el 24,3%, casi dos puntos por encima de todos los cánceres, según los últimos datos conocidos, referidos a 2020.
Pérdida de años de vida
El informe de los expertos norteamericanos, en línea con lo que venían apuntando distintos trabajos de los dos últimos años, concluye que la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares en adultos de 40 a 59 años con riesgo de sufrir un infarto o un ictus en los diez siguientes «debe ser una decisión individual», adoptada por el médico que lleve el caso. «La evidencia indica que el beneficio neto del uso de aspirina en este grupo de población es pequeño».
A partir de los 60 años, su utilidad se «desaconseja» porque no sólo no se obtiene «un beneficio neto» menor, sino que a partir de esa edad «el riesgo de hemorragia gastrointestinal, intracraneal o de ictus hemorrágico se incrementa» con los años. El peligro es mayor en la población masculina, si se tiene diabetes o presión arterial elevada (hipertensión), antecedentes de problemas gastrointestinales, enfermedades hepáticas o se fuma.
Tomarse una pastilla de ácido acetilsalicílico para protegerse de un accidente vascular que nunca se ha tenido constituye ya una temeridad cuando se tienen más de 70 años. «Supone una pérdida de años de vida, ajustados por tiempo y calidad en todos los modelos analizados», advierten. La terapia con «aspirina –concluye el grupo de expertos– debe iniciarse de forma selectiva y basándose en la toma de decisiones individuales; en lugar de hacerse de forma rutinaria para toda la población».
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