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Dos décadas dedicadas al estudio de los coronavirus en el CSIC llevaba Sonia Zúñiga cuando China comunicó la aparición de un nuevo virus, el SARS-CoV-2. Desde entonces, esta bióloga molecular forma parte de un equipo centrado en poner todo el conocimiento acumulado en ... 20 años al servicio del desarrollo de una vacuna que aporte una inmunidad esterilizante -prevenga del contagio- con una sola dosis, muy prolongada y que proteja contra las diferentes variantes que puedan surgir en el futuro.
- ¿Cómo es la vacuna en la que trabaja el equipo del que forma parte?
- Es única en el mundo porque está basada en el virus completo reconstruido por medio de ingeniería genética. Le hemos quitado los elementos que hacen que cause una enfermedad severa y los que le permiten diseminarse. Es un virus que no es un virus. Nos hemos quedado con su RNA y hemos conseguido que se autoamplifique.
- ¿A qué se refiere con autoamplificar?
- Las vacunas de RNA mensajero existentes (Pfizer, Moderna, CureVac) se basan en un ácido nucleico que expresa la proteína S. Inoculan una cantidad determinada para lograr esa protección. Sin embargo, la nuestra lo que consigue es multiplicar en el organismo esa defensa. Por eso es necesaria una sola dosis y de cantidad mucho menor para alcanzar el nivel de proteína necesaria para estimular la inmunidad.
- Una de las cuestiones llamativas de la vacuna en la que trabajan será su forma de inocularla.
- Estamos valorando varias vías de administración. No solo la intramuscular tradicional. Esta es muy fácilmente aprobable por las agencias reguladoras, dado que es la más habitual. Evaluamos también otra rutas a través de las mucosas, que es por donde entra el virus al organismo. Así se conseguiría una protección frente a la enfermedad y la infección. Nuestra vacuna sería inhalada, similar a los sprays que usan los asmáticos. Da una inmunidad esterilizante. Eso es muy bueno porque permite evitar o reducir muchísimo también los contagios. Y, con ello, la multiplicación del virus y que aparezcan variantes. Pero también es complicado lograr esa respuesta inmunitaria a través de las mucosas. En ello estamos trabajando.
«PROTEGEN DE LA ENFERMEDAD»
- ¿Cuándo creen que podría estar lista para emplearse en la población general?
- Nuestra vacuna es la que va más retrasada de las tres que desarrolla el CSIC. Las de nuestros compañeros podrían estar listas a finales de año. Con la nuestra el objetivo es comenzar durante este primer semestre los ensayos en animales y arrancar con los clínicos en humanos en el último trimestre del año. Para mediados-finales de 2022 podría estar lista.
- ¿Protege ante las nuevas variantes?
- Es algo que tenemos en cuenta. En cada variante cambian una, dos, tres posiciones de la proteína de la espícula. Cada vacuna lo que hace es generar una colección múltiple de anticuerpos que reconocen varias partes de esa proteína. Por eso son varios los preparados actuales que no están afectados por esos cambios que introduce el virus. Con nuestra vacuna, esa compilación de anticuerpos la aplicamos con varias proteínas virales en lugar de con una. Por ello, las probabilidades de que las mutaciones le afecten es menor que con las que solo se centran en una proteína.
- ¿Cuánto se prolonga la inmunidad que ofrecen los sueros?
- Todas las vacunas se desarrollan con la idea de que la protección que ofrecen sean igual o mejor que la inmunidad natural que aporta una infección al virus. En las que se están administrando ahora se ve que esa cobertura dura, de momento, siete u ocho meses. Veremos qué es lo que pasa en el futuro. Dependerá mucho del propio virus. Hay algunos con los que la inmunidad cae antes y otros en los que dura más.
PROBLEMA MUNDIAL
- ¿Su vacuna ofrecerá una inmunidad más prolongada que las actuales?
- La nuestra proviene del genoma completo del virus y no únicamente contiene la proteína S. Esto hace que contenga otras proteínas virales que también estimulan la respuesta inmune a nivel celular. Por ello esperamos que la cobertura que dé sea mucho más completa que la que ofrecen otros preparados. Eso es lo que nos dice nuestra experiencia con preparados similares que hemos desarrollado con anterioridad para otros coronavirus.
- Estos días se está hablando de la posibilidad de que sea necesario pinchar una dosis de recuerdo.
- Es algo que dependerá de varias cosas. En primer lugar, del propio virus. Las vacunas que hay ahora protegen de la enfermedad. Disminuyen los pacientes graves y las muertes. Pero, de momento, no evitan el contagio. Sí parece que bajan un poco la tasa de infección, pero no se sabe si es porque los vacunados transmiten menos el virus o lo hacen durante menos tiempo. Esto permite al SARS-CoV-2 seguir circulando y mutar. Pfizer y Moderna ya están reactualizando sus vacunas y planteando la necesidad de administrar una dosis de recuerdo para contar con una protección mejor ante nuevas variantes. El escenario es muy cambiante.
- Otro tema de actualidad es la posibilidad de combinar vacunas en personas que han recibido la primera dosis de AstraZeneca. ¿Qué le parece esta posibilidad?
- Desde un punto de vista teórico es posible, pero no se ha probado. En enero empezó un ensayo en Reino Unido sobre combinar Pfizer y AstraZeneca. En España acaba de comenzar otro. Con ellos vamos a aprender si se pueden combinar. Pero, si no tuviésemos datos sobre sus resultados antes de que llegue el momento de dar la segunda dosis a los que han recibido la primera de AstraZeneca, una posición prudente y sensata sería vacunarlos con la misma fórmula. La posibilidad de que sufran esas reacciones adversas tan excepcionales es aún menor. Puesto que no se saben los efectos de combinar vacunas, lo seguro es poner dos de la misma, que es lo que está ensayado.
- ¿Cómo ve la campaña?
- En Europa y Estados Unidos se dispone de viales y se está vacunando a un ritmo bueno. En España veo factible tener cubierta al 70% de la población durante el verano. Quizá no en julio, pero sí antes de que acabe septiembre. El problema más grande ahora es una pandemia mundial y hay otros países en los que el acceso a los sueros es muy distinto al nuestro. Debemos ser conscientes de que hasta que no esté todo el planeta vacunado el riesgo sigue presente.
- Da la sensación de que todo el conocimiento investigador que hay en el CSIC y los logros que se obtienen en los laboratorios con la vacuna para el coronavirus cuesta luego que lleguen a la población general. ¿Es realmente así?
- Tradicionalmente, la investigación y desarrollo en España estaba muy focalizada en el sector público. Algo que, en cambio, no ocurría en el ámbito veterinario, donde la traslación de la investigación en laboratorio a una vacuna y comercialización era muy rápida. Eso es así porque hay muy buenas empresas dedicadas a ese sector. Con esta pandemia ha habido que hacer una reconversión y varias de esas compañías están empezando a producir vacunas humanas, algo en lo que en España no había tanta tradición. Nos estamos poniendo las pilas para que, si algo similar vuelve a pasar, no nos coja en la misma situación y la capacidad para dar el salto del laboratorio al producto que va a llegar a la sociedad sea mucho más rápida. Para eso es preciso inversión pública, pero también mucha privada. Necesitamos empresas que se dediquen a la biotecnología, a producción de vacunas, de medicamentos... En España no tenemos tantas compañías de estas.
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