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Enric Bonet
París
Martes, 4 de marzo 2025, 20:04
«Siempre estaba en la transgresión, nunca me impedía nada». Habían pasado la seis de la tarde cuando Joël Le Scouarnec resumió con estas palabras ... su vida como depredador. El Tribunal de Vannes (noroeste de Francia) interrogó durante más de cinco horas a este cirujano jubilado, al que juzgan por haber violado o abusado de 299 niños. La sesión de este martes representó un viaje a las entrañas de este delincuente sexual XXL.
Lejos de la caricatura de un hombre salvaje y que no controlaba sus pulsiones, Le Scouarnec, de 74 años, apareció ante los jueces con un discurso tranquilo, calculado y monocorde, a pesar de algunos lapsus sospechosos. Por ejemplo, aportó unas explicaciones poco convincentes de un momento en 1994 —¿quizás habían descubierto su atracción por los menores?— en que se fue deprisa y corriendo de una clínica para irse a trabajar a otra región, en Bretaña, donde lo juzgan en estos momentos. A pesar de ello, se presentó como un perverso y oportunista, que «actuaba en función de las oportunidades que se me presentaban».
De hecho, su pedofilia se benefició de un entorno propicio: su trabajo como médico. Le Scouarnec reconoció haberse aprovechado de «su actividad profesional» para «abusar de niños en todas aquellas situaciones en que podía hacerlo sin asumir ningún riesgo». Entre sus víctimas, los agentes han contabilizado hasta 296 pacientes. Una parte significativa de esas violaciones o agresiones se produjeron en el momento posoperatorio, cuando esos menores ya se habían despertado. Alrededor de un tercio de ellas tuvieron lugar cuando las víctimas estaban anestesiadas en la sala de operaciones.
«¿Su despacho era un refugio para sus actividades pedófilas?», le preguntó la jueza Aude Buresi. «Absolutamente», respondió Le Scouarnec. Era delante de su ordenador en el hospital donde veía vídeos pedopornográficos. También guardaba allí una parte de las muñecas que coleccionaba. Los agentes contaron hasta 70, algunas de las cuales tenían la talla de una niña de 6 años. «Les daba un nombre» y «hablaba con ellas como si fueran una niña pequeña», explicó el cirujano.
Sus tareas enfermizas incluían montajes con imágenes sexuales; por ejemplo, de él desnudo o masturbándose, así como fotografías de niños y adolescentes con una clara connotación sexual. También reconoció haber abusado sexualmente de sus animales de compañía. «No me censuraba en ningún aspecto y lo escribía todo», afirmó Le Scouarnec sobre su diario personal, que almacenó en su ordenador y en distintos discos duros. Ese documento resultó decisivo para descubrir esta trama tentacular y a las 299 víctimas. No obstante, el acusado, que abusó de una de sus nietas y varias sobrinas, admitió que algunos de los pacientes agredidos podrían aún no haber sido localizados.
Pese a la centralidad de su trabajo como médico en su comportamiento, Le Scouarnec insistió en distinguir esas dos facetas de su vida. «Mis actividades pedófilas no afectaban mi actividad como cirujano», aseguró ante la corte. El conocido como «el cirujano de Jonzac» se benefició de una evidente impunidad por parte de la administración, tanto en los hospitales públicos como en las clínicas privadas donde trabajó. Aunque en 2005 lo condenaron por la posesión de imágenes pedopornográficas a cinco meses de prisión condicional, eso prácticamente no afectó su vida laboral. Y, por consiguiente, sus constantes abusos sexuales.
Durante el interrogatorio, recordó que dos compañeros médicos se habían reunido con él y le habían pedido que dimitiera debido a su obsesión por los menores de edad. «Les respondí que no lo haría y que no renunciaría a mi sueldo», explicó. Entonces, le exigieron que siempre estuviera acompañado por alguien en el hospital. «Les dije que no había ningún problema por ello, pero eso no duró demasiado tiempo», afirmó el cirujano.
Esa poca reactividad por parte de sus superiores le sirvió para seguir agrediendo hasta 2017, cuando lo encarcelaron por haber violado con los dedos a una vecina, de 6 años. Fueron más de dos décadas en que la impunidad rimó con la pedocriminalidad de uno de los peores delincuentes sexuales de las últimas décadas en Francia.
El internado de Notre Dame de Bétharram reconoció este martes «su responsabilidad» en los «abusos masivos» cometidos en ese colegio católico, ubicado en el suroeste de Francia. Tras meses sin haberse pronunciado sobre este escándalo de pedofilia que hace correr ríos de tinta en el país vecino, el obispo Laurent Bacho dijo sentirse «responsable» del «sufrimiento de esos niños (…) a los que destruyeron» sus vidas, en una entrevista para la Agencia France-Presse en la que habla en nombre de la dirección del centro. Más de 150 exalumnos han presentado denuncias por las agresiones sexuales o físicas que sufrieron por parte de los religiosos u otros trabajadores del internado. Bacho también anunció la creación de un fondo, de unos 700.000 euros, para indemnizar a las víctimas. «La reparación financiera es importante porque da un mayor valor a las palabras», sostuvo. También expresó su voluntad de crear una comisión de investigación independiente que recoja los testimonios de los exalumnos que sufrieron esos abusos. Su trabajo no se limitará únicamente en Francia, sino también en los centros en el extranjero. La congregación de Bétharram cuenta con una parroquia en la localidad guipuzcoana de Hondarribia.
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