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ALBA CÁRCAMO
Jueves, 6 de agosto 2020, 09:29
«Oye, que hay un niño que se está ahogando. Ganeko va hacia adentro, llama al 112». Lander San Pedro, de 10 años, alertaba así ... a su madre de que su hermano de 12 estaba intentando salvar la vida de otro menor de casi su misma edad. Sucedió en la playa de La Arena sobre las 10.15 horas de ayer. Todavía no había empezado el servicio de socorrismo -arranca a las 11.00- y el surfista de Trapagaran, un habitual del arenal de Muskiz, vio a lo lejos a unos niños que practicaban snorkel pidiendo ayuda. No se lo pensó dos veces, y con su tabla fue al rescate.
«Hice un curso de surf en esta playa el año pasado», decía Ganeko, quitando hierro a su hazaña. En esas clases le explicaron las traicioneras corrientes que recorren esta playa. También esa en la que estaba a punto de entrar el niño, una que te arrastra mar adentro. Su intervención evitó que el chaval, «de unos 11 años», se ahogara. «Estaba lejos, me he bajado de la tabla y no tocaba fondo», explicaba este amante de las olas. La niña se encontraba más cerca de la orilla, «y la había cogido otra persona». Cuando llegó hasta el chaval, ya se había sumergido, así que le sacó del agua y, con gran esfuerzo, le subió a su tabla. Entonces, otro surfista, un adulto, se dio cuenta de que algo raro sucedía, y se acercó para ayudarles y llevar al menor hasta la orilla. Finalmente, no fue necesaria la presencia de una ambulancia.
A la pregunta de cómo hace algo tan peligroso sin dudar, su respuesta es sencilla: «Tenía una tabla y la he aprovechado». Su orgulloso padre, Fran, especulaba con que los otros muchachos «no conocerían bien la playa y se habrán despistado». «Cuando han levantado la cabeza para mirar se han dado cuenta de que estaban ya metidos muy adentro».
Para el joven héroe lo de ayudar no fue algo puntual; tiene vocación de servicio. Tanto él como su hermano saben primeros auxilios, hacen ejercicios de reanimación cardiopulmonar y se conocen al dedillo el manual de socorristas. De hecho, ya están preparándose para las pruebas de la Cruz Roja, aunque no pueden trabajar salvando vidas en las playas hasta los 16 años.
Hijos de dos policías, su madre es además psicóloga del Erie (Equipo de Respuesta Inmediata de la organización humanitaria). «Les decimos que una acción puede cambiar el mundo, que hay que actuar», comentaba su progenitor, más consciente que nunca de que «eso ha calado» en sus hijos.
El rescate, además, no pudo llegar en mejor momento para Ganeko, en pleno debate familiar sobre si comprar o no un kayak. El chaval de 12 años defiende que es un ejercicio «muy bueno», que se utiliza en las pruebas de socorrista, que es «más rápido que una tabla» si hay que ir a rescatar a alguien… Y la mañana de ayer le dio más argumentos. «¿Has visto, papá? He tenido que ir con la tabla, ese kayak tiene que caer…», espetó a su padre, que es consciente de que «ahora toca negociar».
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