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«Desgraciadamente siguen apareciendo cuerpos». La DANA más destructiva de los últimos cien años en España ha dejado un rastro de muerte y destrucción en el este peninsular. Al menos 95 personas -92 en la Comunidad Valenciana, dos en Castilla-La Mancha y una en Andalucía, según el último balance oficial- han perdido la vida por las lluvias torrenciales que lo arrasaron todo a su paso desde la tarde del martes. En todo caso, «la cifra es provisional», insisten los portavoces del Centro de Coordinación Operativa Integrado del Ministerio del Interior, que recoge información de distintos cuerpos de seguridad y emergencias. «La lista de desaparecidos es aún larga», apuntan, y por ello es posible que el trágico saldo de fallecidos aumente todavía más.
En este sentido, en la provincia de Valencia, la zona más perjudicada por la DANA junto a puntos de Albacete, Málaga y Almería, los servicios de emergencia hacían balance a última hora del miércoles. Treas realizar durante toda la jornada un total de 70 evacuaciones aéreas (por helicóptero) y 200 rescates terrestres, tras la última visualización no quedarían -«de forma preventiva y con todas las cautelas», apostillan- personas por rescatar en tejados ni en otros puntos elevados o visibles desde el aire, al tiempo que no tenían constancia de que hubiera ya personas atrapadas en sus vehículos. Este jueves, sin descartar que pudiera haber nuevos rescates, tratarán de iniciar la fase del restablecimiento «lo antes posible» de todas las infraestructuras.
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J. Martínez / R. C.
Tras una noche de oscuridad -muchos de los municipios afectados perdieron el suministro eléctrico-, los primeros rayos del alba dejaron constancia de la magnitud de las lluvias, del diluvio. Barrancos desbordados, calles anegadas, viviendas arrasadas, puentes destrozados, coches apilados… «Se tardarán meses e incluso años en calcular el coste total de los destrozos», señalan a este periódico fuentes del sector de los seguros. «Lo importante es ayudar a todas las personas afectadas», expresó por su parte el Rey Felipe VI. «Es la noche más dura que yo recuerde en los 18 años de la UME», reconocía un mando de la Unidad Militar de Emergencias.
A su llegada a las calles de Mira (Cuenca), de Letur (Albacete) y también de los municipios más afectados de La Huerta de Valencia, los militares de la UME se han encontrado riadas, escombros y restos de árboles que impedían las labores operativas de rescate. Los primeros efectivos llegaron pasadas las tres de la tarde del martes, hora en la que el Tercer Batallón de Intervención en Emergencias BIEM III de la UME recibió la petición formal de ayuda del Gobierno de la Comunidad Valenciana.
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A ellos se añadieron unidades de los batallones de Sevilla, Madrid, Zaragoza y León hasta movilizar un total de un millar de militares para colaborar en las labores de búsqueda de supervivientes en las zonas más afectadas. «Está todo el mundo movilizado», informó Margarita Robles, ministra de Defensa, en los pasillos del Congreso de los Diputados. Mientras, en las carreteras los agentes de la Guardia Civil trabajaban a destajo para rescatar de sus vehículos a las 1.200 personas que aún seguían a última hora de la tarde atrapadas en diferentes puntos de las autopistas A-3 y la A-7 por accidentes o cortes provocados por la climatología adversa -durante el día lograron sacar a 2.500 personas-. Asimismo, había 5.000 vehículos que continuaban bloqueados.
Los equipos de rescate trabajan, además, con el apoyo de los helicópteros NH90 Ala 48 del Ejército del Aire y dos más del Ejército de Tierra, que se suman a varios drones equipados con cámaras térmicas que recorren desde el aire los municipios en búsqueda de supervivientes. A ras de suelo, en las zonas donde es posible, los batallones de la UME han recorrido las calles con todoterrenos y lanchas neumáticas en zonas completamente anegadas. «Se pide a toda la población que, por favor, se mantenga en sus domicilios a la espera de ser rescatados», anunciaron los equipos de emergencias presentes en la zona.
«Que nadie ponga en riesgo su vida», advirtió el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una declaración institucional desde la Moncloa. «Estamos trabajando de forma coordinada para hacer lo posible y vamos a poner todos los medios necesarios para que podamos recuperarnos de esta tragedia», avanzó. Horas más tarde, el Ejecutivo, por medio del ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, destacó que las zonas azotadas por la DANA serán «declaradas como altamente afectadas», aunque no será hasta el Consejo de Ministros del próximo martes. «Arbitraremos todas las ayudas tanto estatales como fondos europeos», dijo el político canario. Además, se han declarado tres días de luto nacional en recuerdo a las víctimas mortales.
A las siete de la mañana del martes llovía como si no hubiera un mañana en Chiva (Valencia). A las seis ya lo hacía en La Alcudia. Pero horas antes, en la madrugada del lunes al martes, estas lluvias torrenciales anegaron gran parte de la provincia de Málaga. «Sabíamos que venía una DANA importante», destacan varios meteorólogos. A las 14:30 horas del martes, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) lanzó un aviso especial por lluvias intensas «en el área del Estrecho, Andalucía Oriental, Murcia, este de Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana». Ahora las miradas se posan en Jerez de la Frontera (Cádiz), Aragón y parte de Cataluña.
Dicha alerta apuntaba a precipitaciones acumuladas entre 150 y 180 litros por metro cuadrado en 12/24 horas. Unos cálculos que se quedaron cortos. Los pluviómetros de la Aemet en Chiva recogieron solo en ocho horas 491 litros por metro cuadrado en solo ocho horas en la localidad de Chiva, una cifra descomunal equivalente a casi lo que llueve allí en un año. En unos minutos, las calles se convirtieron en ríos. «Llegó en un visto y no visto», rememora un vecino de Chiva.
Un testimonio que se repite en Utiel, en Paiporta, en La Alcudia, en Cheste, en Requena, en Mira y en Letur. En todos ellos, el cielo se abrió en cuestión de horas y el agua comenzó a subir. «Alcanzó hasta tres metros», destacó Ricardo Gabaldón, alcalde de Utiel. Los más 300 litros por metro cuadrado en Requena, los 400 de Buñol y Turís o los casi 275 litros en la propia Utiel desbordaron el río Magro y el barranco del Poyo; anegaron la autovía A-3 y arrancaron de cuajo varios puentes.
Mientras la tromba de agua se desplazaba hacia el interior peninsular, los valencianos continuaban su día a día. «Mira, era un día tan normal... Mi marido se fue al gimnasio, prueba de la tranquilidad. Se volvió corriendo a casa cuando, de repente, vio el agua», comenta María, vecina de Paiporta (Valencia). A otros muchos les pilló saliendo del trabajo, del colegio o de la universidad.
¿La continuación de la historia? Una noche angustiosa en vela en el techo de sus vehículos, resguardados en oficinas, fábricas o directamente en una tienda de Ikea. A pesar de la alerta roja activada por la Aemet, el aviso a la ciudadanía no se materializó hasta las 20:11 horas cuando sonaron al unísono todos los teléfonos móviles en La Huerta de Valencia. Pero el mensaje llegó tarde, muy tarde. Sobre ello, el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, defendía que el sistema de alertas ante el temporal de la DANA está «protocolizado y estandarizado», añadiendo que está «coordinado por la Dirección General de Protección Civil del Gobierno de España».
Ocho horas antes el agua bajaba ya por la rambla del Poyo a 263 metros cúbicos por segundo. La primera voz de alerta la dio el Centro de Coordinación de Emergencias, luego llegó el aviso de la Confederación Hidrográfica del Júcar y a continuación ayuntamientos y policía local. El siguiente paso fueron las conexiones en directo de televisiones, radios y coberturas de periódicos. Los ecos del caos ya resonaban por numerosos enclaves de la Comunidad Valenciana.
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Cuando llegaron los avisos del sistema ES-Alert, que permite a las autoridades de Protección Civil mandar mensajes relevantes e inmediatos a la población a través de las antenas de telefonía y repetidores telefónicos en caso de emergencia, miles de ciudadanos se encontraban atrapados en numerosos puntos del este peninsular. «Se comunicó por todos los canales disponibles desde el domingo y se decretó alerta roja el lunes por la tarde», explican fuentes de la Administración.
A falta del balance final, esta DANA ya se sitúa como el primer desastre natural por número de fallecidos por delante de las riadas de Biescas (Huesca) en 1996 y del Turia en 1957, en las que perdieron la vida entre 80 y 100 personas. El último precedente de un suceso similar en la historia reciente fue la riada del camping de Biescas, en la provincia de Huesca. Ocurrió el 7 de agosto de 1996, cuando una crecida repentina del torrente de Arás arrasó el camping Las Nieves provocando la muerte de 87 personas y dejando heridas a más de 187.
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