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Eva Molano y Pablo Ariza
Miércoles, 30 de octubre 2024
Al menos 92 personas han muerto en Valencia como consecuencia del catastrófico temporal, entre ellas varios niños, según han confirmado fuentes de emergencias de la Generalitat. También ha perdido la vida una mujer de 80 años en Mira (Cuenca). Mientras tanto, más de una veintena ... de personas permanecen aún desaparecidas. A las siete de la mañana se ha puesto en marcha el teléfono para los familiares de desaparecidos y aquellos que puedan ofrecer información relevante. La noche del martes 29 al miércoles 30 de octubre de 2024 pasará a los anales como la peor gota fría de un siglo a esta parte. Los testimonios que recoge elcorreo.com son desgarradores.
Ricardo Gabaldón, alcalde de Utiel, ha confirmado que hay fallecidos en la localidad. La dificultad en poder llegar a todos los puntos arrasados por el Magro ha sido máxima. Los barrios de la Fuente, la Alameda y San Isidro y San Agustín fueron las zonas más afectadas por el desbordamiento del Magro. Aunque se hizo todo lo humanamente posible, «fue imposible rescatar a todos aunque se intentó», se lamenta.
Leyre trabaja en en el polígono comercial de Massanassa y ha pasado la noche junto al resto de sus compañeros con el agua por la cintura, sin posibilidad de regresar a casa. «Los coches y los contenedores estaban flotando en el agua, no había manera de salir». Su coche y todos los que estaban aparcados fuera han quedado totalmente destrozados. Cuando ha amanecido en Valencia, la afectada y el resto de sus compañeros han podido salir de la tienda con la orden de alojarse en casas cercanas, ya que los accesos a Valencia están cortados. En la localidad de Ribarroja del Turia, los trabajadores también han permanecido toda la noche confinados en almacenes de polígonos.
Alzira, capital de la comarca de la Ribera Alta, también ha sufrido el azote de la DANA. «Había gente que fue al gimnasio y ya no pudo salir del parking», apunta una vecina. Esas personas han pasado la noche en sus coches sin poder recibir ayuda. «No hemos podido ni darles agua, ni mantas, ni nada porque no podíamos pasar».
El drama se está cebando con la Comunidad Valenciana. La peor DANA en lo que va de siglo está dejando historias desgarradoras como la que protagoniza Lourdes María García, una mujer de 34 años desaparecida en Paiporta junto a su bebé de tres meses. Lleva en paradero desconocido desde la noche del martes y su familia está utilizando las redes sociales para intentar localizarla desesperadamente.La última vez que se le vio con vida fue este martes alrededor de las 21.00 horas, en Paiporta, una zona muy castigada por el paso de la gota fría. Ella, junto a su bebé, Angeline, y su marido, Antonio Tarazona, fueron sorprendidos por una fuerte tromba de agua en mitad de una rotonda cuando volvían de visitar a la abuela de la niña
Antonio está ejerciendo de portavoz de la familia en diferentes medios con el objetivo de encontrar alguna pista para saber cuál es el paradero de Lourdes y el bebé. Lo último que supo es que la ayudó a subir al techo del vehículo, un Omoda negro. Él sí logró escapar del temporal tras ser arrastrado por la riada. «Lo último que vi fue cómo pedían auxilio desde el coche», lamenta el marido. Él intentó ir a por ellas pero le fue imposible y ha reconocido que ha tenido suerte de no haber muerto en el intento.«Lourdes me llamó en ese mismo instante, estaba asustada y me dijo que intentaría aguantar lo máximo que pudiera, por su hija», relata Clara Andrés, niñera de la familia a ABC. «Me dijo que cuidara de sus dos hijos, ella ya se temía lo peor», añade la mujer. Instantes después, la llamada se cortó.
Beatriz Garrote, volvía del trabajo a su casa en Torrent y quedó atrapada junto a cientos de conductores más durante cerca de siete horas en un tramo de la circunvalación de Valencia. Salió de allí a las tres de la madrugada. «El coche se quedó atascado y de repente el agua empezó a subir muy deprisa. Ahí ya no había salida posible». Subió el nivel de agua del nuevo cauce del río, que discurre paralelo a la V-30. «Pegó una crecida brutal. Estábamos atrapados, no veíamos escapatoria y tuvimos que atravesar una corriente de agua muy fuerte. Fue una situación crítica. La sensación que me dio fue que en media hora podíamos haber acabado en el mar», relata. Había vehículos volcados y otros habían caído al cauce nuevo. Unos autobuses de la EMT les llevaron hasta un albergue horas después.
En Benifaió se vivió una noche de pesadilla. Varios profesores se refugiaron en el tejado del colegio. «No sabemos si bajaron del tejado del cole a una profesora junto con 50 personas más. El marido de otra ha vuelto a casa a pie con un pie roto después de estar horas sobre un camión. Una ambulancia con un enfermo quedó atrapada y salvaron la vida de milagro. Al menos 10 compañeras se han quedado sin coche y al menos otras 6 tienen la casa inundada hasta arriba. Una de ellas ha resguardado a 15 personas y otra contaba entre lágrimas que en la carretera había gente en los coches y que están bajo el agua ahora. Otra nos contó que salvaron a un chico, pero no a su pareja. No tenemos luz y no podemos ver las noticias, pero hay muertos y muchos», exponía una usuaria de X, antes Twitter.
«La crecida nos bloqueó por completo, pero muchos de los que estábamos allí no querían abandonar sus coches. Yo les advertí cuando el agua nos llegaba ya a las rodillas y la riera era ya un muro de agua imposible de frenar». El relato de Julián recrea una de las repetidas situaciones límite que se vivieron ayer en las carreteras de Valencia, donde algunos conductores han perdido la vida por permanecer en el interior de sus vehículos.
«La crecida nos bloqueó por completo, pero muchos de los que estábamos allí no querían abandonar sus coches. Yo les advertí cuando el agua nos llegaba ya a las rodillas y la riera era ya un muro de agua imposible de frenar». El relato de Julián recrea una de las repetidas situaciones límite que se vivieron ayer en las carreteras de Valencia, donde algunos conductores han perdido la vida por permanecer en el interior de sus vehículos.
Una veintena de personas tuvieron que pasar la noche en un tanatorio, en el de Silla, al verse sorprendidos por la riada a la altura de ese polígono. «Tuvimos que reventar la puerta poara acceder cuando el agua subía», contó un joven. Se refugiaron en el segundo piso de la instalación, dado que el agua llegó a más de un metro de altura en la planta baja.
Isabel y Óscar volvían de Valencia a Xátiva sobre las ocho y cuarto de la tarde cuando les sorprendió la riada. Decidieron echar a correr. «Estábamos en la Pista de Silla y nos salimos por Sedaví. Fuimos corriendo a una gasolinera, como pudimos, ahí ya nos llegaba el agua por las rodillas y subiendo», relatan. «Ahí nos subimos al capó de un coche. Temimos por nuestra vida, pero tres trabajadores de Parques y Jardines de Valencia que estaban en el techo nos rescataron con un arnés junto a otras 15 personas más». Desde lo alto de la gasolinera vieron cómo «pasaban coches flotando como hojas de papel. Bidones, contenedores, de todo. Había gente subida a la reja del gas. Niños y ancianos en los tejados». A las seis de la mañana, una lancha de la UME los sacó de allí. «En el bus de camino al albergue una mujer contaba que se le quedó grabada la cara de una chica encerrada en su coche. Ella estaba agarrada a un árbol y no podía ayudarla. No sabe si consiguió salir».
Lucía Beamud, residente en el barrio La Torre de Valencia, explica que no saben de «dónde vino el agua, pero la inundación fue en cosa de minutos. Oías a gente gritar y los vecinos se llamaban entre ellos para intentar confirmar que los otros seguían vivos». En la calle había «metro y medio de agua, sólo veías las antenas de la radio de los coches. No sabemos qué ha pasado, pero sabemos que hay gente que no puede contactar con gente mayor», explica. Los servicios de emergencia, tanto la UME como los Bomberos, «siguen ahora rescatando gente», asegura.
En Paiporta las víctimas se acercan a las dos decenas, según los primeros recuentos oficiales. Es el epicentro del desastre. María, una vecina, relata que acogieron a otra familia en su salón porque su casa se había inundado. «Paiporta se convirtió en una ratonera, los coches flotaban como si fuera una pecera. Los automóviles estaban parados mientras el agua se dirigía hacia ellos. En unos minutos, si querías dar la vuelta, ya no podías salir del coche y te quedabas atrapado». Su marido sacó a un hombre por la ventanilla de su coche. Había bajado a tratar de sacar el coche del garaje. Pero el agua empezó a subir y subir. Mucha gente quedó atascada pidiendo ayuda. «Se oía a gente atrapada que reclamaba auxilio».
Las inundaciones ya han alcanzado la Albufera. Según explica Pablo Vera, biólogo que trabaja en el Parque Natural, todavía están revisando cómo ha afectado el impacto del temporal al entorno natural del lago. La marjal se encuentra completamente inundada, y ahora mismo el lago presenta un aspecto similar al de su tamaño del pasado. «No sabemos lo que pueda haber bajo el agua, eso ya se verá mañana, podría haber hasta algún coche», dice Vera.
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