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Pronto nos hemos olvidado de los héroes de la pandemia. De los aplausos a las ocho de la noche en ventanas y balcones se volvió en menos de un año a cifras máximas de agresiones a médicos. La vuelta a las consultas y a la ... presencialidad en 2021 disparó los ataques a facultativos. Solo la punta del iceberg de esta lacra, los sanitarios que comunican los insultos, amenazas o golpes en los colegios de médicos, crecieron un 39% en un solo año, hasta aproximarse ya a los altos niveles de violencia prepandémicos.
Los positivos números de 2020, con una reducción de los ataques en un 35%, demostraron no ser más que un espejismo que explicarían los tres meses de encierro, el extendido miedo a aproximarse a los centros sanitarios, por ser focos de infección por covid, y sobre todo el enorme aumento de la atención sanitaria telemática, obligada en las primeras olas del coronavirus donde las limitaciones de movilidad más rigurosas.
Hasta 612 ataques a facultativos en 2021 tiene contabilizados el observatorio de la Organización Médica Colegial (OMC), 171 más que un año antes y ya muy cerca de los 677 de 2019, que fue el máximo histórico en la década que la organización profesional lleva un registro de casos detallado. El pasado, de hecho, supuso la segunda peor cifra del registro. «Ni héroes ni villanos. Solo somos profesionales al servicio de los ciudadanos que reclamamos tolerancia cero con las agresiones», valoró Gaspar Garrote, el coordinador del observatorio de la OMC. Los puntos con mayor número de casos notificados por mil médicos fueron Cataluña, Cantabria, Extremadura, Andalucía y Baleares, pero Garrote avisa que puede no deberse solo a una mayor violencia sino también a una alta concienciación de los profesionales del territorio a la hora de denunciar.
Pero lo que sí tienen claro colegios médicos y fuerzas de seguridad es que los sanitarios vejados, coaccionados o lesionados son muchísimos más que los de su registro, pero que se mantienen invisibles porque no denuncian los ataques, normalmente por miedo, y sobre todo en las áreas rurales, donde la víctima y sus allegados, dicen, están más desprotegidos. «De la cárcel se sale, pero del cementerio no» o «sois unos desgraciados y voy a volver con la recortada», son alguna de las amenazas recibidas por estos médicos, que las desgranado ocultando su rostro en un vídeo destinado mostrar a la ciudadanía la crudeza de su situación.
La razón fundamental del retorno de la violencia contra los médicos a cifras máximas hay que buscarla en la vuelta mayoritaria a la atención presencial. Prueba de ello es que en 2021 las agresiones cara a cara supusieron ya el 89%, 18 puntos más que en el año del confinamiento, cuando el 29% de los ataques lo fueron en las consultas telefónicas o por videoconferencia.
Pero el segundo factor que contribuyó al enconamiento de las relaciones y al aumento de los ataques es la precariedad y falta de medios que vive la sanidad públicas. De hecho, los desencadenantes de violencia que más aumentaron en 2011 fueron los enfados derivados de los tiempos de espera para citas o consultas y los desencuentros vinculados a los partes de baja. No obstante, como en años anteriores, la causa principal fueron las discrepancias en la atención médica, acompañados de otros como problemas con las recetas o tensiones vinculados a las medidas anticovid.
La víctima es seis de cada diez veces una doctora, de entre 35 y 55 años, que sufre el ataque en su puesto de trabajo, al menos la mitad de las veces en un centro de salud o consultorio y normalmente en horario matinal de consulta, con alta incidencia los martes. Pese a ser la atención primaria la que mayor número de casos suma, la mayor conflictividad se da en las puertas de urgencias hospitalarias y en sus consultas externas. El agresor mayoritario también es una mujer, de entre 40 y 60 años, en la mitad de las ocasiones el propio paciente citado, pero que hasta en el 27% de las ocasiones es su acompañante. En el 48% de las ocasiones profieren amenazas, en un 39% insultos y en un 13% causa lesiones al médico, un 33% y un 67% psicológicas.
Un estudio realizado desde que el ataque a un médico se convirtió en un delito de atentado contra la autoridad -como si fuese un agente del orden- indica que hasta 79 agresores, un 20% de los que se sentaron en un banquillo, acabaron cumpliendo penas de cárcel. De los más de 258 procesos judiciales por estos ataques 185 terminaron en condena y también recibieron penas de inhabilitación, de prohibiciones de comunicación y acercamiento y multas.
La lacra que padecen los médicos es un mal extendido a todo el personal sanitario, el resto de los supuestos 'héroes de la pandemia'. Una reciente macroencuesta del sindicato SATSE indica que el 70% de las enfermeras sufrieron agresiones físicas o verbales durante la pandemia y que en el 80% de los casos durante la epidemia de covid ha empeorado su relación con los pacientes. Los técnicos sanitarios, por su parte, presentan al menos el 15% de las denuncias en comisaría de este sector.
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