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El vuelo imparable de Solvay

El vuelo imparable de Solvay

Apuesta por la I+D+i para seguir siendo líder en química sostenible y alcanzar nuevos usos industriales, comerciales y de consumo de sus productos

marta gutiérrez

Lunes, 12 de diciembre 2016, 17:36

¿Quién no ha oído hablar de Solvay? Sin embargo, ¿cuánta gente sabe que cerca del 75% de la estructura del avión "Solar Impulse II" (Si2) que este año completó una histórica vuelta al mundo con energía solar y eléctrica, también lleva la firma de Solvay? Los productos de este gigante empresarial: plásticos ultraligeros y resistentes, films, fibras, lubricantes y revestimientos, han ayudado al "Si2" a alcanzar nuevas metas para la eficiencia energética con los estos materiales. Catorce productos de Solvay están presentes en más de 6.000 componentes del avión. Aunque estas aplicaciones son nuevas, ya son utilizadas para numerosos usos industriales, comerciales y de consumo.

Salvador Asensio Giménez, Jefe de Producción de la Unidad de Producción de Electrólisis de Solvay, es mentor dentro del programa STARTinnova y les explica esta información a los estudiantes del IES Zapatón que escuchan interesados. El Grupo Solvay desarrolla soluciones sostenibles, innovadoras, competitivas y de alto valor añadido, para multitud de mercados, entre ellos: bienes de consumo, automoción, energía, medio ambiente, construcción, agricultura, electricidad y electrónica, o papel. La I+D+i es el motor que promueve el avance sin límites del Grupo para seguir siendo líderes en química sostenible.

¿Y cómo empezó todo? Salvador Asensio les ha explicado a los jóvenes que "Ernest Solvay fue un emprendedor de su época. Hace 150 años inventó un proceso de desarrollo para la producción de carbonato sódico que a día de hoy sigue estando en vigor, y que hasta la competencia utiliza". Ha añadido que "siempre apostó por el conocimiento y la investigación por eso promovía reuniones en las que se daban cita las grandes mentes del momento entre las que se encontraban figuras desde Marie Curie hasta Albert Einstein". El espíritu perdura. El pasado mes de octubre en el encuentro que organizó el Grupo Solvay se encontraba entre los ponentes el último Premio Nobel de Química, Bernard L. Feringa.

Solvay tiene su sede central en Bruselas y emplea a unas 30.900 personas repartidas por 53 países. En España nos suena familiar el nombre por la presencia del Grupo Solvay desde 1904 con la construcción de una fábrica para la producción de sosa cáustica y carbonato sódico en Barreda, Torrelavega.

Hoy en día, a nivel nacional, Solvay produce ácido clorhídrico, bicarbonato sódico, carbonato sódico, cloro, hidrógeno, hipoclorito, poliamida, sal, sosa cáustica y sulfato de estroncio. En 2014 tuvo unas ventas por valor de 259 millones de euros (cifra de negocios en España, excluidos los activos mantenidos para la venta).

En la actualidad mantiene cuatro centros de trabajo: Blanes, Escúzar, Madrid y Barreda. En Cantabria puede llegar a sumar una plantilla con alrededor de 700 personas, entre personal propio y colaboradores externos. El fruto de su trabajo, el bicarbonato sódico, se materializa como parte de la formulación de productos que conviven en las estanterías de los hogares, en cualquiera de muchos artículos, desde galletas y levadura hasta dentífricos y detergentes.

Conectando con la química

Visitar la fábrica no es lo mismo que escuchar hablar de ella. Es lo que tiene equiparse con los EPIs, los equipos de protección individual: chaleco, casco, gafas y mascarilla y, adentrarse en sus entrañas. La seguridad ante todo. No en vano todas las semanas suena puntual la prueba de la sirena. Esa es la rutina que envuelve a Solvay con la que se convive, durante 24 horas los 365 días. La fábrica nunca duerme. La seguridad no es un protocolo que se quede sólo en la teoría, sino que forma parte de su ADN. Trabajar con productos químicos no es ninguna broma. En Solvay el orden, la planificación y la responsabilidad es una filosofía práctica del día a día.

Los jóvenes del IES Zapatón han conocido la fábrica, fijándose en los detalles, sobre todo en las instalaciones de los talleres, en su organización y en la maquinaría de trabajo. Han atravesado suelos de rejilla metálica, visto el producto cuando es visible y atendido al que no lo es tanto con la explicaciones. Observaron toda una red de laberínticas tuberías, salas de control, y edificios de un complejo que ocupa una superficie industrial de 779.400 m² dentro de la vasta extensión total de 12.483.448 m².

No realizaron ningún paseo turístico: recorrieron las instalaciones en la que el personal se encontraba trabajando y lo hicieron acompañados también por David Peig, ingeniero de Proceso en la Unidad de Producción de Carbonato y María del Mar Llata, responsable del Departamento de Contabilidad, como representantes, en la jornada, del equipo de mentores del Grupo Solvay en STARTinnova.

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