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Álvaro G. Polavieja
Miércoles, 1 de junio 2016, 13:29
La tecnología nos ha vuelto a todos un poco locos. O bastante. Pero es normal. Ocurre cuando te cambian de pronto las reglas del juego. O cuando directamente te cambian el juego entero. Te dan los dados y de repente no sabes qué hacer ... con ellos; los lanzas por costumbre y esperas a que te indiquen qué se supone que hay que hacer ahora, porque no tienes ni idea. A esto no habíamos jugado nunca, ¡y qué pereza volver a la casilla de salida! Pero es precisamente lo que toca: reformularlo todo o, en su defecto, esperar a que todo acabe por reformularnos a nosotros. La vida ya no es lo que fue, y tampoco lo es la forma de contarla. Ahora se impone el directo, el abrir puertas y ventanas aunque en muchos de los casos suponga una demostración constante de rancio exhibicionismo egocentrista. La tecnología lo quiere y nosotros, los usuarios, nos postramos ante su irrefrenable avance. Desde hace unos meses hasta ahora, y merced al auge de los servicios de retransmisión en directo, poco a poco se va imponiendo la sensación de que, si no ocurre en directo, estaremos paseando un cadáver.
El mercado y las marcas lo saben, las grandes plataformas tecnológicas lo saben, los gobiernos y las instituciones lo saben y a nosotros nos queda poco para acabar de enterarnos: la fuerza del presente, ese diminuto instante en el que todo ocurre, es incomparable. Esa realidad, sumada al auge de las redes sociales, de los nuevos servicios tecnológicos y de los dispositivos móviles, es la que está marcando las nuevas normas de juego. Las consecuencias de semejante cóctel nos asaltan cada vez más y desde cualquier soporte: Periscope (más de 10 millones de usuarios activos), Youtube, Wouzee, HangOuts, Facebook Live, Livestream, Ustream, Twitch, Meerkat... Todo parece indicar que no hay vuelta atrás, especialmente las cifras de usuarios conectados y consumo.
Éxito por asalto
En la nueva sociedad archiconectada nadie es estanco. Cualquier usuario es permeable a la penetración de estas herramientas porque su capacidad para viralizar es enorme. ¿Cómo ignorar Whatsapp, cuando todo el mundo habla de él y quiere enviarte su última foto a través de la aplicación? Con los servicios de emisión en directo está ocurriendo algo parecido: ¿cómo ignorar los Periscope del futbolista Gerard Piqué después de los partidos? Para los forofos del Barsa, ¿qué mejor ventana al corazón del club, que es el vestuario, que esa? Sin equipos de comunicación, sin focos ni asesores de imagen. Del futbolista al aficionado y en directo, tú preguntas, yo respondo y los demás nos ven y escuchan. Tratándose de Periscope, seguro que también recuerdan la emisión del telediario de Antena 3 desde esta app y aquel famoso «Nos van a dar por todos los lados...». El cambio ya se ha instalado y sólo nos falta asumirlo.
Si Periscope ha sido uno de los grandes éxitos del año, lo mismo ocurre con el reciente estreno del servicio de emisión en directo de Facebook. Llevaban meses hablando de ello, pero ha empezado a funcionar recientemente y las cifras que presenta son realmente espectaculares: la primera emisión en directo que me encontré la realizaba la revista Times sobre el estreno un día antes de la nueva temporada de la serie Juego de Tronos; tenía, a los tres minutos de iniciarse el directo, más de 15.000 usuarios conectados. No son los únicos. Hablando de emitir vía internet no podemos olvidarnos de Youtube. Esta plataforma de Google es todo un ejemplo de la vertiginosa evolución que están experimentando las formas de transmitir lo que está ocurriendo: en Estados Unidos las principales cadenas de televisión ya han establecido diferentes alianzas con Youtube e incluso algunas generando plataformas que replican su funcionamiento.
Más fácil, más ágil
El cambio se ha dado a ambos lados de la cámara. Porque, para empezar, ahora hay cámaras a ambos lados de las cámaras, con lo que todo el mundo es un potencial productor de vídeos y de emisiones en directo. La mejora de las conexiones móviles y la evolución técnica de los dispositivos son otros de los cimientos de esta nueva etapa. Sirva de ejemplo el nuevo teléfono de Apple, el iPhone 6, que permite grabar hasta 60 horas en alta definición o seis horas de vídeo en formato 4K. Este nuevo escenario social y tecnológico ofrece otras muchas ventajas a los usuarios, que son los auténticos promotores de esta revolución en la generación de contenidos: edición nativa de vídeos desde los dispositivos, nuevos formatos de vídeo y de cámaras, mejores estándares de calidad... Con todo, no son los únicos cambios que retratan esta transformación. Según IAB, uno de los referentes del sector digital a nivel mundial, el vídeo online supondrá en 2020 el 60% de todo el tráfico de datos en Internet. Cuando ese momento llegue nos enteraremos... a través de un vídeo. ¿Apuestan?
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