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El creador de contenido, Malbert, ayer, durante su ponencia en el Santander Social Weekend, en el Hotel Santemar. Roberto Ruiz
«Cuando critico, sé a lo que me expongo»

«Cuando critico, sé a lo que me expongo»

El 'youtuber' Malbert compartió al público su receta para gestionar el odio en redes sociales:«Sacarle partido y contar historias de verdad»

Javier Gangoiti

Santander

Sábado, 22 de febrero 2020, 22:26

Cuando el 'youtuber' Malbert anunció su participación en el Santander Social Weekend 2020 decenas de comentarios en su contra inundaron las redes sociales. Lo primero que hizo ayer nada más comenzar su ponencia, repasar algunas de las dedicatorias más hirientes, seguramente sea el mejor ejemplo de la gestión que hace el creador de contenido de este altavoz, para llegar a entender el origen de sus más de 270.000 seguidores en Youtube, 302.000 en Instagram y otros 70.000 en Twitter. «Tenía dos opciones: ponerme a llorar o sacarle partido», avanzó el comentarista de Eurovisión y otros programas, el mismo que puede presumir de haber sido 'Trending Topic' número uno mientras Pedro Sánchez se sometía a la confianza del Congreso de los Diputados el día de su investidura. El precio: «Cuando critico a alguien, sé a lo que me expongo».

El secreto detrás de este amplificador no es más que odio hacia su persona, y en este sentimiento centró su ponencia, 'El poder del hate', o, que diría Malbert, «la forma en que he conseguido convertir estos comentarios en la mejor estrategia de publicidad». Pero no todo fue un camino de rosas, en este caso de agravios, desde el principio. El 'influencer' tuvo que atravesar un desierto antes de toparse con las grandes cifras y su cara en los vídeos virales del momento. Faltaba algo:«Llegué a publicar contenido motivacional, profundo, filosóficos y reflexivo, pero apenas llegaba a las mil visitas». Faltaba contar «historias reales y con pasión».

Todo lo que había tratado de omitir en sus vídeos –su espontaneidad, su forma de hablar y su carácter en general– iba a ser lo que finalmente catapultaría sus números en las grandes plataformas. «Entonces entendí el arte de la provocación. El contenido no era tan importante como la forma en que lo estaba comentando», recordó al público, lleno de emprendedores y empresarios que, a juicio del creador, podrían aplicar igualmente esta estrategia. ¿Aquello de que toda publicidad es buena? Algo parecido:«Me di cuenta de que todo ese odio se convertía, de pronto, en publicidad. Desde mi casa estaba consiguiendo una promoción que no había pagado».

Su habilidad para convertir en oro esa cascada en forma de insultos lo llevó a crear «historias de verdad» que compartía en sus perfiles. Las amistades ocultas de un 'hater' daban para un hilo en Instagram, el engaño de su expareja para un vídeo en Youtube... En resumen:«¿Quién tiene el poder ahora?», sonrío victorioso, mientras una turba de adolescentes lo esperaba al otro lado de la sala.

De ahí pasó a reivindicar el estilo propio para trasladar los mensajes, «seas 'influencer' o una empresa de champús». Todo lo contrario, contrapuso, a todos los creadores de contenido 'family friendly' y que anteponen las jugosas ofertas publicitarias a su forma de ser. «Yo también estoy aquí para ganar dinero, sí, pero al menos no pierdo mi personalidad», zanjó Malbert, quien hasta hace un año compaginaba sus vídeos sobre Operación Triunfo con trabajos como monitor de teatro y de inglés para niños de entre tres y diez años: «Y luego me dicen que me ponga a trabajar».

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