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El diseñador y conferenciante, Francisco Calatayud, durante su ponencia en el Santander Social Weekend. Luis Palomeque
Un selfi para casar al mundo real con el virtual

Un selfi para casar al mundo real con el virtual

El diseñador y fundador de BinaryBox, Francisco Calatayud, desdibujó los límites entre ambos universos y compartió su aplicación en el ocio o el ámbito industrial

Javier Gangoiti

Santander

Sábado, 22 de febrero 2020, 17:41

Es una línea muy rescatada siempre que una experiencia supera las expectativas y se sale de lo común, como si de un videojuego o una película se tratase: la realidad supera la ficción. Parecía que nada, jamás, podría mirar de frente a esta idea tan aposentada pero, como viene ocurriendo con otros dogmas, la tecnología no ha tardado en, al menos, pedir el ojo de halcón. El juego nunca termina. Gane o pierda, el mundo real, ese que vemos, sentimos, tocamos y olemos todos los días, se enfrenta a un espejo cada vez más fiel. Una ficción que, a pesar de haber sido creada de manera artificial, no renuncia a conceder experiencias y conocimientos tan verdaderos cualquier otro. Son indistinguibles. La divisoria es cada vez más delgada, y el desarrollo de la tecnología se empeña en difuminarla más y más cada día.

¿Cómo iba a negarse Francisco Calatayud, diseñador y fundador de BinaryBox, a aprovechar las ventajas que este matrimonio puede ofrecer? Su ponencia 'Realidad virtual como experiencia social', a última hora de la mañana de este sábado, abrió los ojos a todos los que aún dudaban de las posibilidades que ofrece este enlace. El experto viene leyendo los votos en ámbitos tan dispares como los videojuegos, la arquitectura, el sector industrial, la sanidad y hasta las sala de escape, entre otras aplicaciones.

Y a todas sigue un apellido: virtual. Después de todo, «¿qué es real y qué no?», como se preguntó al inicio de su conferencia. Calatayud abordó las claves para asociar de una manera práctica ambos universos, las ventajas de incluir grupos que interactúen entre sí y los métodos que darán forma a los manuales de instrucciones del futuro. La realidad nunca fue tan virtual, ni viceversa. Luego llegarían las respuestas. «Ambos son reales. Es una cuestión de experiencia».

Se acabó lo de cerrar los ojos para abstraerse. Es más, vale la pena mantenerlos muy abiertos. Calatayud y los artistas 3D Ignacio Fernández y Daniel Sánchez mostraron a la sala la calidad de los escenarios que se pueden llegar a recrear con dispositivos como gafas de realidad virtual, tomando incluso una foto final desde su propio cosmos hacia la sala del Hotel Santemar. Un selfi para casar al mundo real con el virtual. Moviéndose apenas en una baldosa baldosa, los expertos visitaron lo que parecía una tétrica mansión, un piso con vistas a la ciudad y un decorado donde, a golpe de 'click', los árboles terminaban, de repente, abrasados por un fuego.

Son mundos artificiales, «impresivos, «creados por nosotros con un propósito concreto», como definió el ponente. Y una lección fundamental que puede estrapolarse al resto de conferencias de la jornada en el Santander Social Weekend: «No hay limites y, aunque la experiencia sea virtual, el conocimiento es completamente real».

Más aplicaciones

Una norma importante que Calatayud no ha dejado de tener en cuenta en BinaryBox es que, después de todo, la clave está en crear experiencias lúdicas, «presentar mecánicas complejas dentro de procedimientos simples». Jugar. Eso es lo que hicieron Fernández y Sánchez, gafas de realidad virtual sobre la cabeza, cada vez que pulsaban un botón, agarraban una palanca para activar un motor o se pasaban una pelota de baloncesto entre sí. Las posibilidades de interacción crecen de una manera exponencial si, además, las líneas entre el mundo real y el virtual se borran definitivamente. El resultado es el de una experiencia en «modo supervisor» en la que, además de los usuarios que se sumergen en la pantalla en primera persona, coexisten otros agentes dispuestos a guiarlos, dar órdenes de todo tipo y hasta ponerles algún que otro obstáculo por el camino. Las posibilidades son incalculables.

Luis Palomeque

Dos universos indisociables. «Podemos generar conocimientos y un impacto real dentro del mundo real, generar un contenido que hasta ahora no se podía dar», acentuó el diseñador. Ya estamos acostumbrados a interactuar con lo que ocurre en una pantalla, alterarla con un 'click' o deslizando el dedo. «Ahora podemos interactuar directamente estando en ese mismo lugar», reveló, antes de mencionar la recreación que se llevó a cabo en el documental 'Meeting You' –emitido en la cadena de televisión coreana MBC– en el que una madre se despedía una última vez de su hija de siete años, ya fallecida, con ayuda de unas gafas de realidad virtual.

Experiencias como éstas dan una idea del debate moral al que la raza humana tendrá que enfrentarse en las próximas décadas. Los contenidos, las vivencias que la tecnología puede poner a disposición de los usuarios del futuro avanzan a velocidad de vértigo, apenas concediendo un instante para asumirlas para pasar a la siguiente.

Pero el futuro de la realidad virtual no debe asociarse únicamente a experimentos relacionados con el ocio o el entretenimiento. Calatayud viene desarrollando algunos proyectos que sirven igualmente al ámbito industrial y el educativo, sobre todo en aquellas circunstancias donde, sencillamente, los humanos no alcanzar a ver. El conferenciante guió a su equipo para realizar trabajos de precisión milimétrica con una fresadora, colocando incluso una cámara dentro de la propia maquinaria y alineándola adecuadamente.

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