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Bebiendo agua en una fuente de Polička.
"Continuamos la ruta entre bosques y empinadas montañas"

"Continuamos la ruta entre bosques y empinadas montañas"

Día 33: Trayecto de 68 kilómetros entre Lytomisl y Zd'ár Nad Sázavou, dejando la región de Pardubice para pasar a la de Vysocina

josé montes

Miércoles, 26 de agosto 2015, 12:09

Quizá sea la de hoy la etapa más corta si quitamos el recorrido entre Praga y el aeropuerto. Sólo 68 kilómetros, con un desnivel de 773 metros de altitud máxima, 333 de mínima, 979 metros de ascensión y 673. de descenso ¿Por qué siempre habrá que subir más que bajar?

También hoy cambiamos de región, que por aquí se llaman 'Kraj', pasando de Pardubice a Vysocina.

Polika es la última población de Pardubice, a unos 20 km de la salida de hoy. Se trata de un pequeño núcleo urbano que tiene una leyenda curiosa porque fue la dote que el rey Ottokar II le dio a su esposa Kunhuta. Por lo demás, lo clásico: unas murallas medievales que rodean la ciudad, que la han constreñido en su desarrollo y que se incluyen entre las mejores conservadas de Europa Central; un bonito centro histórico; la columna de la peste (que estaba cubierta por un andamio y no se podía ver) y varias iglesias de diversos cultos ,muchas de ellas construidas y vueltas a construir tras devastadores incendios cuando los edificios eran de madera.

Había en la plaza una fuente muy curiosa que además de dar agua, si apretabas el anillo hacia abajo, el chorro aumentaba de presión y hacía dar vuelta a una noria de agua y por otro grifo llenaba un recipiente de agua.

En la plaza también se podía ver las flechas que indicaban las diferentes rutas en bicicleta que se ofrecían. Ya hemos dicho que Chequia está atravesada por infinidad de rutas ciclistas muy bien indicadas.

Saliendo de Policka tomamos la carretera 353, que transcurre entre bosques y pequeñas pero empinadas montañas donde Tomás me toma la delantera y me va esperando en los altos. Las bajadas son de 60 por hora. No hay término medio.

Son curiosas una especie de fiambreras que la gente lleva o que deja en repisas colocadas en el exterior de la casa, junto a la carretera. No sabemos que portan así que si alguien lo sabe que lo diga, porque no era cuestión de coger una y abrirla.

Atravesamos la frontera entre regiones y nos situamos ya en Vysocina. El nombre de esta región se deriva de vrchovina Ceskomoravska (Bohemia-Moravia). Ya os dijimos cosas de esta región cuando pasamos por ella al ir hacia Viena, así que no decimos nada más.

Zár Nad Sázavou es nuestro destino. Dentro de la ciudad se puede visitar el antiguo Ayuntamiento, el palacio y sus alrededores, la iglesia de San Procopio y varios museos y galerías.

Pero lo más importante, y lo que nos ha traído hasta aquí, está a unos pocos kilómetros. Se trata de la iglesia de peregrinación, bajo la advocación de San Juan de Nepomuceno. Se construyó a principios de los años veinte del siglo XVIII. Es la obra cumbre del arquitecto Giovanni Blasco Santini (Jan Bla¸ej Santini en checo) y representa el más original ejemplo del estilo llamado gótico-barroco. La construcción es pentagonal, en forma de estrella de cinco puntas, y está rodeada por un cementerio y por la columnata. Nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1994.

Hoy nos ha visitado el agua y algunos se han puesto plásticos hasta en los pies para guarecerse. La lluvia, tan necesaria, se hace incómoda cuando vas en bicicleta. Menos mal que llevamos un buen equipo, ya suficientemente probado como para aconsejároslo. Se trata de las alforjas y bolsa delantera de la marca Ortlieb. Merece la pena, aunque sean un poco más caras que esas otras que llevan un plástico incorporado para ser utilizado cuando llueve. No son recomendables, porque has de llevar la ropa dentro de la alforja en bolsas de plástico para asegurarte que no se van a mojar. Eso es algo que no hacemos nosotros porque no es necesario. Además llevamos dos petates de la marca Tribord, también impermeables, donde llevamos la tienda de campaña en una y en la otra todo lo necesario para ir a la ducha y salir vestido de señorito. Esto último (llevar un petate con las cosas de la ducha) es muy cómodo porque llegas al sitio que sea, coges ese petate y vas a la ducha sabiendo que lo llevas todo. Además llevamos el saco de dormir a buen recaudo en una funda de la marca Trangoworld. Ya puede llover lo que quiera que el único que se moja es el ciclista. Para éste último llevamos un poncho, un goretex y algún chubasquero pero se sigue mojando, aún no hay nada impermeable para él.

Los paisajes en la laberíntica disposición de carreteras locales que unen Policka con N. Mesto na Morave o Zdar nad Sazavou son preciosos, llenos de bosques con árboles descomunales que se intercalan con praderías y tierras de cultivo. Se suben pequeños puertos, pequeñas colinas a veces, pero el terreno nunca es llano. Tras la curva o el cambio de rasante aparece un pueblecito con casas o caseríos llenos de leña para acometer el invierno que por aquí ha de ser durillo.

Y así hemos llegado al Camping Pilak. Tenía la dirección para el GPS de su sede de oficinas en el centro del pueblo, así que tuvimos que preguntar dónde estaba y la sorpresa fue que está muy cerca de la iglesia de S. Juan Nepomuceno, Patrimonio de la Humanidad.

Hemos alquilado una pequeña casita por 620 coronas, es decir 12,50 ¤ por cabeza. Pero no ha quedado en eso la cosa porque se necesita una moneda de 20 coronas para la ducha y mañana habrá que pagar lo que hayamos gastado de luz. No sé qué vamos a pagar si usamos gas para cocinar y una mierdecilla de luz para mal ver. Estas casitas están equipadas con una cocina eléctrica y una nevera, además de algo de cacharrería para cocinar. Pero no sé cómo se podrá encajar el que nos vamos a las 7.30, como cada día y la encargada llega a las 8.00 como mínimo.

Observad cómo vienen las fundas de las almohadas por aquí, para que no se escape la almohada de la funda la colocan dos botones y dos hojales.

Y ya sólo faltaba subir a ver Zelena Hora, que así llaman a la iglesia de S. Juan de Nepomuceno, aquél que le tiraron por el Puente de Carlos en Praga y cuya historia os contamos en las primeras crónicas. Os adjuntamos algunas fotos.

Y como hoy no tenemos wifi por estar apartados de la civilización, eso sí, junto a un lago precioso y a varios campistas que desde hace ya tiempo visten como si estuvieran en invierno, nos vamos a ir muy pronto a la cama porque no sabemos qué hacer en esta pradería, salvo pacer.

Saudos

Jose y Tomás

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