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josé montes
Jueves, 27 de agosto 2015, 10:04
Hoy recorremos 80 kilómetros con un desnivel de 594 metros de altura máxima, 215 de mínima, 779 metros de ascensión y 1.106 de un descenso que ha sido la tónica dominante del tramo final.
Salimos de ´ár nad Sázavou y caminamos por carreteras de segundo orden hasta llegar a un núcleo urbano cruce de caminos, se llama Havlíkv Brod, cuyo nombre está dedicado al escritor checo del siglo XIX llamado Karel Havlíek Borovský. Utilizamos la ciudad para avituallarnos y continuamos nuestro camino.
A los 60 kilómetros, atravesamos la frontera entre las regiones Vysocina y Bohemia Central a donde llegamos.
Es una región curiosa porque rodea la ciudad de Praga, aunque Praga ciudad se convierte en otra región diferente como si fuera la yema de un gran huevo frito cuya clara es Bohemia Central.
Esta región es la más grande de la República Checa, fértil y preferentemente agrícola aunque actualmente las industrias se desparraman por toda ella gracias al tramo navegable del río Elba.
La primera ciudad que vemos en Bohemia Central es Caslav, ciudad regada por el río Brslenka, con museos, galerías, teatro, piscina, etc. La vemos mientras pasamos por ella. Ya tenemos cerca nuestro destino y tenemos ganas de llegar.
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Y así lo hacemos. Hemos llegado a Kutna Hora, que más o menos se podría traducir como "Montaña excavada", relacionada con la extracción de plataque siempre se ha practicado en la zona. Está considerada históricamente como el arca del país porque su riqueza alimentaba el auge del reino checo.
Pero también es Patrimonio de la Humanidad desde 1995 gracias a su singularidad y su historia. La Unesco señala que "Kutná Hora debió su prosperidad a la explotación de las minas de plata de sus alrededores, llegando a adquirir el título de ciudad real en el siglo XIV. Entre los monumentos testigos de su riqueza figuran la iglesia de Santa Bárbara, joyel del gótico tardío, y la catedral de Nuestra Señora de Sedlec, restaurada en el estilo barroco imperante a comienzos del siglo XVIII, que ejercieron una influencia considerable en la arquitectura de Europa Central. Estas dos obras maestras se insertan en el tejido urbano admirablemente conservado de la ciudad medieval, que cuenta con algunas mansiones particulares magníficas".
Ayer nos hemos acostado ¡a las 20:30!. Aquí a esta hora ya es de noche y al no tener internet y estar alejados de cualquier signo de civilización, pues a la cama. Por la noche delante de cada casita del camping hay un redondel de piedra donde hacen fuego. Es bonito ver cómo las humaredas de las fogatas pugnan entre sí por tratar de llegar más alto mientras que desde el lago contiguo la humedad se cuela por los poros. ¡A la cama! Y con los edredones de las dos camas sobrantes.
Por la noche hemos visto un cielo maravilloso cubierto de estrellas y se estremece uno pensando en lo lejos que está de casa y la añoranza que ya aparece con tantos días como llevamos fuera. Creo que, como dice mi hija, hay que tener ganas de volver para volver a tener ganas de irse.
El camino no ha tenido ninguna novedad, hemos comido unos bocadillos y hemos seguido por el itinerario previsto, excepto cuando hemos querido experimentar por alguna de las rutas ciclistas marcadas y nos hemos topado con caminos de tierra. El sentido común nos ha hecho retroceder y continuar por la carretera a pesar del espeso tráfico.
Así que hemos llegado a Kutna Hora, lugar en el que tenemos puestas nuestras expectativas, pues nos lo recomendaron en Praga cuando llegamos como lugar que había que ir a ver. Pero antes compramos en el pueblo anterior lo necesario para cenar y desayunar mañana ya que nos quedaremos en el camping Santa Bárbara, homónimo de la bonita iglesia Patrimonio de la Humanidad cuyas imágenes os enviamos en fotos.
No nos ha quedado más remedio que montar las tiendas, no hay casitas para alquilar. De hecho, andas diez pasos y ya te has salido del camping porque aquí no caben más de 5 tiendas y dos caravanas.
Después de duchados y maqueados nos hemos dado un garbeo por el pueblo de Kutna Hora y sólo por ver la Iglesia de Santa Barbara merece la pena estar aquí. No obstante la plaza, la catedral que está en obras, la columna a la Virgen y todo el conjunto monumental es digno de ver. Nos alegramos de haber llegado y os lo recomendamos.
Esta noche nos hemos preparado nuestro plato de pasta y unos filetes de Sajonia regado con unas cervezorras de medio litro y, para finalizar, unos yogures. Y ya no nos lleva el viento.
Pues nada, este viaje se va acabando, mañana esperamos llegar sanos y salvos a Praga. Nos quedaremos en el Hostel y al día siguiente nuestra preocupación se va a resumir en encontrar todo lo necesario para embalar lo mejor posible nuestras bicicletas y que todo lo que llevamos se ajuste al peso máximo permitido.
Pero, de momento, queda mañana para contaros la última crónica y despedirnos hasta cuando sea.
Así que sed buenos como lo somos nosotros.
Tomás y Jose
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