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Adela Sanz
Martes, 11 de abril 2017, 07:30
Es imposible hablar con Jacinto Iglesias Rodriguez y no pensar en los famosos versos de Antonio Machado. Parecen escritos para él. A su medida. "Caminante, son tus huellas el camino y nada más. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar". Y así, paso ... a paso, un kilómetro tras otro, Jacinto Iglesias quiere estar el próximo día 23 de abril, cuando se abra la Puerta del Perdón, en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, símbolo con el que se inicia el Año Jubilar que se prolongará hasta abril de 2018.
Hasta allí llegará andando desde Tagle, de donde saldrá "el día 22, a las tres o cuatro de la mañana y así llego para cuando abran". Un día entero de camino: "Subiré a San Cipriano, por la Sierra de Ibio, Ruente y por Polaciones para salir a La Hermida, coger el Desfiladero y hacia arriba", explica este incansable caminante que, a sus 60 años, se mantiene en buena forma andando diariamente "unos 25 o 30 kilómetros".
Iglesias asegura que "el camino conlleva una responsabilidad. El peregrino tiene que sufrir y tiene que pasar de todo: quedarse sin agua, que venga el temporal de agua, de viento y, sobre todo, tener humildad". El caminante afronta su nuevo reto con ilusión: "Ahora hago esta etapa. Dios dirá si lo logro, pero yo me estoy preparando porque creo firmemente en conseguirlo y me voy a sacrificar y voy a andar de noche y de día hasta el monasterio".
Esta no es la primera vez que lo realizará: "Hace diez años subimos un señor de San Sebastián llamado Ignacio y yo. Fuimos los primeros peregrinos en ganar el jubileo después de estar siete horas pegados a la Puerta del Perdón para traspasarla". Ese fue el premio a su sacrificio.
Este tampoco es el único destino santo al que ha peregrinado Jacinto. En sus piernas ya acumula "ocho Caminos de Santiago, una Vía de la Plata de Sevilla a Santiago de Compostela (1.000 kilómetros), dos años santos lebaniegos y he participado en dos ocasiones en El Soplao", comenta sobre su experiencia. Comenzó su experiencia como peregrino hace quince años, "aunque antes ya salía a correr y siempre me ha gustado el deporte", comenta sobre su afición al peregrinaje.
"A donde va la mente, van las piernas" ese es el secreto de sus miles de kilómetros recorridos hasta ahora. En el caso del Camino de Santiago, además, ha probado por distintas vías.
Hizo en cuatro ocasiones el Camino del Norte, una vía tan antigua como el Camino Francés que popularizaron los reyes europeos de la Edad Media; estos parece ser que se inclinaban por ella para llegar a Santiago. Conforme avanzó la Reconquista y los terrenos del sur recuperaron la paz, cedió poco a poco protagonismo. Durante siglos apenas fue utilizada por los peregrinos. Sin embargo el auge del caminar a Santiago le ha devuelto su estatus como ruta, y comienza a ser de nuevo muy popular. La distancia que recorre es la segunda más larga, por detrás de la Vía de la Plata. El paisaje y el terreno la convierten en "una opción muy especial".
En otras cuatro expediciones, nuestro protagonista hizo el llamado Camino Francés, que une Saint Jean de Pied de Port con Santiago de Compostela, el eje más importante y popular de las peregrinaciones jacobeas. "A mi me gusta pasar la frontera, ya que muchas veces, por no andar 50 kilómetros más, te pierdes lugares, iglesias o experiencias maravillosas. Yo voy a peregrinar, pero cuando veo algo bonito me tomo mis 10 minutos para disfrutarlo. Eso también forma parte del viaje", hacerlo sin prisas, sin mayores aspiraciones que llegar. En 1993, Año Jacobeo, se produce el resurgimiento peregrinal. La mezcla de reto deportivo con religiosidad, con búsqueda de lo auténtico y de uno mismo, todo ello escoltado por estilos románicos y góticos, entre caballeros templarios y monjes benedictinos, entre hayas y trigos, entre castaños y carvallos, entre leyendas y milagros, que hacen del Camino de Santiago "una experiencia singular", explica Jacinto.
Iglesias no oculta que le "gustan los grandes retos". El Camino Francés "lo hice en 23 días y medio. Y son unos 930 kilómetros. A una media de 39 kilómetros al día". Unos números de deportista. En su caso, es de los que piensa que "el Camino de Santiago se hace lo primero para sufrir y en segundo lugar para cumplir una promesa. Eso lo haces o por una promesa o por un agradecimiento a Dios. Hay gente que lo hace simplemente por hacer turismo o como reto deportivo, pero ese no es mi caso. Yo cuando voy al Camino le pido a Dios buena etapa y cuando paso frente a una iglesia, me arrodillo y le pido buen viaje", argumenta sobre su motivación.
Entre todos sus caminos y peregrinaciones, "posiblemente supere los 10.000 kilómetros". Porque Jacinto "donde pongo el ojo pongo mi vara", de avellano, en la que va marcando las muescas de los caminos santos que completa. Sin duda que para este caminante, el camino está, de momento, llegando a Santo Toribio. Después... ya se verá.
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