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Los entendidos en el tema señalan el año 1860 como uno de los primeros hitos, al menos documentado, que tiene relación con el mundo de ... los toros en Torrelavega. De entonces ya se tiene conocimiento de cómo los vecinos, en la Plaza Mayor, toreaban con sus chaquetas -'chaqueteaban'- a las vacas moruchas que, horas antes, eran apeadas del ferrocarril en la estación del Norte (Sierrapando). Aquella es sólo una de las muchas escenas que, con todo detalle, describió ayer la columnista de El Diario Montañés, presidenta de la Peña Taurina de Torrelavega e integrante del Círculo Taurino de la ciudad, Nieves Bolado, dando prueba de la tradición que la tauromaquia atesora en la capital del Besaya. «No es una invención de hace cuatro días; la afición taurina en Torrelavega es inmensa y tiene siglo y medio», ponderó ayer, minutos antes de que decenas de personas se citaran en la Vinoteca Torre de la Vega, en La Llama, en el marco de la inauguración de este espacio como sede del recién fundado Círculo Taurino de Torrelavega.
Además de una celebración de apoyo a esta agrupación hermana, la cita sirvió para sintetizar a través de una ponencia lo que han sido esos más de 150 años de crónicas, relatos y nombres propios: desde aquella «pera» -así la llamaban- que sirvió de plaza allá por los años ochenta del siglo XIX, en el entorno que hoy ocupa la estación de Feve; las primeras plazas propiamente dichas, como aquella que abanderó el sector en Tanos desde 1909; hasta la que mandaron construir un 25 de junio de 1944 en la Avenida de España, justo donde hoy está la Casa de Cultura, para dar asiento a 6.000 aficionados.
En esa, como en tantas otras de madera u otros materiales, fijas o portátiles, lidiaron toreros y novilleros de mucho nombre dentro de la escena no local ni regional, sino nacional. Bolado recordaba ayer aquella anécdota mítica de Jaime Ostos lidiando un toro de 627 kilogramos en un mano a mano con el mismísimo Pablo Alfonso Fernández Rueda 'El Norteño', en aquella plaza que levantaron en la calle Lasaga Larreta en el año 1971, donde el actual Colegio Cervantes.
Decenas de anécdotas como esa se contaron ayer en la Vinoteca de La Llama, a la que asistieron integrantes de agrupaciones distintas del sector en Cantabria, ganaderos y hasta algunos representantes políticos de la ciudad. Todos ellos encarnan el músculo de una afición «muy importante» y que, como ponderó Bolado, mueve cerca de un millar de aficionados a la plaza de Santander, donde, a diferencia de Torrelavega, la construcción de un espacio fijo para esta afición sí prosperó en el tiempo.
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Ana del Castillo
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