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El Ayuntamiento de Torrelavega no quiere que el albergue juvenil de La Montaña, un centro moderno y ubicado en un entorno próximo al centro ... y a un espacio de interés ambiental como la Sierra del Dobra, sume otra legislatura en blanco. Para ello, el Consistorio trabaja ya en la tramitación de los informes y los pliegos que requerirá su salida a licitación. El objetivo viene siendo el mismo desde hace años: traducir los 340.000 euros que costó en su día -cofinanciados por el Gobierno de Cantabria- en un emplazamiento bien equipado y capaz de cobijar a 40 personas. Cuando el Consistorio tramite este concurso público y adjudique la prestación del servicio en los próximos meses, pondrá fin a cuatro años de cambios de rumbo en el albergue, del que se viene hablando tan pronto para anunciar un centro de acogida de cicloturistas como para ponerlo a disposición de los refugiados ucranianos. Ninguna idea se ha materializado jamás.
No es la primera vez que el Ayuntamiento avanza su planes de licitar el servicio. La salida a concurso de la prestación venía siendo un objetivo marcado en rojo en la anterior legislatura, tanto que, en abril, la Concejalía de Juventud se propuso tramitar el proceso antes de finalizar el mandato. Aquella meta no se cumplió debido a la misma razón que, desde hace años, esgrimen los políticos y lastra la apertura del albergue. «La falta de personal técnico», como expuso entonces la edil Patricia Portilla. Hoy, el Ayuntamiento trata de aligerar esta mochila y encauzar el camino del centro juvenil, en el que no sólo han ido a parar los cientos de miles de euros de la remodelación inicial sino distintas inversiones para adecentar sus 400 metros cuadrados, en la pasada legislatura y a cargo de la sección de Obras. Aquellas actuaciones, desarrolladas en el último año, se ejecutaron con vistas precisamente para esos dos proyectos distintas: su nueva faceta cicloturística, primero, y la bienvenida a los ucranianos, después.
Entre tanto, todo para lo que sirven su comedor, la cocina, la sala recreativa, la pista polideportiva, los baños o las duchas es coger polvo. Todo está listo para acoger a 40 personas, pero los inquilinos nunca llegan. De hecho, ya han pasado cuatro años desde que las antiguas escuelas del barrio de San Blas sirvieron para algo. En agosto de 2019, tras la renuncia de la empresa Brenes XXI a prorrogar el contrato de gestión, el Ayuntamiento se decidió a seguir orientando el inmueble a la educación, la animación y la gestión de proyectos de ocio y tiempo libre. Esa senda iba a traducirse en una licitación, pero esta quedó en nada por la pandemia, aunque la atenuación de restricciones o la oportunidad del turismo verde tampoco arrojaron un resultado diferente.
Su ubicación privilegiada sigue siendo una oportunidad sólo sobre el papel. Su localización estratégica y el auge del turismo verde en los últimos años podrían hacer del albergue juvenil de La Montaña una referencia. -no por nada la Dirección General de Juventud depositó en él 340.000 euros hace ya 14 años-, pero los resultados siguen sin llegar.
Los inicios tampoco fueron fáciles. Nadie se interesó por la convocatoria para adjudicar la gestión del alojamiento, su estreno como albergue tras una vida dedicada a la enseñanza -hasta el curso 2005-2006, cuando cerró por falta de alumnos-. Desierto aquel proceso, no fue hasta 2011 y tras otra inversión local cuando el espacio juvenil fue inaugurado de forma definitiva. Esa trayectoria duró ocho años, hasta que finalizó el contrato de la segunda adjudicataria y el albergue quedó abonado al golpe de la pandemia, primero, y a la indecisión municipal, después.
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