Secciones
Servicios
Destacamos
Alberto de Argüeso del Vigo murió haciendo lo que más le gustaba: conducir una moto. Vecino de Torrelavega, de 54 años, perdió la vida el sábado en un accidente que su familia y amigos no se explican, dado que era «extremadamente prudente». Cientos de ... personas asistieron ayer a su funeral, celebrado en la iglesia de La Asunción, muy cerca de donde vivía con sus padres, Aldama y Cecilia, a los que cuidaba con esmero porque también era un «hijo ejemplar».
Su profesión era la de veterinario, pero su pasión fueron las motos. Tenía una desde los 6 años. Su mejor plan de fin de semana era salir con los amigos a dar una vuelta. El pasado sábado lo hizo con un grupo de ellos por Campoo y cuando regresaba a casa, en torno a las ocho de la tarde, colisionó con una señal de tráfico en la carretera que une Arija y Matamorosa, a la altura de la localidad de Villafría (Campoo de Enmedio).
Noticia Relacionada
Tenía dos motos, de carretera y todoterreno, y esta vez le había tocado disfrutar con la segunda. Sus amigos circulaban delante y le llamaron varias veces por teléfono porque le estaban esperando. Al final fue la Guardia Civil la que respondió y les comunicó el fatal desenlace, que no se podían creer. Alberto había partido el casco al chocar con una señal por motivos que se desconocen. Lo único seguro es que iba despacio, porque en la caja de cambios de su máquina tenía metida la segunda velocidad.
Unos especulan con la posibilidad de que sufriese un desvanecimiento, dado que no trató de protegerse con las manos y los brazos. Otros con que el sol del atardecer le deslumbrase. Sus familiares confían en que la autopsia arroje alguna luz. Lo que no cabe duda es de su prudencia. «Todos nos dicen lo mismo: que es imposible que le haya pasado a él, que no entienden nada. Si había que ir a 50, él iba a 45. Si iba en el coche con él, me desesperaba. Si podía lo evitaba porque me dormía», señalaba ayer un familiar cercano.
También le gustaba la competición, pero para eso iba a ver a sus ídolos a los circuitos. «Antonio era muy responsable. Tampoco bebía alcohol. Queremos ir a ver el lugar del accidente porque no nos lo podemos creer. Ni siquiera era una curva cerrada», indicaba otro familiar.
Esta vez Alberto no pudo regresar a casa. Además de realizar su trabajo como veterinario, estaba vinculado al negocio que había fundado su padre, Arvigo, un almacén de piensos ubicado en la calle Pintor Varela, del barrio de La Inmobiliaria.
Las muestras de dolor se han sucedido en Torrelavega desde que se conoció el fatal accidente de tráfico. Alberto dejó huella en familiares, amigos, vecinos... Su inesperado adiós tardará en olvidarse. Una muestra de ello fue la iglesia de La Asunción abarrotada durante el funeral. Muchos moteros estuvieron presentes y otros muchos se despidieron a través de las redes sociales. La familia se ha sentido arropada desde el primer momento.
Este accidente mortal es el tercero en Cantabria en lo que va de año en el que se ve involucrada una moto. El primero fue el desgraciado atropello de Bret Elorza, de 19 años, a principios de febrero cuando circulaba con su moto por la calle Castelar de Santander y fue arrollado por un vehículo que circulaba a gran velocidad e invadió el sentido contrario. El segundo se produjo apenas un par de semanas después cuando Ignacio Cernada, de 43 años de edad, murió tras perder el control de la motocicleta que pilotaba en la localidad de Las Presillas, en el municipio de Puente Viesgo, de la que era vecino, y colisionar contra un vehículo que estaba estacionado.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.