Incendio en el Barrio Covadonga: «Vi el fuego saliendo de la casa y salí lo más rápido que pude»

. «Vi el fuego saliendo de la casa y salí lo más rápido que pude». Marcos se despertó esta mañana con la sirena de los bomberos. Cuarenta minutos después, este chaval de 18 años vecino del Barrio Covadonga seguía en pijama, pero en la calle y en zapatillas, viendo cómo las llamas devoraban un piso de la cuarta planta perteneciente al número 30 de la Avenida del Besaya, apenas a treinta metros del de sus padres. Estos trabajaban cuando pasó todo, un poco antes de las diez de la mañana; otros, en la frutería, la tienda de enfrente, la carnicería de al lado o la misma terraza, vieron crecer las lenguas de fuego desde el principio. Primero fueron las llamas, «que se levantaban varios metros» y «salían por la terraza de la vivienda»; luego, estas dieron paso a ese humo gris casi negro que reflejan las fotografías, el mismo que se propagó por la escalera del bloque y que obligó a desalojar a los vecinos con una máscara de evacuación, con ayuda de los bomberos. Mari, vecina del séptimo, bajó con una de esas máscaras amarillas colocada sobre la cabeza: «¡Qué miedo! ¿Está todo el mundo bien?», preguntaba.

Seguido, otra vecina desalojada se abrazaba a un ser querido llorando, casi sin poder decir palabra. Fue un susto y de los grandes, pero sí, todo el mundo estaba bien. El aparatosísimo incendio que sobresaltó a la ciudad este jueves no dejó heridos; nadie, ni siquiera la vecina del piso ahora temporalmente inhabitable donde se desataron las llamas en un sillón del salón –esta es una teoría que se comentaba en la zona de trabajo pero que no terminan de confirmar las autoridades– sufrió consecuencias.

Como esta, la primera en salir cuando el fuego empezó a devorar la casa, varios vecinos de seis viviendas fueron desalojados de este edificio de siete plantas en cuestión de minutos –dos en el quinto piso; otras dos, en el sexto; y dos más en el séptimo–. La estupefacción mezclada con miedo y nervios de algunos de estos residentes y de otros que no fueron desalojados mirando desde la ventana o asistiendo al suceso desde la terraza fue sin duda otra de las imágenes que dejó este «susto», como lo calificaban algunos desde la calle.

El suceso paralizó esta zona del barrio durante fácilmente dos horas o más. No solo por el despliegue de los camiones de bomberos, los vehículos de la Policía Nacional, Local o de los equipos sanitarios, sino también por las decenas de personas que llamaban, grababan con el móvil o simplemente miraban hacia arriba.

Los vecinos que pudieran seguir en el interior, la evolución de las llamas, su posible propagación a otras viviendas y el miedo mantenían en vilo al barrio. En la calle, muchos se preguntaban por las causas del incendio, acordándose de los precedentes más recientes –y trágicos– ocurridos en otros municipios. Todo está por confirmar de manera oficial, pero algunos de los que estuvieron trabajando en la zona apuntaban a un lugar y una causa concretas: un sillón o sofá del salón de la vivienda prendido por un gesto tan habitual y peligroso como quemar una hebra con un mechero, en este caso un hilo suelto del sofá. No hay confirmación oficial sobre esta hipótesis y la Policía trabajará en estas averiguaciones en los próximos días. La investigación está abierta.

Otra cosa que se comentó mucho a pie de calle y tras hablar con los efectivos es lo bien que habrían actuado los vecinos ante esta situación de emergencia. Prácticamente todos cerraron todas las puertas para evitar la propagación de las llamas, a excepción –dicen– de la mujer que vivía en la casa del incendio y que como es normal salió lo más rápido posible de la casa. «En caso de incendio lo primero que tenemos que hacer es cerrar las puertas y avisar a los bomberos», aprovechaba para recordar precisamente el jefe del servicio de extinción de incendios de Torrelavega, Javier Díez Aguilera, ya en la recta final de las intervenciones de los efectivos contra el fuego y el humo más denso, cerca de las once y media de la mañana.

La noticia de la mañana obligó a las autoridades a desplazarse hasta aquí rápidamente. El alcalde, Javier López Estrada, estaba entre ellos y tuvo a bien hablar con los comercios y las personas desalojadas. Al menos una de ellas, la mujer que habitaba en el piso foco del incendio, ahora inhabitable, dispondrá de una alternativa habitacional, según se ofreció el regidor:«Nos pondremos en contacto con la familia o las personas de la vivienda desalojada y les ofreceremos el apoyo municipal». El resto de vecinos, por su parte, pudo volver a sus casas en las siguientes horas.

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