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Las sirenas de la Policía Local y los bomberos del parque de Torrelavega anuncian la presencia de los profesionales, pero no llegan a tapar los gritos de desesperación que llegan desde la azotea. «¡Dejadme! ¡Yo no he hecho nada!». Desde abajo, todo lo que ... pueden saber los uniformados es que es un varón, joven, y está pensando en quitarse la vida. Ante él, una dotación de 38 profesionales distintos se dispone a evitarlo. Bomberos, técnicos de Protección Civil, policías, personal de Sala 112... Por momentos, su dedicación hace olvidar que se trata de una simulación, la parte práctica de un curso impartido por la Asociación Internacional de Bomberos y Psicólogos -tras un convenio de Cermi con la Consejería de Presidencia- y volcado en instruir a los servicios de emergencias en las técnicas de intervención ante tentativas de suicidio, una delicada situación a la que el departamento de extinción de incendios de la ciudad se enfrenta «una veintena» de veces al año.
El gesto serio no se ha movido de ahí desde que recibieron el aviso del 112. Puede que sea una representación, pero no tienen ni idea de a qué se enfrentan. Aún a ciegas, existe una serie de pautas para conseguir que estos intentos tengan final feliz.
Por lo pronto, lo último que deben hacer los efectivos -ni nadie en su situación- es «intimidar» al sujeto. Los expertos del parque de bomberos, el Ayuntamiento y el Gobierno de Cantabria encargados de explicar el simulacro este pasado jueves insisten en la importancia de ese primer contacto, una fase de «persuasión» centrada en preguntar qué ocurre, pedir permiso para establecer un acercamiento y, en último caso, ganarse su confianza.
Paula Fernández Viaña | Consejera de Presidencia
Entre tanto, uno de los bomberos trata de seguir esos pasos y entablar una mínima conversación: «Tranquilo. ¿Qué ocurre?». El éxito o fracaso de estos intentos es fundamental no sólo para el devenir de la intervención sino para el estado emocional del sujeto y sus posibilidades de reincidir en esta tentativa. Para muestra, un dato: los suicidios impedidos mediante la persuasión presentan datos mucho más esperanzadores, cerca de un 20% de nuevos intentos; aquellos superados mediante métodos más urgentes, «muchos más», como comparaban en el parque torrelaveguense.
Por desgracia, esa «contención» basada en la reacción rápida es la única vía en muchas ocasiones. Para hacerse una idea, hay ocasiones en las que no hay tiempo para prácticamente nada y los profesionales tienen que avalanzarse y agarrar al individuo directamente para salvarle la vida. ¿Hay forma de identificar ese momento? Hay síntomas muy reveladores de que puede estar cerca, desde el hecho de «quitarse las gafas, el calzado, hasta desprenderse de un anillo».
La tensión y la concentración que requieren estas situaciones aún siendo una simulación dan una idea de la dificultad que entrañan estas actuaciones. Después de varios minutos de acercamiento exitoso, un grupo de efectivos ha tomado la decisión de subir a la azotea; mientras, otro seguirá en contacto con él desde la 'cesta' del camión, que ha desplegado la escala. Ambos grupos tendrán que mediar unos minutos más todavía hasta poder salvarle la vida y acompañarlo a la salida del inmueble, al cabo de unos 45 minutos.
La destreza de los agentes, el seguimiento posterior y, sobre todo, el trabajo previo que puede asumir la Administración para abordar los problemas de salud mental pueden integrar una receta útil para reducir los altos índices de suicidios. «El eslabón último es el de emergencias, pero el objetivo es contar con un plan conjunto», apeló el presidente de Cermi Cantabria, Ignacio Fernández, antes de celebrar el convenio que, junto al Ejecutivo, ha dado alas a este ciclo.
Ese fue también uno de los mensajes que tanto el alcalde de Torrelavega, Javier López Estrada, como la consejera de Presidencia, Interior y Justicia, Paula Fernández Viaña, subrayaron durante su visita al desarrollo del curso. «El suicidio es una de las primeras causas de muerte no naturales. Tenemos que dotar a nuestros servicios de emergencia de todas las herramientas para evitar estos fallecimientos», ponderó el primero. Seguido, se pronunció Fernández Viaña: «Como problema de salud pública, hay que afrontarlo de forma coordinada. Es una estadística silenciada, pero es altísima».
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