La calle Julián Ceballos conserva las plazas de aparcamiento y evita la peatonalización

El encaje de la obra entre esas aspiraciones europeas no es ninguna casualidad. El lavado de cara que plantea Torrelavega está inspirado en una máxima cada vez más secundada en el viejo continente: la de dar más protagonismo a los peatones. El Ayuntamiento confía en haber encontrado un equilibrio razonable para que la sensibilidad de estos y la de los conductores, que son muchos en Julián Ceballos y en Torrelavega en general, puedan convivir y arreglarse con sus rutinas de aquí a las próximas décadas.

El Ayuntamiento tampoco va a dispararse un tiro en el pie a medio año de las elecciones. Por lo pronto no va a quitar ninguna de las plazas de aparcamiento que ya existen en la arteria. Todo lo que quiere hacer es calmar el tráfico y estrechar un poco los márgenes de algunos sectores de la calzada en favor de unas aceras más anchas, conservando siempre los dos sentidos de circulación que unen la rotonda de La Llama, al oeste, con Cuatro Caminos, al este de la ciudad. Con ello, el Consistorio se propone conciliar el bienestar del peatón con la accesibilidad al volante, acercarse a los estándares que de aquí a los últimos años vienen imperando en los planes de Europa y modernizar como nunca la imagen y la funcionalidad de una vía catalogada como zona 30 en el plano de la ciudad.

Dicho eso, la calle Julián Ceballos es bastante larga y su rehabilitación integral entiende de matices. El proyecto municipal acota tres tramos distintos a lo largo de sus cerca de 600 metros de longitud y cada uno tiene sus propias particularidades.

El primero es el que abarca desde Cuatro Caminos hasta la calle Ruiz Tagle, que contempla 3 metros de carriles por sentido y unas aceras que crecen hasta los 2,8 y 3,2 metros, además de una zona de «especial tratamiento» en la intersección con el Bulevar Demetrio Herrero y una banda de aparcamiento orientada al uso de motos y carga y descarga.

Pasado el monumento a la Torre de la Vega, el proyecto limita otros dos intervalos: desde Ruiz Tagle hasta la perpendicular Alonso Astúlez, con holguras más variables debido al trazado en curva -la calzada será similar, pero los viandantes tendrán entre 1.8 y 2 metros aproximadamente-; y un tercero hasta la rotonda de La Llama, que amplía el ancho de Julián Ceballos por encima de los 22 metros, unos 2,5 y 4,5 en el caso de las aceras sur y norte, así como la disponibilidad de sendos carriles de 3 metros por cada sentido del tráfico de vehículos. Ojo a esto, uno de los cambios más llamativos que trae la obra: en estos dos últimos tramos, los operarios equipararán el rasante de las aceras con el de la calzada. Asimismo, y al margen de aceras, peatones o vehículos, uno de los denominadores comunes que comparten estos tres límites es la renovación del saneamiento, abastecimiento o iluminación, entre otros servicios públicos.

Con la reducción del tráfico, la visibilidad y la accesibilidad como grandes banderas, estos tres tramos integran una actuación llamada a modernizar la vía como nunca y dejarla «en perfectas condiciones para los próximos 50 años», como se propone el concejal de Obras y primer teniente de alcalde, José Manuel Cruz Viadero, convencido de la comodidad que ofrecerán las aceras y calzadas de Julián Ceballos pasados los 6 meses de obras contemplados en el contrato.

Fue el propio Viadero el que, el día de la adjudicación del proyecto, hace unas semanas, dejó en el aire las aspiraciones peatonales de la arteria y pospuso esa discusión más allá de esta legislatura. El debate sobre los pros y contras de su peatonalización queda al margen de esta actuación y del equipo de gobierno actual, conforme de momento con darle un lavado de cara a la vía, no meterse en demasiados problemas y conciliar la faceta peatonal y conductora de Torrelavega en una obra no tan rompedora como cabría esperar. O sea, que Julián Ceballos cambiará, pero no tanto.

El planteamiento que se propone el primer teniente de alcalde y todo el equipo de gobierno en general es el de crear una Julián Ceballos lo más «versátil» posible, tan capaz de quedarse tal y como quede tras esta actuación como de mudar a una faceta más peatonal en un futuro, un futuro del que, dicho sea de paso, nadie quiere hablar a día de hoy. El Ayuntamiento evita la peatonalización de la calle, pero gracias a la actuación facilita un escenario más propicio para que esta se produzca el día de mañana. Los políticos, candidatos a los comicios municipales en apenas medio año, bastante tienen con poner una de las arterias fundamentales de la ciudad patas arriba en mitad de la carrera electoral.