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La Cepa es una singular plaza pública de Torrelavega que apenas se utiliza, pese a encontrarse en uno de los barrios más populosos de la ciudad, La Inmobiliaria, y en una de las calles más céntricas y concurridas, José María Pereda. El Ayuntamiento reconoce ... que el espacio público, que también destaca por la falta de mantenimiento, apenas resulta atractivo para los vecinos y baraja alternativas para dar un vuelco a la triste situación por la que atraviesa.
La plaza se construyó a finales de la primera década de este siglo y es fruto de un acuerdo urbanístico entre el Ayuntamiento y los propietarios del terreno, pacto que puso fin a un litigio de 23 años. En el solar, de forma triangular, se construyó un edificio de tres plantas, dos de ellas subterráneas y destinadas a garajes para los residentes. Encima se levantó un centro comercial, ahora cerrado, y en su cubierta el referido espacio público.
Tras la novedad de los primeros años, La Cepa ha pasado a ser un lugar que parece invisible, fantasma. A pesar de pasar junto ella a diario miles de personas, son pocas las que disfrutan de ella. La mayoría son propietarios de perros y algún grupo de jóvenes que hacen botellón. Incluso hay vecinos que desconocen su existencia o piensan que forma parte del centro comercial que hay debajo (Cepa Plaza) y que anuncia su venta desde hace dos años, lo que ha empobrecido aún más la imagen de la zona.
A todo ello hay que unir la evidente falta de mantenimiento del espacio público. A él se accede por la parte posterior, a través de una escalera sucia y resbaladiza por las humedades. Ya entonces se aprecian los primeros grafitis y la maleza que empieza a crecer en cada rincón del deslucido pavimento. Los bancos, de manera, hace mucho tiempo que no se pintan, no hay zonas verdes y el agua permanece estancada en el maltrecho sistema de drenaje.
Tampoco funciona la iluminación y el ascensor, que ya solo pueden utilizar los propietarios de los garajes, lo que impide el acceso a las personas con movilidad reducida. En él también se aprecia suciedad y rotura de cristales. Otra muestra de dejadez es la pancarta que todavía cuelga de la barandilla y que situó allí hace varios años un partido político (ACPT) para destacar la importancia de la 'cultura de base'.
El presidente de la Asociación de Vecinos Río Indiana, Gonzalo Llamosas, es contundente: «Es una plaza sin atender, no parece pública. Es un ejemplo más del abandono al que tiene sometido el Ayuntamiento a este barrio». «Yo vivo aquí desde hace cinco años y solo veo subir a la plaza a críos para hacer botellón o gente que pasea el perro. Muchos incluso desconocen su existencia», señala Victorino Pérez, residente en la calle Ansar.
Otra vecina, Mercedes Gutiérrez, que toma un café con dos amigas en el bar Amazonia, también se queja: «La gente con problemas de movilidad no puede acceder desde que quitaron el ascensor. Las escaleras son complicadas y están sucias. Nada invita a subir. Es una plaza que no tienen ningún atractivo».
José Luis Urraca, primer teniente de alcalde y concejal de Obras y Servicios Generales, anuncia posibles soluciones: «Estamos ideando varios proyectos para dotar de uso a la plaza, teniendo en cuenta que el espacio sobre el que se sustenta es un local privado. El objetivo es potenciarla, dado que somos conscientes de que tiene que servir como desahogo a una zona como La Inmobiliaria, con alta densidad de población y que precisa aprovechar espacios como este».
Otro edil, Pedro Pérez Noriega, responsable de la limpieza viaria, indica que su departamento actúa en La Cepa «habitualmente», aunque reconoce que hace falta un «sorrapeo». También admite que los canalones que rodean el espacio público para evacuar el agua «están obstruidos», por lo que «también se limpiarán».
El Consistorio aprobó en mayo de 2005 el proyecto básico para la urbanización del solar y la construcción de dos bloques de viviendas en una finca anexa. Con este trámite y la posterior concesión de la licencia de obra, quedó zanjado el conflicto urbanístico que mantenían el Ayuntamiento y la empresa promotora desde hacía más de dos décadas. En la finca de La Cepa se construyó finalmente el referido edificio de tres plantas, con una superficie de 900 metros cuadrados, quedando habilitada la cubierta como espacio público.
Los vecinos de La Inmobiliaria se movilizaron para reclamar más zonas verdes y rechazaron la construcción de La Cepa. Al final lograron que se rebajase la estructura 50 centímetros por superar la altura autorizada.
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