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«Un científico me dijo que tenía que matar a mi marido y a mi cuñada. Me programó para hacer lo que hice». Esta fue la justificación que dio este lunes Pracelis Dominga Torres, acusada de asesinar a su cuñada en su vivienda de Torrelavega ... , en 2019, en la primera sesión del juicio con jurado que se celebra en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria, en la que reconoció en parte los hechos, mostrando su conformidad con la pena que reclama para ella la Fiscalía: catorce años y nueve meses de prisión; libertad vigilada de ocho años tras la salida de la cárcel con recomendación de que siga un tratamiento médico externo o control médico periódico; alejamiento y prohibición de comunicación con el hermano y la hija de la víctima durante 18 años; y una indemnización para la hija de la fallecida de 60.000 euros.
Según sostiene el Ministerio Fiscal, la acusada convivía en un domicilio de Torrelavega con su pareja y con la hermana de éste desde 2011. La relación entre ambas mujeres era «complicada», sobre todo desde el año 2018 cuando el hombre sufrió un ictus. «Además, esa relación también se veía afectada por la obsesión de la acusada de que la familia de su pareja conspiraba a sus espaldas con dejarle sin domicilio si él era trasladado a una residencia, con que la querían deportar o matar». Esta «mala relación» y el «temor» que la cuñada tenía hacia la acusada, al haber sido amenazada con matarle a ella y a su hija con anterioridad, según la fiscal, provocó que decidiera colocar un pestillo en su habitación y evitar que nadie entrara en ella sin su consentimiento.
La noche del 25 de julio de 2019, Pracelis, que siempre acompañaba a su marido a las revisiones que tenía en el hospital, le dijo a su pareja y a la hija de éste que al día siguiente no lo haría, «sin dar explicación alguna». «Y ello porque ya había decidido quedarse a solas en casa con su cuñada y acabar con su vida». Sobre las ocho de la mañana del día siguiente, cuando el hombre y su hija abandonaron el domicilio, la acusada «esperó con una gran navaja que había cogido de la cocina a que su cuñada saliera de su habitación», según la fiscal. Y una hora después, cuando la mujer salió de su cuarto y «sin opción a que esta pudiera reaccionar, puesto que se acababa de levantar, con ánimo de acabar con su vida le comenzó a golpear en la cara y cuerpo, no pudiendo la víctima evitar ser arrinconada y tirada en su propia cama». Allí, sostiene la representante del Ministerio Público, «no sólo la acuchilló a la altura del rostro, sino también en el tórax y el abdomen, siendo las puñaladas (más de una veintena) que le dio a la altura del centro del tórax las que le causaron la muerte, al afectar al corazón, pulmones y aorta».
Tras los hechos, la acusada «guardó el arma en la cocina» y, tras saber que se había avisado a la policía, «intentó prender fuego en la casa y al cuerpo ya sin vida de su cuñada», lo que evitó la llegada de los agentes y los bomberos. Según la Fiscalía, en el momento de los hechos la mujer «presentaba un trastorno psicótico» y un «trastorno de la personalidad» que afectaba «gravemente a sus facultades». Y califica estos hechos como delito de asesinato con la concurrencia de la circunstancia agravante de parentesco y la eximente incompleta de alteración psíquica.
Por su parte, la acusación particular que ejerce la familia de la víctima comparte el relato de hechos de la fiscal y pide una condena de 22 años de prisión y ocho de libertad vigilada, así como la prohibición de comunicar y acercarse a ellos durante 16 años. La indemnización solicitada es también de 60.000 euros.
Casi dos años después de que ocurrieran estos hechos, Pracelis rompió su silencio –hasta ahora no había declarado– para admitir, en primer lugar, que mató a su cuñada, y después que «fue un científico el que me dijo que tenía que matar a mi marido y a mi cuñada». Afirmación esta que cogió por sorpresa a la representante del Ministerio Público «puesto que hasta ahora no había hecho mención a ningún científico, ni siquiera durante sus entrevistas con los forenses».
«El científico tenía mi mente en una computadora. Está cerca de mí para programarme y que haga lo que él diga. La noche anterior me comunicó que tenía que matar a mi cuñada. No me lo estoy inventando», afirmó, al tiempo que dijo que el científico le advirtió de que si no mataba a alguien, él acabaría con su vida. «Si no lo haces, te mató a ti. Y me dijo que podía dar a una tecla de una computadora y programarla para que me comportara como si fuese un robot», añadió.
La acusada, que rompió a llorar hasta un par de veces en su interrogatorio, explicó, a preguntas de la fiscal, que quiso contar lo del científico (pero no lo hizo) al psiquiatra de la cárcel de El Dueso, en la que ingresó tras los hechos, aunque después fue derivada al centro penitenciario de Villabona (Asturias), al parecer por problemas con sus compañeras, según un escrito que aportó este lunes la acusación particular.
El día de los hechos dice que no fue a consulta médica con su marido «porque su hija me dijo que iba ella». Fue entonces cuando cogió un cuchillo de la cocina (de 22 centímetros según la fiscal) y apuñaló a su cuñada «en el cuello, los dos costados del pecho y en las piernas». Pero no 22 puñaladas como sostienen las acusaciones. «No sé si se las hicieron después. Tampoco la golpeé ni la dije que iba a acabar pronto. No tenía nada contra ella», declaró.
El juicio continuará este martes y el miércoles con las testificales, el jueves con las periciales, conclusiones e informes, y el viernes el jurado emitirá su veredicto.
Tanto el Ministerio Fiscal como la acusación particular mantienen que la encausada estuvo unas cinco horas con el cadáver de su cuñada en la vivienda. Sin embargo, ella niega que intentara deshacerse del cuerpo o descuartizarlo, a pesar de que había signos de un intento de decapitación y un corte profundo en una de las muñecas de la cuñada, según las acusaciones. «Me sentía muy mal con lo que había hecho y me di candela (fuego) a la ropa. Primero prendí fuego a la habitación de mi hijo y después a mí misma». Aunque ella no presentó quemaduras cuando aparecieron los bomberos y su cuñada sí.
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