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Han pasado ya más de dos décadas (1998) desde que se obtienen cifras oficiales de población en España con carácter anual. El INE (Instituto Nacional de Estadística) las hace públicas cada mes de enero y este año han traído de nuevo malas noticias para Torrelavega. ... El número de empadronados en el municipio es de 51.687, 347 menos que el año anterior. Los números son fríos y evidencian un descenso paulatino de la población desde que la segunda ciudad de Cantabria alcanzara su récord a principios de la década de los noventa (1992), rompiendo por poco la barrera de los 60.000 habitantes (60.155).
Otra barrera, la de los 50.000 habitantes, parece próxima a caer y eso traería consecuencias negativas para la capital del Besaya, especialmente económicas. El concejal de Hacienda, Pedro Pérez Noriega, recuerda que si eso ocurre, Torrelavega pasaría a estar encuadrada en los municipios de entre 20.000 y 50.000 habitantes, lo que supondría una importante reducción del ingreso anual que realiza el Estado a las arcas municipales (de los 13,2 millones actuales se pederían en torno a 895.000 euros). Los 13,2 millones equivalen al 27% del Presupuesto de ingresos del Consistorio, un cifra similar a la partida que se destina a inversiones.
Por el Ayuntamiento han ido pasando equipos de gobierno de distinto signo político, pero ninguno ha dado con la clave que evite el desplome del padrón, especialmente importante en la última década. Durante el boom de la construcción, la marcha de matrimonios jóvenes a los municipios del entorno en busca de viviendas más baratas se palió en gran medida con la llegada de inmigrantes, pero con la crisis, el número de extranjeros en Torrelavega también ha descendido. A esto hay que añadir otras circunstancias, como que la economía sigue sin recuperar los niveles anteriores a la crisis, la natalidad ha descendido a mínimos históricos o que el Ayuntamiento parece incapaz de concluir la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), proceso que inició hace 15 años.
En la última década, el municipio perdió 4.223 empadronados, pasando de 55.910 en 2008 a 51.687 en 2018. El último repunte de la población se produjo en 2008 (492 habitantes más) y 2009 (37). En las dos últimas décadas sólo se produjo otro repunte y fue en 2002 (271 vecinos más) y 2003 (458). El resto, desde 1998, han sido descensos. Torrelavega batió su récord de habitantes en 1992 con 60.155 vecinos.
El alcalde, José Manuel Cruz Viadero, que encabeza un gobierno en minoría (PSOE-PRC), hace hincapié en el retraso en la aprobación del nuevo planeamiento urbanístico, del que culpa a la oposición (PP, Torrelavega Sí, ACPT y Torrelavega Puede). El regidor socialista dice que la oposición tiene «en su mano» acabar, al menos en parte, con la «sangría de jóvenes» que se van del municipio. A su juicio, la aprobación del nuevo PGOU, bloqueada de nuevo desde hace un año, posibilitaría la construcción de «más viviendas y a precios más baratos». Cruz Viadero recuerda que la Corporación está obligada a velar por los intereses de la ciudad y que bajar de los 50.000 habitantes sería «muy malo» porque «los impuestos necesariamente tendrían que subir».
Al problema de la caída en el número de habitantes hay que añadir otro: el envejecimiento de la población. El primer teniente de alcalde, Javier López Estrada, reconoce que la falta de suelo urbano en Torrelavega encareció la vivienda y eso provocó en gran medida el éxodo de los jóvenes a municipios limítrofes. «Eso ha hecho -explica- que la natalidad en Torrelavega sea más baja que la que debería ser y, por tanto, tenemos un crecimiento vegetativo negativo». En Torrelavega se registran en torno a 650 fallecimientos al año, más del doble que nacimientos. «La clave en política es identificar los problemas y después buscar soluciones. En este caso pasan por atraer de nuevo a esos jóvenes a la ciudad e incrementar las facilidades de crianza para que puedan tener los hijos en Torrelavega», concluye el edil regionalista.
El portavoz del primer partido de la oposición, Ildefonso Calderón (PP), cree que las causas hay que buscarlas en la gestión municipal: «Si tuviéramos ya hecho el soterramiento, Las Excavadas, el Centro Regional de Emprendedores, recuperado el río, construida la estación intermodal de autobuses, transformado el Mercado Nacional de Ganados y funcionando el tren de altas prestaciones con la Meseta, Torrelavega sería un polo de atracción en la comarca y tendría más vida económica y población». «En 40 años de democracia -añade Calderón-, ha habido alcalde socialista en 33. La conclusión sobre el declive de la ciudad y sus responsables es clara. Hay que cambiar para mejorar». La líder de Torrelavega Sí, Blanca Rosa Gómez Morante, también es contundente: «Torrelavega está renunciando a su condición de ciudad si pierde la capacidad reivindicativa como capital comarcal que resta proyectos de futuro. Necesita políticas que hagan de Torrelavega meta y no salida».
Para el presidente de la asociación empresarial Apemecac, Miguel Rincón, la pérdida de población es debida a la falta de salidas laborales, la «nula» proyección de futuro de la cuidad y «no tener un plan de desarrollo global de hacia donde queremos que se sitúe Torrelavega». «Las nuevas generaciones no ven futuro aquí -señala- y la decadencia y la inmigración descontrolada son un caldo de cultivo para no quedarse en la ciudad. Las familias con hijos les mandan a estudiar fuera y es ahí cuando empezamos a perderles. Ven lo que hay en el resto de España. La falta de un planteamiento industrial y comercial da como consecuencia la pérdida de capitalidad comarcal. No somos ni tan siquiera interesantes para los municipios limítrofes».
Pero el problema no sólo afecta a la segunda ciudad de la región. Cantabria contabilizaba 580.229 empadronados a 1 de enero de 2018, lo que significa que la población sigue a la baja, si bien es cierto que la última caída es significativamente más contenida que las anteriores, donde la pérdida de residentes se contó por cientos. Desde el 1 de enero de 2017, la comunidad autónoma retrocedió en 66 personas (sólo un 0,01% en términos relativos), una cifra que dista mucho del repliegue que se había contabilizado un año antes, cuando se dieron de baja en los censos 1.911 personas. En la última década, la comunidad no ha dejado de perder residentes: en 2008, la cifra oficial del padrón era de 582.138 personas.
En Cantabria, 39 ayuntamientos (de 102) sumaron parroquianos en 2018, mientras que otros 62 vieron bajar el censo. Solo uno, Pesquera, no ha apuntado movimiento alguno: al terminar 2017 tenía 68 vecinos y, un año después, sigue teniendo los mismos. Otro dato a destacar es que la mayoría de residentes de Cantabria son mujeres. Al empezar 2018, ellas eran el 51,4% de los empadronados (un total de 298.665) mientras que el 48,53% eran hombres (281.564).
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