Los comerciantes presumen de ofertas en la Feria del Stock, un «bálsamo» para el sector

El optimismo con el que, a pesar de la caída de las temperaturas, los comerciantes de Torrelavega han salido este viernes a la calle para mostrar sus ofertas a los clientes no es tan distinto al que estos mismos empresarios vienen demostrando en los últimos años, sin importar el mes del calendario. El frío se viene instalando en los termómetros del sector desde hace lustros, máxime tras un 2022 marcado por la salida de una pandemia letal, el alza descontrolada de precios y una crisis que también sufren sus propios clientes. Por eso, citas como las que esta tarde se han inaugurado en el Mercado Nacional de Ganados, la tradicional Feria del Stock, cobran cada vez más importancia. El abrigo que estos espacios ofrecen a sus participantes es más fundamental a cada día que pasa. Los negocios, cerca de 80 procedentes de la capital del Besaya, la comarca y otras partes de Cantabria y España, unen fuerzas como nunca y se aglutinan en un espacio común para sacar su sonrisa, sus mejores ofertas a la calle y, sobre todo, un balance positivo de esta edición organizada por la Asociación Impulso y la Cámara de Comercio en colaboración con el Ayuntamiento de Torrelavega. «Hay que tirar», coinciden.

Hasta el domingo, el Ferial se llenará de optimistas, pero sobre todo de marcas, moda, complementos, coches, dulces y muebles. «El año pasado ya fue bastante duro». No es la primera que Carmen Manville, de la Boutique Marcha, mueve sus cosas de la calle Ancha y las traslada a su 'stand'. Tampoco la primera vez que traslada su mensaje, una apelación directa a los vecinos, a quienes anima a subir al recinto ferial. «A ver si rematamos lo que nos queda. Aquí estamos», convocaba, optimista, antes de reconocer en citas como esta una suerte de «bálsamo» ideal contra la depresión económica que, desde hace años, gana centímetros a las cajas registradoras.

Contra los peores pronósticos, «buenas expectativas». Así lo ha expresado José Luis Fernández López, de Curtidos Gatoo, otro empresario que se ha mudado de Serafín Escalante al Ferial para dar la razón a quienes aseguran que la unión hace la fuerza. «Venimos a por todas. Normalmente, este tipo de citas se dan bien. Hay gente, ponemos buenos precios y ofrecemos calidad», se presentaba, a un paso de los complementos, bolsos y maletas que daban la bienvenida a su puesto.

Otro comerciante que conoce bien Torrelavega es Fran J. Muñoz. Su tienda, Fantasy Kolors, testigo directo del ritmo al que late la ciudad desde la calle José María de Pereda, se ha afincado este viernes en el Mercado Nacional de Ganados con una idea fija en la lista de deseos. «Solventar un mes de febrero flojo». Muñoz encarna a muchos colegas del sector cuando habla. «Aquí no venimos a ganar sino a recuperar la inversión y poder invertir en nueva mercancía», aclaraba, antes de apuntar a los efectos de una pandemia que, tras agudizar el fenómeno del comercio en internet, ha supuesto un «antes y el después» para muchas pymes. «Hay que seguir adelante», extrae, volcado en atender a los interesados por sus productos Disney.

La situación del comercio de Torrelavega no es precisamente de cuento de hadas, pero sí entiende de nuevas historias, puestos y caras nuevas en el tejido comercial. Dos de ellas estaban este viernes en el Ferial: Estela y Eulogio Fernández, de Mencía Para La Mujer, no llevan ni un año instalados en Pequeñeces, de modo que ayer se estrenaron. Y lo tienen claro: su comparecencia no va tanto de hacer caja ni de números sino de darse a conocer: «Hay mucha gente que no nos pone cara. Es un tema de imagen. Y, si podemos liquidar las existencias, mucho mejor».

Jesús Ahedo no viene de aquí, aunque también se estrena. Su negocio, Graphics Surfwear, no le verá este fin de semana en sus sedes de Santillana del Mar o Puente San Miguel. Hasta el domingo, se queda en el Ferial. «Y con optimismo», sonreía: «Si no vienes, no vendes nada». La inflación de precios y, con ella, esa timidez que, desde el año pasado, distingue a los bolsillos cántabros no hunde sus expectativas. «La gente va a seguir gastando, quizá no en grandes cantidades, pero seguirá gastando», confía.

Pero no todos los presentes son de Torrelavega, la comarca o ni siquiera de Cantabria. Uno de los puestos más dulces de todo el complejo es, sin duda, el de Luis Mariano Gracia –Encurtidos Luis y Esther–, recién llegado de Zaragoza con turrones, vinos y toda clase de productos a cuestas: «¡A dar el resto! Ya habíamos venido otros años y nos fue bien». Esos frascos de miel artesanal de la villa de Tauste irán volando a lo largo del fin de semana.

Y visto el frío, la misma suerte correrán los abrigos y cazadoras de Ricardo Manuel Jiménez, otro maño (de Teruel) que trasladó su negocio –Peletería Alba– hasta el Ferial para ofrecer «gran calidad» a precios «muy competitivos». Y hablando de calidad. Si quiere hacer una contribución de calado, puede hacerse con un libro, un jabón, una muñeca o casi cualquier cosa en el puesto de la Asociación de Ucranianos Oberig, que traduce sus beneficios en ayudas para las familias afectadas por la guerra.

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