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Acaba de comenzar la demolición de Papelera del Besaya, la empresa que cerró en 2011 tras desplomarse el techo de la nave principal. El espectacular suceso no causó víctimas, pero dejó en la calle al centenar de trabajadores de la compañía, situada en ... el recinto fabril de Sniace. Se realiza así el proyecto de derribo que presentaron a principios de año los administradores concursales de la empresa en el Ayuntamiento de Torrelavega, que cuenta con un presupuesto de 248.660 euros y un plazo de ejecución de ocho meses. El desmantelamiento de Papelera del Besaya se lleva a cabo de forma mecánica, mediante el empleo de una retroexcavadora con brazo de largo alcance, entre otras máquinas.
En la memoria del proyecto se recuerda que parte de la cubierta de la nave principal de la fábrica de papel -unos 900 metros cuadrados- se vino abajo en torno a la una y media de la tarde del 18 de febrero de 2011. El desprendimiento, que no causó heridos, afectó a la máquina principal, valorada en 20 millones de euros, y la actividad quedó parada. La plantilla llevaba varios años intentando sacar a flote una compañía hundida por las deudas. El derrumbe parcial de la cubierta se achacó a la fatiga de los materiales. Alrededor de una veintena de trabajadores se encontraba en ese momento dentro de la nave, aunque nadie resultó herido porque se estaba efectuando el cambio de turno.
El Gobierno de Cantabria, entonces único accionista de la compañía, aprobó su liquidación dos meses después e inició un largo plan de recolocación de los trabajadores que apenas tuvo éxito. Ocho años después del cierre de la fábrica, Papelera del Besaya figura entre las empresas cántabras que más dinero deben a la Agencia Tributaria (1,1 millones).
La instalación principal es el edificio de la fábrica que alberga la maquinaria de la elaboración de papel, aunque también hay otras dependencias como el laboratorio, oficinas, vestuarios, aseos, comedor.... Consta de dos plantas, con forjado y cubierta de hormigón, y las paredes son de fábrica de ladrillo y bloque y la estructura de hormigón, con pilares y vigas de grandes dimensiones. Hay también anexas a este edificio dos naves de estructura metálica y cerramiento de panel de chapa traslúcida, destinadas a albergar maquinaria de producción y para almacén de pasta. Tanto en la fachada norte como en la sur existen bajantes de fibrocemento (contiene amianto), que serán objeto de su retirada y gestión de acuerdo al correspondiente Plan de Trabajo.
Al sur del edificio principal se encuentran varios depósitos en los que se almacenaban diferentes productos como disolventes, aditivos, blanqueantes, agua... y son de hormigón, poliéster y metálicos. También hay un edificio de estructura de hormigón y cerramiento de ladrillo que se destinaba a la producción de caolín.
Entre los trabajos a ejecutar durante el derribo merece especial atención el tratamiento de las estructuras de fibrocemento, un material que entre sus componentes cuenta con amianto, perjudicial para la salud, lo que obliga a contratar una empresa especializada para su retirada.
En total los trabajos de demolición de la vieja fábrica de papel generarán unas 9.000 toneladas de residuos, entre las que destaca las 8.340 de mezclas de hormigón y ladrillos o las cerca de 1.200 de distintos metales. También se procederá a la retirada de unas 60 toneladas de madera, otras 60 de cartón, 32 de vidrio, 18 de plástico, 15 de materiales de construcción a partir del yeso y unas 3 toneladas de amianto.
El importe de todas las labores de demolición asciende a 248.660 euros, a los que habrá que restar los 221.535 euros que generará la retirada y entrega a centros especializados de los materiales. En la partida de gastos se destinará cerca de 10.000 euros para el área de seguridad y salud, lo que supondrá que el coste del proyecto ascienda a unos 45.000 euros, incluida la demolición de las instalaciones y la gestión de los residuos.
El Tribunal Supremo confirmó el año pasado el criterio de la Audiencia de Cantabria, que avaló la legalidad de la resolución del contrato de compraventa que suscribió Papelera del Besaya con Nueva Papelera del Besaya y el Instituto Cántabro de Finanzas (ICAF) tras producirse el derrumbe del techo de la nave principal. El Alto Tribunal rechazó el recurso de Papelera del Besaya, en el que pedía que se condenara solidariamente a Nueva Papelera del Besaya y al ICAF a abonarle algo más de nueve millones por el resto del precio del contrato, más los intereses. La sentencia explica que, después de que Nueva Papelera tomara posesión del negocio, se derrumbó el techo de la nave principal y resultó económicamente inviable reanudar la explotación.
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