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Los datos dan una idea no sólo de la cantidad de personas a las que este proyecto ha tendido la mano en los últimos años –en Torrelavega, aunque vengan de todas partes–, sino también de la importancia y el trabajo de la delegación de Cruz ... Roja en la ciudad desde que, en 2020, en un contexto sobrevenido y con una pandemia delante, la ONG dio el relevo a la comunidad de hermanas franciscanas y se hizo cargo de la atención a las personas sin hogar. Las monjas ejercieron esa labor durante más de tres décadas, desde 1985; Cruz Roja cumple hoy tres años en dicha tarea con un balance muy demostrativo de la delicada situación que atraviesa una parte casi invisible de la sociedad.
Esa dedicación, integrada dentro del Programa de Atención Integral de Personas sin Hogar, cierra el año con 430 personas sin techo atendidas en Torrelavega, un número que prácticamente dobla el registro de su primer curso en la capital del Besaya (232). Inmaculada, Marta, Javier o Carmen son algunos de sus nombres, pero muchos ni figuran en el padrón. Y si no fuera por este equipo, formado por una coordinadora, tres integradores y una voluntaria, esos nombres, como sus vidas, estarían abocados a estar fuera del sistema para siempre.
41 mujeres
sin techo han sido atendidas este año en el marco de este plan integral.
Alba Gómez, esa coordinadora, se vuelca desde 2020 en evitarlo, en repensar el modelo puramente asistencial existente hasta entonces y ampliarlo con intervenciones y una rutina proactiva. Haberse dado a conocer a pie de calle es, de hecho, una de las causas por las que los datos han crecido en los últimos años.
Cada vez más conocen el programa y acuden a él. Gómez utiliza mucho palabras como «vínculo» y «entender» para explicar esa labor, orientada no sólo a erradicar el sinhogarismo en sí mismo, claro, sino a «comprender el porqué de cada situación y sus posibles alternativas». Esa mirada empática, basada en proporcionar un cobijo, primero, y emprender el camino de acompañamiento hacia la reinserción en la sociedad, después, hacen de este programa y la sección torrelaveguense de Cruz Roja una referencia en la comunidad autónoma.
El perfil mayoritario al que asiste la ONG es de nacionalidad española, hombre, y de entre 55 y 60 años. Y claro que hay de todo. También mujeres, un perfil en el que se suele pensar menos, quizá más invisibilizado y que arrastra consigo una 'mochila' particular, muchas veces asociada a la violencia de género. «Es muy duro ser mujer y estar en la calle», expresa Gómez. Los datos sobre ellas también presentan una tendencia alcista, pasando de 18 usuarias en 2020 a 41, más del doble, en 2023. Esta subida tampoco es casual. La atención a mujeres es, de hecho, una de las grandes contribuciones de Cruz Roja en estos últimos años.
Esbozar ese perfil y conocer la historia que hay detrás de cada persona es una labor clave para ofrecer la «atención personalizada» que propone esta iniciativa social, uno de los muchos proyectos que, junto a las intervenciones en calle, los talleres o la asistencia durante las olas de frío, ayudan a estos vecinos a reencauzar sus vidas. Porque no todos vienen a la puerta. Es a pie de calle, acudiendo en primera persona al lugar donde tratan de cobijarse las personas sin hogar, donde, muchas veces, se gesta ese primer vínculo con un futuro mejor.
Y no siempre se puede acceder a alguien a la primera. A veces, las personas son reacias a recibir ayuda, pero Cruz Roja sale tres veces por semana a la calle para intentarlo. A primera hora, a última y también a demanda de la Administración –de la Policía Local o de los Servicios Sociales, con los que trabajan codo con codo–. «Llevamos alimentación, ropa... Y, sobre todo, generamos ese vínculo», explica la coordinadora. «Saludamos. Nos presentamos. Vemos cómo nos reciben. ¿Necesitas algo? ¿Te dejo un café aquí, ¿vale?», reproduce, antes de hacer hincapié en la gran variedad de necesidades que abordan.
La empatía, paciencia, la calma, también el temple y la perseverancia que encarnan estos equipos se ha traducido en 17 procesos de intervención sólo este año. Esto es:son personas que antes no querían recibir ayuda, que se mostraban reticentes a abandonar esa situación, y al final han accedido al programa de la ONG. Ahí empieza su camino hacia la inserción. No sólo papeles, que también, sino contacto con otras personas y mucha estimulación cognitiva: «Muchos necesitan hablar».
Si todo va bien, el objetivo es que, en 2024, esos encuentros y el propio asilo que necesitan dé un salto clave gracias a la inauguración del Hogar del Transeúnte, entre las calles Pablo Garnica y Pancho Cossío . La inauguración de este edificio de cinco plantas, valorado en 1,6 millones de euros –cofinanciados con fondos europeos–, viene lastrado por retrasos y problemas. Entre tanto, es la Asamblea Local de Cruz Roja la que presta esta mano tendida, vital para cientos de personas de todas partes.
«Una situación de calle puede originarse por muchos factores. Los motivos que más vemos tiene que ver con duelos, divorcios y pérdidas de empleo mal gestionadas. Si no tienes una red social o familiar de apoyo que te sostenga, todo se puede desmoronar». Las palabras de Gómez vienen a romper los prejuicios sobre las causas que llevan a alguien a circunstancias así: «Los factores que les llevan a la calle pueden ocurrirle a cualquiera». De ahí la importancia de la atención personalizada y de la aplicación de una mirada empática y centrada en la «salud mental» de las personas, que «se suelen sentir solas».
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