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Ha vuelto a ser actualidad el famoso nudo de Torrelavega, y con él los interminables atascos en las calles y red periférica de la ciudad en determinadas fechas. Evocan mis recuerdos nuestro célebre cruce de Cuatro Caminos. Lo conocimos sin semáforos. ¿Sería hoy posible? ¿ ... Lo imaginan? Desde el Paseo de Torres, por ese cruce entré por vez primera en Torrelavega.
De esto hace más de medio siglo. Recuerdo que era un día de Mercado, un jueves. Tras el parabrisas el espectáculo era fascinante: un guardia urbano, casco blanco, uniforme impecable con guerrera blanca y guantes blancos, con autoridad y aplomo, marcaba en este famoso cruce las variadas rutas de los vehículos y el paso de los cientos de peatones que por allí transitaban. Este guardia era don Ángel Gutiérrez, Gelín. Así lo conocimos. En un alarde de virtuosismo gimnástico y danzante, sus brazos se multiplicaban y alzaban cual aspas de molino hacia todas aquellas direcciones posibles; ya no sé cuántas…, ¿doce o cuarenta y ocho? Daba lo mismo, en el aire quedaba plasmada la figura de nuestro «nureyev» uniformado. En verdad, Gelín era en sí mismo un verdadero acontecimiento; completaban habitualmente la escena muchos ciudadanos que desde las vallas protectoras de las cuatro esquinas del cruce, con sus indicativos de direcciones, contemplaban y comentaban, aquella danza inusual del que ya era célebre agente de tráfico. De vez en cuando no faltaban aplausos, o jubilosas alabanzas a la faena. Gelín, sin perder su serena autoridad, respondía siempre con una sonrisa.
Nuevos tiempos y nuevas formas, pero a Gelín, hasta su jubilación, se le autorizó a seguir utilizando sus guantes y su blanco salakot metálico. De verdad, sin Gelín aquel imposible Cuatro Caminos hubiera sido diferente. Los días de Feria de Ganados, cuando se celebraba en La Llama, la cosa se complicaba. ¿Y por las noches? Colgado en el centro del cruce había un semáforo con una mortecina luz amarillenta intermitente. Estoy seguro que no había más choques nocturnos por la presencia virtual sobre aquel semáforo de Gelín, el ángel protector de la encrucijada. ¿A quién no le dio paso más de una vez a pie o en coche? Emprendió su vuelo definitivo hace cinco años. ¿Para cuándo nuestro homenaje?
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