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Han pasado siete años desde que, por primera vez y todavía con la resaca emocional que supuso perder la sede del Museo de Prehistoria de Cantabria (Mupac) –un desengaño que todavía duele en Torrelavega–, los políticos del Gobierno de Cantabria empezaron a asociar el futuro ... de La Lechera al de un centro cultural, un revulsivo llamado a posicionar a la ciudad como una de las paradas obligadas del itinerario artístico del norte de España. Este viernes, una parte de ese compromiso ha dejado de ser una ensoñación y pasó a traducirse en obras reales. Ya han llegado las palas. Y lo hacen para materializar la primera fase de ese compromiso de aquí a doce meses. Para entonces, La Lechera ya no será una azucarera abandonada, una fábrica de leche condensada y derivados lácteos que vio tiempos mejores o una feria de muestras en desuso sino un gran museo de arte, el primero de Torrelavega. Con todo, este espacio expositivo es sólo una de las dos facetas proyectadas por el Ejecutivo; la segunda, de 10,3 millones, aún no se ha traducido en nada salvo en la captación de 2,3 millones de euros de Europa por parte del Ayuntamiento.
Entre tanto, los operarios de SIEC, la encargada de ejecutar esta metamorfosis por 4,3 millones –financiados por el Gobierno de Cantabria–, ya están en una parte del complejo para darle forma a esta fase inicial. Ahora empieza un año de obras para convertir dos naves completamente dejadas en un espacio capaz de cobijar muestras de arte. Fachadas, cubiertas, el sótano... «Todo eso se tiene que rehabilitar», ha sintetizado este viernes el arquitecto del proyecto, José Antonio Ruiz, uno de los muchos responsables que, en medio de una de esas comitivas de políticos regionales y municipales que podrían llenar un autobús entero, ha calificado la jornada como un «día feliz».
Las labores que se acaban de poner en marcha atañen a 1.230 metros cuadrados del complejo y, sobre todo, a las cerca de mil obras de arte contemporáneo que componen la Colección Norte y que, desde los años 90, se hallan dispersas en distintos despachos, sedes y almacenes de la Administración. Cultura pondrá fin a la diáspora del activo cultural con este museo, un espacio vivo y con muestras periódicas en el que servirá de escaparate y muestrario en rotación de las obras más notables del erario autonómico.
Y esta es sólo una parte de la transformación que hay sobre la mesa de La Lechera. Quedan otros 10,3 millones por licitar en la segunda fase, la más costosa y, con permiso de la Colección Norte, beneficiosa para la escena cultural: la adecuación de otros 3.650 metros cuadrados del recinto fabril para acabar con la dispersión no del arte regional sino de las escuelas municipales de arte que se hallan dispersas por diferentes puntos de la ciudad.
La llegada de las palas a La Lechera viene a corroborar los anuncios que el vicepresidente y consejero de Cultura en funciones, Pablo Zuloaga, viene haciendo desde hace meses. «Mi compromiso era claro. Casi un mes después de que firmamos el contrato de obras, vemos cómo se implementan los trabajos, las casetas de obras o el cierre perimetral», ha celebrado, orgulloso de «transformar las palabras en hechos» y asistir a la creación de un centro «pionero» y que dará respuesta a «una amplia demanda».
También ha hecho memoria el alcalde, Javier López Estrada, aunque este se remontó hasta más atrás: «Aún recuerdo cuando, en 2016 –él era primer teniente; Cruz Viadero, alcalde–, el Ayuntamiento preparó una memoria que enviamos al entonces consejero de Cultura, Ramón Ruiz, y la vicepresidenta –Díaz Tezanos–, ofreciendo el recinto para crear un gran centro cultural». Hoy, seis años después, esa memoria se ha traducido a un proyecto de ejecución que ya está en marcha. «Dijimos que esta legislatura iba a ser la de recoger los frutos. Estamos ante el primero de ellos», ha declarado, agradecido también a Zuloaga e ilusionado con la creación de un centro que va a «posicionar» a la ciudad en las guías culturales de la región.
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