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Los perros del refugio canino de Torrelavega merecían una vida mejor y, afortunadamente, la han tenido. Cuando el 1 de marzo de 2011 la actual ... protectora de animales se hizo cargo de las instalaciones, situadas en Torres Arriba, se encontró con 350 canes sobreviviendo en condiciones tercermundistas: sucios, enfermos, sin desparasitar, apenas alimentados, sin atención veterinaria, con plaga de ratas, atados con cadenas... Una década después, aquella lamentable gestión de la protectora anterior ha dado paso a todo lo contrario: unas instalaciones dignas, fruto del trabajo de una docena de voluntarios, la mayoría mujeres, integrantes del Refugio Canino Torres.
Durante estos diez años, estas personas generosas, amantes de los animales, han logrado encontrar una nueva familia a 1.500 perros, todos cuidados, mimados por Lidia Gutiérrez, Marta Hernández, Paula Abascal, Marta Iglesias, Elena Reybel... La lista de voluntarios es larga porque los hay desde los que centran su trabajo en las instalaciones hasta los que sólo se dedican a pasear a los canes. En 2020, en plena pandemia, consiguieron su récord anual de adopciones (167). Waldo, Onna, Daryl, Xuna, Cher, Amaya..., son algunos de los 70 perros, de distintas razas, que fueron abandonados y ahora esperan una nueva familia, pero lo hacen sin la urgencia del maltrato que había hace una década en Torres Arriba.
El Refugio Canino Torres celebra su décimo aniversario con la satisfacción del deber cumplido. Paula Abascal, una de sus responsables, recuerda cómo han logrado convertir aquel «campo de concentración» en una protectora más que digna: «Las instalaciones estaban fatal, daba hasta miedo ver los perros. Ahora viven en recintos especialmente acondicionados para ellos y disfrutan de sitios de ocio. El último reto importante que hemos conseguido es tener electricidad».
Lidia Gutiérrez, Voluntaria
Paula Abascal, Voluntaria
El balance también es positivo por el millar y medio de canes dados en adopción. Entre ellos, recientemente, los tres que quedaban de los que rescataron de la penuria hace una década. A largo plazo, Paula tiene clara la meta: «El mayor logro que podemos conseguir es vivir en un mundo en el que no sean necesarias las protectoras de animales».
Como casi todos los colectivos, el Refugio Canino Torres se ha visto lastrado en su actividad por la pandemia. Los voluntarios no han podido organizar ferias, mercadillos y charlas en los colegios, entre otros eventos que contribuyen a financiar su actividad y concienciar contra el maltrato animal. Por otro lado, la crisis sanitaria ha traído buenas noticias a la protectora de Torres Arriba: «Nos organizamos en grupos pequeños, para minimizar el riesgo de contagio, y hemos batido el récord de adopciones».
Concretamente, en 2020 la protectora logró encontrar una nueva familia a 169 canes, una cifra claramente superior a la media anual (150). Paula lo achaca al renovado amor por los animales y la naturaleza que ha surgido durante la pandemia. «Las familias tienen ganas de respirar aire puro y nada mejor que tu perro para acompañarte en esos paseos», señala, aunque también reconoce que en el confinamiento domiciliario hubo gente que encontró en la mascota «una excusa para poder salir a la calle».
Lidia Gutiérrez, también voluntaria, no es tan optimista. Dice que siguen «a tope» porque los abandonos no cesan. El año pasado recogieron a 159 canes, una cifra «inasumible en un mundo que se dice civilizado». «No se respeta a los animales -añade-, sigue habiendo maltrato. La protectora ha ido bien estos diez años, mejorando las instalaciones y con muchas adopciones, pero los abandonos siguen siendo demasiados. Hace falta más concienciación social».
La pandemia trajo «cosas buenas y malas», asegura, y entre las primeras destaca el servicio de electricidad en las instalaciones de la protectora, que antes parecían «la boca del lobo». Actualmente, el refugio canino busca un nuevo hogar para 70 ejemplares. «El haber encontrado una familia para los últimos tres perros que nos quedaban de la primera etapa de la protectora ha sido como quitarnos un gran peso de encima», reconoce Lidia, que hace un llamamiento para que se unan al colectivo nuevos voluntarios y también personas que quieran realizar donaciones porque «queda mucho por hacer».
Las responsables de la protectora dicen que la relación que mantienen con la administración regional y local es «muy buena», y que se benefician de la convocatoria de subvenciones. El concejal de Medio Ambiente, José Luis Urraca, afirma que la labor que hacen los voluntarios del Refugio Canino Torres es «encomiable». «Fue uno de los primeros colectivos -explica- que se puso en contacto conmigo e inauguramos una etapa de colaboración que ha sido muy fructífera. Pusimos en marcha, con muy buena acogida, el programa 'Sí Quiero' de tenencia responsable de mascotas, que desarrollamos con los escolares en las aulas de los colegios del municipio».
Urraca recuerda que también han colaborado en mercadillos solidarios para «recaudar fondos» o en la realización de ferias de adopción animal, como la de 'Ciudad de Torrelavega' o la que tiene lugar durante las fiestas patronales, citas que «ya son dos referentes en su ámbito». «Y con la convocatoria anual de subvenciones de bienestar animal -añade-, en la que es pionero el Ayuntamiento de Torrelavega, hemos hecho posible que se atiendan diferentes gastos de mantenimiento o que el Refugio genere incluso su propia electricidad». El edil recuerda que el colectivo colabora en la recogida de perros abandonados, por lo que «es lógico que les ayudemos».
Torrelavega contará con su primer parque canino a finales de este mes, después de varios años de espera. El espacio de disfrute para los perros está situado junto al Bulevar Ronda, entre el campus universitario y Campuzano, y ocupará 2.000 metros cuadrados. Las obras han entrado en su recta final, tras una inversión de 44.873 euros. El parque contará con circuitos de agilidad, dos recintos cerrados para perros grandes y pequeños, fuentes, dispensadores de bolsas para recoger excrementos... Recientemente, se ha habilitado un espacio más pequeño para los canes en el parque de Miravalles.
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