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El cubano Pedro Lionel Ordóñez Rodríguez lleva en Torrelavega diez años. Aquí, como puede y no sin dificultades al ser refugiado político, ha rehecho su vida con la ayuda de la ONG cristiana Cáritas, que «me procura un piso de alquiler, porque no tengo trabajo aunque lo busco, y lo necesario para poder tener una estancia digna». Su situación es muy distinta a la del argentino Demian Daud, asentado en la ciudad desde 2009, con esposa y con un empleo. Ambos tienen en común el hecho de ser inmigrantes y voluntarios en el centro intercultural 'Lacampa', que este año celebra su decimosegundo aniversario desde que esta 'casa común' ubicada en locales parroquiales del barrio La Inmobiliaria, pertenecientes a la iglesia Nuestra Señora de la Asunción, abrió sus puertas a la igualdad, a la integración, a la comprensión de todos y a la dignificación de la palabra extranjero.
Su actual coordinadora, Estefanía Chaves Salgado, responsable a su vez del Hecho Migratorio de Cáritas Diocesana de Santander, no puede cuantificar el número de personas que, en esta larga y prolífica etapa, han pasado por 'Lacampa', un modelo que, sin duda, es exportable, no en vano cuenta con los elogios, entre otras altas instituciones, del Parlamento Europeo, que lo ha calificado como un proyecto de buena práctica. Lo más importante para Estefanía y para la gran familia de la comunidad parroquial, encabezada por el sacerdote Juan Carlos Rodríguez del Pozo, es el hecho de que el centro está completamente consolidado en el tejido social de un barrio que concentra el flujo inmigratorio del municipio.
«No cabe la menor duda de que el balance de estos doce años hay que hacerlo en positivo; mejor, en muy positivo», dice Estefanía. Junto a Pedro Lionel y Demian reconocen que «se ha pasado por diferentes etapas en las que había mucho más voluntariado y energía, al principio. Luego vino la reflexión y la formación».
En ese último proceso el reto ha sido dignificar el fenómeno de las migraciones «y fomentar el derecho a migrar». De las distintas acciones que se llevan a cabo en este centro, la que más enorgullece a sus integrantes es el comercio justo, «con la tiendita que está en La Asunción, junto a la Sacristía. Es un modelo que encaja como un medio para paliar la escasez de recursos en los países del Tercer Mundo». A este servicio, abierto al público los martes y sábados, de 11.00 a 13.00 y los viernes de 17.00 a 19.00 horas, se añade un programa cultural que incluye excursiones, «son muy populares», dice Pedro Lionel, –«el día 29 de septiembre tenemos previsto visitar el laberinto de Villapresente»– y talleres muy diversos (manualidades, lectura, juegos de mesa, conferencias, exposiciones, conciertos al aire libre, cocina de otros países...).
Cuando se abre la puerta de 'Lacampa', los estereotipos han de dejarse en la calle. También los bulos y rumores que en torno al hecho migratorio abundan entre algunos núcleos de la población. «Nos consta que a veces no se quiere participar en las actividades que programamos porque se vincula el centro con la Iglesia. Aquí hablamos de todas las religiones. No hay prejuicios o 'etiquetas'», deja claro la coordinadora. Añade que «mantenemos una relación muy especial, de colaboración total, con el Centro Islámico, y también con los cristianos coptos, que los hay en La Inmobiliaria». Que 'Lacampa' esté dirigido por Cáritas Diocesana no impone, no resta. Suma. «Todos los inmigrantes tenemos nuestras penas, como cualquiera», reconoce Demian Daud, «pero aquí, en un ambiente más sano, participamos en actividades culturales más allá de estar en los bares sin hacer nada». Conocerse para entenderse.
'Lacampa', con su jaima en un espacio preferencial, para tomar un café o un té –los domingos, desde las 18.00 horas, hasta las 21.00 el espacio está muy concurrido–, ha 'encajado' a la perfección con la particularidad de La Inmobiliaria. «Nos gustaría que viniesen más voluntarios, porque hacen falta manos», lanza el reto la coordinadora. Añade que «nos consta que aún hay personas que siguen sin entender lo que se hace en esta casa, algo mucho más útil de lo que piensan». Conocerse «para empezar a aprender el idioma, sin ir más lejos. O algo tan importante como alcanzar el ansiado bien común, mejorar la convivencia en el Barrio y evitar aislamientos», subraya Estefanía.
Este es un reto permanente para las personas que forman parte de este proyecto: «Insistimos en querer llegar a la gente. Es necesario tener un sitio en donde reunirse, encontrarse, despejar la cabeza, conocer a otra gente para así sentirse mejor». Porque ni todas las situaciones de los inmigrantes son iguales, ni todos los extranjeros han salido de sus países por los mismos hechos. «Dejar a la familia, a los amigos, tus raíces..., algo que yo ahora mismo de sólo pensar que me pudiese ocurrir, no se si sería capaz de superarlo», exclama Chaves.
Y escuchar los testimonios de los demás, abre efectivamente mucho más que los oídos. «Yo tuve que dejar Cuba por motivos políticos», dice Pedro Lionel, «y allí siguen mis hijos con los que apenas tengo contacto precisamente por los problemas por lo que tuve que marcharme». Ha estado en otros países, y al final «en Torrelavega, con la ayuda de Cáritas, sobrellevo una situación muy complicada. Este centro me parece un proyecto extraordinario en el que participo como voluntario en todo lo que puedo. Lo que más me gusta es animar a la lectura y hablar, debatir. Me consideraba un 'lobo solitario' y aquí realmente tengo una familia. Soy más sabio». Ha recorrido varias veces el Camino de Santiago «por fe y también para intentar encontrar a uno de mis abuelos, que era gallego. Pero hasta el momento no he tenido suerte». Demian Daud llegó de La Argentina «buscando una vida mejor. Ya estuve en Torrelavega en el año 2000 y regresé en 2009 con más ganas de asentarme». Cuando se le pregunta si se quedará aquí definitivamente, gesticula dubitativamente: «Todo depende del trabajo, principalmente...».
El centro proyecta ya su futuro, su progresión con ese objetivo de mejorar en voluntarios que quieran aportar . «Necesitamos reinventarnos, tal vez», reflexiona Estefanía, «pero para eso igualmente nos hacen falta manos. Todo lo que se haga, servirá para conocer el hecho migratorio y entenderlo».
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Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Álvaro Machín | Santander
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