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María Luisa estaba desayunando cuando el fuego se desató frente a su casa el jueves de la semana pasada, cerca de las diez de ... la mañana, en el 4º del número 30 en la Avenida del Besaya del Barrio Covadonga. «Oí un golpe muy grande». A dos metros de su puerta, las llamas empezaban a devorar el piso de su vecina, una mujer que se encuentra bien y cuya vivienda permanece temporalmente inhabitable y a la que ya han entrado los agentes de la Policía Nacional en el marco de la investigación. Esta sigue abierta. La hipótesis de un sillón del salón como foco del incendio y al gesto para quemar un hilo suelto como causa del mismo, comentada el pasado jueves por fuentes del operativo de las fuerzas de seguridad, sigue sin ser confirmada de forma oficial.
Investigación abierta La Policía Nacional ya ha entrado en la casa en la que se desató el suceso, cuyas causas aún se desconocen
Recomendaciones Los bomberos recuerdan que lo mejor es cerrar las puertas para contener la propagación de las llamas
Entre tanto, en el número 30 de la Avenida del Besaya, del suceso quedan el precinto de la Policía Local en la puerta, las manchas de hollín en las paredes blancas de la escalera y un olor a quemado mezclado con el de los ambientadores y productos de limpieza. Junto al portal, abierto para ventilar el interior todo lo posible, los vecinos hacen corros hablando del suceso, igual que en la carnicería, la cafetería o la frutería de al lado. Hasta los que van a los suyo por la calle siguen mirando hacia arriba al pasar por este bloque, ubicado en el corazón del barrio. Todo sigue retrotrayendo a las tres vecinas del cuarto hasta esos minutos de tensión. María Luisa, tras oír aquel estruendo, habló por teléfono con su hija y siguió su consejo: «Cerré todo y puse toallas mojadas bajo la puerta». Fue, con su marido, la única vecina del cuarto que se quedó en casa durante las cerca dos horas del operativo contra el fuego. Alicia, de la puerta A, apenas a tres metros del fuego, también estaba ahí. Ayer, en ese rellano que sigue sin luz, preguntaba por el «ay Dios mío» que escuchó desde su casa a eso de las diez. «¿No fuiste tú?», preguntaba extrañada a sus compañeras de planta.
Todo fue muy rápido y cada una lo vivió de una forma. En unos segundos, la vecina del A pasó de estar desperezándose en la cama a seguir el incendio desde la calle. Lo meditó unos segundos, pero finalmente decidió bajar por las escaleras rápido y abandonar el edificio. Hizo lo mismo que muchos vecinos; otros se quedaron en casa; y algunos, en hasta seis viviendas; terminaron siendo desalojados con ayuda de los Bomberos de Torrelavega.
Alicia ya ha fregado su casa «hasta cuatro veces» desde ese día y el hollín sigue saliendo del suelo de su piso. Justo al lado, la entrada al piso de Paula también está llena de productos de limpieza. Ella no estaba en casa, sino en el trabajo cuando le avisaron de lo que estaba pasando al otro lado de las paredes de su casa, en la que vive desde hace más de dos décadas: «Casi me desmayo».
Desde una de sus habitaciones se constatan las dimensiones del incendio y el estado en que ha quedado la terraza de su vecina, esa que fue el foco de todas las miradas durante cerca de dos horas el jueves por la mañana. Calcinada y con restos de diferentes elementos colgando -desde un toldo derretido hasta restos de escombro-, permite intuir el grado de destrucción en el que ha quedado el interior de la casa. Ya lo avanzó el alcalde: mientras sea inhabitable, el Consistorio se encargará de proporcionarle una alternativa habitacional.
Ayer, María Luisa, Alicia y Paula comentaban sus propias reacciones en el momento y lo rápido que transcurrió todo. Igual que ellas, algunos se quedaron en casa, colocaron toallas mojadas bajo la puerta y esperaron angustiados; otros no lo pensaron dos veces y salieron corriendo de ahí. Lo bien que habría actuado el vecindario es, de hecho, una de las conclusiones a la que llegaron el jueves las fuerzas de seguridad. Los protocolos de seguridad van calando poco a poco en la sociedad gracias a declaraciones como las del otro día por parte del jefe del servicio de extinción de incendios, Javier Díez Aguilera: «En caso de incendio lo primero que tenemos que hacer es cerrar las puertas y avisar a los bomberos».
Casi una semana después del fuego, la investigación de la Policía Nacional sigue completamente abierta y tratando de explicar lo que ocurrió realmente el jueves por la mañana. En las últimas horas, los agentes ya han realizado una primera inspección ocultar en el interior del piso; si es necesario, volverán a entrar a lo largo de los próximos días.
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