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Panaderías Sordo, una de las empresas más antiguas del sector en Cantabria, ha sufrido dos robos en el último año. El último tuvo lugar en ... la noche del miércoles y los ladrones se llevaron la caja registradora y parte de la recaudación, tras romper la puerta de acceso.
El gerente, Sergio Sordo, que ayer asistió al juicio por el robo de hace un año, en el que la empresa torrelaveguense también sufrió pérdidas importantes, reconoce que en esta ocasión los amigos de lo ajeno se llevaron «bastante dinero». El hecho se produjo en torno a las once y media de la noche, cuando un operario que trabajaba al fondo de las instalaciones escuchó un ruido que le alertó y al desplazarse a la entrada principal «se encontró con el panorama».
«Reventaron la parte de abajo de la puerta -explica-, que es de PVC, y cogieron la caja registradora, una máquina de cobro automático que pesa 50 o 60 kilos. Es un palo, porque esa máquina vale ocho o nueve mil euros y a eso tienes que sumar los desperfectos en la puerta, la cerradura...». Sordo también reconoce el «palo» moral: «Vete a ver qué ha pasado, duerme como puedas, levántate a las ocho de la mañana para presentar la denuncia en la Comisaría, hablar con el seguro... Y todo ello después de aguante la crisis, la pandemia... Pero habrá que seguir peleando, no queda otra».
El gerente admite que siempre encuentran consuelo en sus muchos clientes, que ayer guardaban cola al mediodía para adquirir el preciado pan. El robo se produjo en la sede principal de la compañía, situada en la calle Bonifacio del Castillo, en el barrio de La Inmobiliaria. En total, la compañía tiene cinco puntos de venta, cuatro en Torrelavega y uno en Santiago de Cartes.
Panaderías Sordo recuerda en su página web que es una empresa familiar con más de 200 años de experiencia en el sector y destaca su secreto para mantener una trayectoria tan dilatada: «Hacemos nuestros productos poniendo toda la pasión y entusiasmo para hacer las cosas bien, como toda la vida, de manera artesanal y diaria, y para ello contamos con las mejores materias primas y con un personal cualificado».
Trabajadores de la empresa admitían ayer a este periódico su temor a que hechos similares al ocurrido en la noche del miércoles se vuelvan a repetir, dado que la crisis provocada por la pandemia está golpeando fuerte en el populoso barrio de La Inmobiliaria, en el que conviven cerca de nueve mil personas de más de veinte nacionalidades.
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