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La noticia se confirmó definitivamente este viernes por la mañana. La Mesa de Contratación del Ayuntamiento de Torrelavega ha aceptado la renuncia de la empresa a la que hace dos meses encargó las obras de la segunda fase de La Lechera, la parte fundamental de ... la metamorfosis cultural de la antigua Feria de Muestras y que, con sus 10,5 millones de euros de presupuesto, supone el proyecto de ejecución más importante de la historia del Consistorio torrelaveguense. Fuentes del Ayuntamiento achacan la renuncia de la adjudicataria, una UTE conformada por Fernández Rosillo y Cía y Rotedama Constructora, al «desfase» y los «modificados» que vienen experimentando las tareas de la primera fase. Esta pasada primavera, en una visita a esas obras, la consejera de Educación, Eva Guillermina Fernández, reconoció tal retraso, pero le restó importancia asegurando que no afectaría al plazo global de la obra, fijado para «mediados de 2026».
Medio año después, en el Ayuntamiento apuntan directamente a esas demoras como motivo fundamental de la renuncia de la constructora. Dos cosas son seguras: la primera es que el Ayuntamiento se verá obligado ahora a licitar el proyecto de nuevo y por un importe más caro todavía; la segunda es que este nuevo retraso, que se cobrará unos meses de trámites, podría poner en riesgo la captación de más de dos millones en fondos externos.
Sobre el nuevo proceso de licitación. El Ayuntamiento reconoce que el concurso deberá contemplar «nuevas condiciones», empezando por una revisión de precios. Si ya era el contrato de obra más caro jamás licitado en la ciudad, ahora lo será más todavía. En el Consistorio asocian ese sobrecoste sobrevenido a los plazos y, sobre todo, a los «relevos» y «jornadas especiales» no previstas con las que debería trabajar la adjudicataria para asumir estas labores. Ese contexto de incertidumbre y costes imprevistos es lo que habría llevado a la UTE a renunciar, según esa tesis.
Así, la renovación de 5.475 metros cuadrados de La Lechera se queda de momento sin empresa que la ponga en marcha. En la mayor parte de esa superficie (3.650) está proyectada el área formativa de las escuelas de circo y teatro físico, teatro y danza, música y escuela de artes así como una enfocada al ámbito audiovisual; para el resto (1.825), se plantea una zona de usos comunes (biblioteca, sala de profesores...), así como un vestíbulo para unir todas las zonas.
Contrariamente a lo que llegó a sostener la Consejería en aquella visita a las obras en marzo, el retraso de medio año en las primeras tareas –encargadas a SIEC por 4,3 millones en primavera del año pasado, a través de la Sociedad Regional Educación, Cultura y Deporte y adjudicadas– y la superposición de ambas fases durante unos meses sí podrían ser un problema. A aquel acto, en el que no estuvo presente nadie del ala socialista del equipo de gobierno (PRC-PSOE), reaccionó al cabo de dos días el secretario general del partido, Pablo Zuloaga, acompañado ahora sí por la plana mayor de su partido.
Su mensaje aquel día vuelve a estar de actualidad: «La Lechera evidencia la parálisis total del Gobierno de Buruaga; en ocho meses solo han certificado el 4% de la obra», lamentó el 15 de marzo, tras reivindicar que fue en junio del año pasado, siendo él consejero de Cultura, cuando se puso la primera piedra de la obra. Zuloaga recibiría una respuesta del PP local en pocas horas. Fue su portavoz, Miguel Ángel Vargas, el que le pidió que dejara la «demagogia» y se pusiera a «trabajar para los cántabros».
El pasado mes de mayo, la segunda fase de La Lechera salió adjudicada con un precio de 10,5 millones de euros y un plazo de ejecución de dieciséis meses. En un escenario ficticio, si el Ayuntamiento pudiera revisar el proyecto en un día y adjudicar sus obras a otra empresa mañana mismo, aún así, terminaría las obras con un margen de unos cinco meses para cumplir los plazos y no perder los más de 2,2 millones de euros que ha captado en fondos externos. El escenario que tiene el Consistorio es el siguiente: está obligado a terminar la ejecución de las tareas como tarde el 31 de marzo de 2026, de acuerdo a las condiciones que impone el Programa de Impulso a la Rehabilitación de Edificios Públicos de entidades locales (Pirep Local) –que promueve el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible–. De no ser así, incumpliría las condiciones y quedaría automáticamente fuera de la convocatoria. Sería así a no ser que, a la vista del estrecho margen que dispone ahora el Ayuntamiento, se plantee un cambio de plazos o una medida similar de aquí a las próximas semanas.
Perder esos más de dos millones sería un jarro de agua fría para el Ayuntamiento de Torrelavega, que pasó los últimos meses de la legislatura anterior volcado en la búsqueda de subvenciones estatales y europeas para poder financiar esta metamorfosis cultural. La Administración local tenía un encargo claro por parte de la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, ya desde la legislatura anterior: captar tantos fondos como sea posible mientras el Ejecutivo, por su parte, garantiza la consignación de cerca de 8 millones de euros en partidas de 2024 y 2025.
La parte proporcionada por Peña Herbosa parece asegurada; la del Ayuntamiento, sin embargo, se tambalea ahora por culpa de este nuevo revés. Cabe recordar, además, que las cuentas de Torrelavega ya tienen muchísimos compromisos en el horizonte, siendo los 26 millones del soterramiento o los más de 10 millones para rehabilitar el Ferial de Ganados algunos de los más destacados, sin contar el 'día a día' de los Presupuestos.
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