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Huele bien y sabe mejor. En Torrelavega presumen de elaborar el mejor hojaldre del mundo, así que ni siquiera en este verano de mascarillas se pueden evitar colas en las mejores confiterías para comprar tartas, polkas, almendrados, bombones... El secreto del éxito sigue siendo ... el mismo y pasa de una generación a otra: productos de gran calidad, cariño y mucho trabajo. Además, como le gusta repetir a los artesanos, aquí no hay «ni trampa ni cartón», puesto que los clientes pueden ver cómo se trabaja en los obradores cuando entran en la tienda.
El Gran Maestre de la Cofradía del Hojaldre, Francisco Javier López Marcano, nos acompaña a dar un paseo por la ciudad para visitar estos templos de la gastronomía y nos explica algunas claves: «El hojaldre de Torrelavega es exquisito, es calidad suprema. A eso se une una tradición de pasteleros más que centenaria. Todo eso hace que, poco a poco, vayan abriendo nuevos mercados».
El hojaldre se ha convertido en una de las señas de identidad de la capital del Besaya. López Marcano explica por qué: «Es un embajador de postín, un extraordinario regalo de bienvenida. Uno se siente mejor cuando entrega una caja de polkas al amigo que viene de fuera. Es una especie de liturgia en la hospitalidad de nuestras gentes». «Este postre típico de Torrelavega -añade- ha cruzado todas las fronteras, por tierra, mar y aire. Se come hojaldre de esta ciudad en restaurantes de Madrid, Granada, Sevilla... También hay cajas que viajan a México, Panamá...».
López Marcano creó la Cofradía que preside en el año 2000, cuando era alcalde de Torrelavega: «Me preocupé de unir a gente de distintos sectores que sentía la necesidad de hablar de la ciudad a través del hojaldre, ese fue el objetivo fundacional». El colectivo está integrado actualmente por 190 cofrades, entre numerarios y de honor.
El paseo nos lleva, en primer lugar, a la calle Joaquín Cayón, cerca de Cuatro Caminos. Entramos en Confitería Hojaldres y nos atiende su dueño, Germán Erquicia. Lo primero que hace es entregarnos una tarjeta en la que aparece la dirección del la tienda que abrió el pasado mes de octubre en Santander, en la calle Marqués de la Hermida, 12. «A pesar de los momentos difíciles que estamos pasando -indica-, se vende bien, estoy contento. El secreto sigue siendo el de siempre, buen género y trabajar bien y muchas horas». Germán nos muestra el obrador del negocio, situado al final de la tienda, en la que trabaja junto a su mujer, su hijo y seis empleados. «Lo que más pide la gente son polkas, almendrados y tartas. Estuvimos cerrados un mes y medio por la pandemia, pero tenemos una clientela fiel», señala.
Continuamos el recorrido en la calle Consolación, una de las más señeras de Torrelavega -une las dos iglesias de la ciudad-, y allí nos espera Adela, de Confitería Blanco. Al preguntar por la antigüedad del negocio, también familiar, nos muestra la fecha de su fundación: 1898. En esta tienda tampoco faltan clientes: «La cola para comprar roscos en Navidad es de varias horas. También hay colas en La Patrona. La verdad es que nunca falta gente». «Tenemos una harina y una mantequilla buenísimas, el trabajo que se hace es perfecto... Esas son las claves, no hay otras. Esto requiere mucha dedicación y todo sale de aquí», dice Adela mientras señala el obrador, en el que se elaboran unos bombones «espectaculares», apunta el Gran Maestre de la Cofradía.
En la misma calle nos encontramos otro templo del hojaldre, Confitería Santos. Allí María lleva las riendas del negocio familiar, fundado en 1953. Ella apuesta por combinar tradición e innovación, así que en 2017 abrió una tienda en el centro de Madrid, ahora cerrada por la pandemia. «Renovarse o morir», repite la artesana mientras nos muestra el obrador y su último «invento»: unos canapés «riquísimos» que también han seducido a López Marcano.
A pocos metros, en la misma calle y con el mismo nombre, Confitería Santos, hablamos con Carlos, encargado de la tienda, cuyos clientes también hacen cola. Uno de los últimos, el popular actor Antonio Resines. «Esto es una romería y en Navidad ni te cuento. Calidad y trabajo cara al público, como se ha hecho toda la vida», concluye Carlos.
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