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Una tarde, cuando Javier López Estrada (Torrelavega, 1981) tenía cinco años, acompañó a su madre al Instituto Marqués de Santillana. Aquel día su padre, Javier López Marcano, por entonces un joven entusiasta cargado de carisma decidido a defender hasta la muerte los valores regionalistas, ofrecía ... su primer mitin en el patio del mismo centro en el que trataba de inocular a sus alumnos su amor por el latín. A punto de acabar su discurso, el profesor, que había visto cómo su hijo se encaramaba en la tarima desde la que hablaba, notó que le tiraban del pantalón. López Marcano ha contado que aún no había terminado cuando su hijo, tratando de quitarle el micrófono, le dijo: «Ahora yo, papá». Imposible imaginar entonces que, treinta años después, los López volverían a entrar en los libros de historia de la ciudad de la mano de aquel niño que con tanta insistencia tiraba a su padre del pantalón.
Dicen quienes forman parte de su entorno más cercano que López Estrada es un digno heredero de su padre. Que, aunque no tiene su magnetismo, ni esa capacidad de la que siempre ha hecho gala el exalcalde de Torrelavega y exconsejero regionalista para, diga lo que diga, resultar interesante, le sobra formación, tanto académica, política como humana. También que su padre ha sido el responsable de que los López Estrada hayan crecido respirando regionalismo, aunque el patriarca nunca le haya dicho a sus hijos lo que deben o no deben hacer con su vida. «Es una persona dotada, muy bien preparada para defender la causa común, con años de experiencia en la primera línea en los que ha demostrado lo que puede ser capaz. Desde luego, tiene visión política», dice uno de los muchos torrelaveguenses, militante desde hace décadas del PRC, que ayer le ayudaron a ganar las elecciones y lograron que el partido superara por primera vez a sus dos grandes adversarios en las urnas: socialistas y populares.
El hombre que puede presidir la futura corporación torrelaveguense fue un niño bueno y tranquilo. Después de pasar sus primeros años en el colegio El Salvador de Barreda, terminó su primera etapa como alumno del Instituto Marqués de Santillana. Luego estudiaría Ingeniería Técnica de Obras Públicas en la Universidad de Cantabria y más tarde haría las maletas para instalarse en Madrid y hacerse ingeniero de Caminos, Canales y Puertos en la Universidad Alfonso X el Sabio.
Estirpe Hijo de López Marcano, creció respirando regionalismo.
Triunfo El de ayer ha sido su gran triunfo. Por primera vez los regionalista logran vencer en Torrelavega.
A su manera Los más críticos le reprochan ser demasiado impulsivo y algo distante.
Sobre el terreno No hay un solo barrio o pueblo de Torrelavega que no haya visitado.
De vuelta a casa, el flamante ingeniero dio sus primeros pasos en política con 26 años al frente de las Juventudes Regionalistas. La suerte estaba echada. Desde entonces se ha dejado la piel en el partido que lidera Miguel Ángel Revilla con quien, aseguran, tiene una fantástica relación. En Santander, sin embargo, no es el líder del partido, sino José María Mazón, flamante diputado nacional, también ingeniero de Caminos y casado con una torrelaveguense, quien le mire con mejores ojos.
Siempre que le preguntan, él afirma que nunca fue un estudiante brillante. De hecho, dice que de pequeño era «bastante bardal»: que fueron los años los que le hicieron mejorar y le dieron la oportunidad de cogerle el gusto al estudio. Desde luego, algo tuvo que pasar, porque solo así se explica que de regreso a casa todavía le quedaran ganas para volver a la universidad a hacer un máster de Administración y Dirección de Empresas. Un currículum al alcance de muy pocos que ha hecho que sus padres se sientan profundamente orgullosos y que le permite afirmar que la política es su presente, pero no será siempre parte de su vida. «La política es algo vocacional que no miro con un horizonte temporal eterno. Cuando acabe, acabará, y volveré a mi profesión», ha dicho siempre que alguien le ha preguntado, con la misma rotundidad con la que parece tener asumido que ese mar en el que navega desde hace tiempo no es, ni mucho menos, un camino de rosas. Sus amigos mantienen que haber visto sufrir a su padre le ha hecho comprender hasta qué punto la política puede ser ingrata. «Cuando estás en esto corres el riesgo de que intenten manchar tu imagen. Con mi padre lo llevan haciendo durante los últimos 15 años y conmigo también lo harán, pero estoy preparado para rebatir cualquier calumnia y seguir con mi trabajo», le dijo hace solo unos meses a un periodista demostrando que es digno hijo de su padre.
El hecho es que el chaval que coleccionaba títulos y al que se le presumía un fantástico futuro profesional decidió apostar por ello casi con la misma fuerza con la que muchos años antes lo había hecho su padre, y dos legislaturas le han servido para convertirse en el líder indiscutible de su partido en Torrelavega. Y eso que sus enemigos políticos le acusan de impulsivo y ni siquiera sus compañeros de equipo lo discuten. «Lo que ocurre es que, igual que es impulsivo, también sabe dejarse asesorar, sabe escuchar y siempre busca el consenso», dice Pedro Noriega, el hombre que lleva junto a él los últimos ocho años y, posiblemente, quien le ayuda a encontrar esa serenidad que algunos echan en falta. Lejos del Ayuntamiento, es su familia quien lo hace. Su padre, el hombre que le contagió la pasión regionalista; Pilar, su madre; sus hermanos, Leticia y Alba, y por su puesto, su mujer, Leticia Collado, con quien ha tenido dos hijos, Javier y Eduardo.
Aunque aseguran que en casa no suelen hablar de política tanto como algunos imaginamos, seguro que estos días, incluso en las próximas semanas, los López no podrán evitarlo. No todos los días se cumplen los sueño. La estirpe continúa.
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