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De lo sentimental a lo festivo, de la tradición a la ruptura, la actuación de Soleá Morente el pasado sábado en Miengo permitía muchas lecturas paralelas, en ese equilibrio artístico casi imposible de quien toca casi todos los palos.
Con casi medio millar de espectadores ... cobijados de la lluvia ligera bajo una carpa, la presentación de Soleá fue una sonrisa ancha y su única escolta un músico de auténtico lujo: Josemi Carmona. El hijo de Pepe el Habichuela es todo un clásico, curtido durante décadas en Ketama, pero también acompañando a Paco de Lucía o a Alejandro Sanz, o produciendo a Niña Pastori y a La Barbería del Sur.
Pero hablábamos del recorrido, porque Soleá empezó con su vena más flamenca, encadenando temas de 'Aurora y Enrique'. Silencio reverencial cuando la cantaora hilvanaba quejíos y se adornaba con delicados movimientos de mano.
Duende, mucho duende derrochaba la artista, tirando de un repertorio propio en el que sobresalen unas letras muy trabajadas: de raigambre popular, pero tamizadas por una pluma talentosa. Ventajas de haber estudiado –por imposición paterna– la carrera de filología española, porque Soleá se defiende de maravilla incluso como periodista.
Arrancó las primeras palmas por tango: «me tiraste un pañuelo para que yo lo recogiera y me lo pusiera en el pelo», cantaba mientras se anudaba el pelo. El público la miraba encandilado, mientras afuera llovía, y Soleá ponía al mal tiempo más salero: si había ruido de ambiente, se levantaba y se llevaba todas las miradas. Eso son tablas. Hasta comentó la carcajada general al llegar al verso de «Como este verano, que hace tanto calor».
El momento más chocante llegaría con una versión de 'I'm a fool to want you', un standard de Sinatra en el que intercaló un recitado en castellano, justo antes de ceder el escenario a Josemi Carmona y seguir su instrumental sentada entre el público.
A su regreso, Morente anunció sorpresas, y algún invitado especial. Las especulaciones se dispararon, claro. Y es que la artista en los últimos años ha colaborado con lo más granado del indie patrio; obviamente, sería difícil que aparecieran por allí J, Marcelo Criminal o Guille Milkyway, pero ¿quién sabe? Ya que estaba allí, lo mismo subía al escenario Gorka Hermosa y se marcaban juntos un dueto antológico.
Pero no: la sorpresa era Lucía Carmona, la hija de Josemi. Apenas una niña que hacía sus primeros pinitos sobre las tablas. La escuela familiar, vamos. Cantaron a dúo 'Gitana María', mientras la pequeña miraba con el rabillo del ojo la pantalla del móvil, donde llevaba apuntada la letra.
Como remate, con el público todavía saboreando el plato fuerte, Josemi Carmona atacó de nuevo el estribillo, pero esta vez solo con guitarra flamenca y voces. Y hay que admitir que la canción no desmereció en absoluto en ese reprís pretecnológico.
El guitarrista ya se despedía, pero el público se negaba a abandonar la carpa. Y eso que fuera ya había dejado de llover. La cantante, en cambio, se animó enseguida a un bis, sin dar tiempo casi a que se lo reclamase la concurrencia. 'Baila conmigo' sería, más que la canción de despedida, todo un mensaje. De hecho, se le escapó un poco de su espíritu indie: invitó a los asistentes a subir al escenario a cantar con ella. De hecho, así es como suelen terminar los conciertos de muchos grupos punk, con más gente arriba que abajo.
Nadie se animó a subir, pero la velada acabó, cómo no, por todo lo alto: con mayoría en pie y jaleando. Y es que no todos los días se puede contemplar a una estrella.
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