Borrar
Rodrigo Sampedro, junto a ejemplares de 'Mindfulness para ingenieros' y otros libros previos.
«El estrés nos prepara para sobrevivir. Más que combatirlo, hay que gestionarlo»
Rodrigo Sampedro | Ingeniero industrial, mentor y coach

«El estrés nos prepara para sobrevivir. Más que combatirlo, hay que gestionarlo»

Ingeniero de profesión, en 2019 cambió de rumbo para volcar su experiencia en el acompañamiento vital y laboral de personas, grupos y empresas

Daniel Martínez

Santander

Domingo, 9 de octubre 2022, 10:03

Rodrigo Sampedro (Torrelavega, 1986), da la definición antes de que se la pregunten. «La consciencia que surge al prestar atención de una forma particular: con intención, en el momento presente y aplazando el juicio». Eso es mindfulness, una técnica que en su último libro pretende trasladar a la profesión del ingeniero, oficio al que él mismo dedicó una década trabajando para distintas empresas multinacionales. Todo para que sus colegas tengan herramientas con las que mejorar su desempeño y, sobre todo, para que crezcan vitalmente. Hace tres años decidió dar un giro radical, profundizar en un nuevo ámbito y focalizar toda su experiencia en acompañar a personas, equipos y empresas a través de la Academia Alto Rendimiento con programas de formación en asuntos como la gestión de estrés, actividad que compagina con acciones de consultoría para Banco Santander, Endesa o Cepsa.

–Aparentemente, la mente de un ingeniero funciona a través de la lógica y lo racional. ¿Cómo se conjuga eso con el mindfulness?

–No existe un mindfulness para ingenieros, sino un enfoque que ayuda a las personas ingenieriles a aplazar el juicio en relación al mindfulness. La mente de un ingeniero suele estar entrenada en procesos, esquemas, conceptos y una visión muy analítica, lógica y racional. Esto en ocasiones es muy útil, pero en otras, se convierte en el gran obstáculo o incluso en una gran cárcel.

–¿Existen problemas y carencias comunes que afectan a este sector profesional?

–Entre otras cosas, un perfil ingenieril no lleva bien la incertidumbre y la ausencia de control. Venimos de un modelo de producción que nos ha ido entrenando en la especialización, pero somos parte de algo más grande; somos un engranaje de una gran máquina. De un ingeniero se espera que se especialice en un campo concreto, de alta especialización. De hecho, esto se ha premiado hasta hace muy poco. En mi experiencia, esa formación es condición necesaria, pero no suficiente para resolver la vida. El ser humano es más complejo que cualquier otra máquina o estructura. Y el problema de especializarte sólo en algo es que pierdes la perspectiva global. De aquí que proponga que las mentes más racionales recuerden la importancia también de la filosofía, de las humanidades, de las emociones, del cuerpo…

–¿Cuáles son las ideas o consejos básicos que da en su libro?

–Más que consejos, son invitaciones. Es un libro que primero he necesitado escribir para mí. Por ello mi propuesta es que las personas que lo lean pongan el foco en crear su propio modelo de vida. En el libro van a encontrar todos los modelos que me han sido de utilidad, relacionados con el bienestar, el estrés, mindfulness, hábitos… Si tuviera que elegir solo una cosa, sería que te detengas, tomes consciencia de ti y de lo que te rodea, y que asumas tu parte de responsabilidad.

«La curiosidad y las ganas de aprender cada día deberían ser una forma de vida»

punto de partida

–Dice que este mundo necesita más individuos con más mente ingenieril y corazón humanista. ¿Cómo definiría ese perfil y qué puede aportar a la sociedad?

–Creo que es algo bidireccional: las mentes ingenieriles necesitan de corazón humanista; los corazones humanistas, necesitan de mente racional. Es curioso ver como cada ente, en ocasiones, rechaza al otro. Necesitamos de todo nuestro conjunto para aspirar a sobrevivir y a vivir. Necesitamos equipos multidisciplinares, que desde diferentes miradas, se unan para dar solución a los retos de este siglo. Mi impresión es que en muchos sectores han dividido el problema en problemas más pequeños con la intención de resolverlos, pero no han vuelto a unir las piezas para entender si, finalmente, se ha resuelto el problema de partida.

–Además del bienestar de sus trabajadores, ¿las empresas tendrían un mayor rendimiento si apostaran por programas como los que usted desarrolla?

–Podríamos empezar por preguntarnos cuál es el objetivo de la empresa. Yo creo en la corresponsabilidad. El individuo ha de cuidar de sí y del sistema, y el sistema, ha de cuidar del sistema y de cada individuo. En las empresas que hemos desarrollado programas Nirakara Lab han llegado a disminuir un 40% variables de medida relacionadas con estrés, ansiedad y depresión. ¿Una persona más sana produce más? Mi experiencia es que sí, pero creo que es algo que toda persona intuye. Es algo que te sirve para tu vida profesional, y vida personal. Sin olvidar que es la persona la que tiene que asumir responsabilidad de su salud y de querer aplicar lo aprendido.

–El estrés probablemente se convierta en una de las epidemias del siglo XXI. ¿Haría falta educar sobre cómo combatirlo desde la infancia?

–Somos el país con más consumo de antidepresivos y pastillas para dormir. Un estrés crónico, sostenido en el tiempo, puede ser detonante o acelerador de enfermedad. No obstante, creo que deberíamos matizar que el estrés no es el culpable. De hecho, gracias a él seguimos respirando hoy. Más que combatir, yo hablaría de entenderlo y gestionarlo. El estrés es la respuesta a un estímulo. Nos permite prepararnos para luchar o huir, o incluso nos deja paralizados en ocasiones. Pero no es el culpable, si no una herramienta de adaptación al medio y de supervivencia. De ahí la importancia de que cada persona dé cuenta de lo que le amenaza, del entorno que habita, de las personas de las que se rodea, de las información que consume… Mi invitación sería que no esperemos a ser adultos para aprender esto.

–En su opinión, los dos motores para conseguir las metas son la curiosidad y tener una mente dispuesta a aprender. ¿Son dos cualidades innatas de la persona o se pueden entrenar?

–Para mí la curiosidad y ponerte el sombrero de aprendiz a diario es una forma de vida. Está demostrado que la falta de actividad y estimulación cognitiva y física conlleva a un deterioro de muchas funciones. Y no sólo eso, ante los cambios que estamos viviendo, lo que funcionó dejará de funcionar, antes o después, en diferentes frentes: industria, naturaleza, alimentación, gestión de agua… Einstein decía que uno no puede resolver el problema con la misma mentalidad que lo creó. Estos dos factores, además de dar sentido a la vida, son claves en nuestra supervivencia como individuos y como especie.

–Muchos de sus consejos van encaminados hacia el emprendimiento. ¿Hay muchas buenas ideas fallan por falta de preparación de quien las impulsa?

–El emprendimiento es la forma de trabajo que más se parece a la vida. Es frágil, incierto, volátil, inestable… Incluso es capaz de generar mucho estrés y cierta ansiedad. Y a la vez, tiene muchos momentos de alegrías, de conexión, de felicidad y de cierta libertad. Sí creo que muchas ideas fallan por falta de preparación, pero también por no entender la foto completa. La preparación a nivel personal y profesional es condición necesaria (mapa), pero luego hay mucho más en el terreno: creación de productos y servicios, gestión comercial, experiencia de cliente, ventas, devoluciones, negociación, contratos… También en multinacional hay ideas que fallan… Por eso me gusta hablar de personas emprendedoras, que pueden trabajar por cuenta propia, pero también por cuenta ajena. Para mí el emprendimiento no es sólo una forma de trabajo, sino una forma de estar en la vida.

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes «El estrés nos prepara para sobrevivir. Más que combatirlo, hay que gestionarlo»